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En 1565, después de varias expediciones fallidas, el marino español Andrés de Urdaneta pasaría a la historia por una de las grandes hazañas marítimas de su tiempo, equiparable a la de Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes, el descubrimiento de la ruta transpacífica entre Filipinas y Nueva España, mejor conocida como tornaviaje. La proeza de este hombre logró que durante 250 años nuestro territorio actual tuviera una posición geoestratégica inigualable al ser el corazón comercial entre tres continentes: Asia, Europa y América.
Esa ruta marítima que a lo largo de 250 años vio ir y venir al Galeón de Manila o la Nao de China cargado de mercancías marcó un hito en la historia de las relaciones comerciales de México con el mundo, pero también implicó un intercambio cultural y humano entre Asia y México que sobrevive hasta nuestros días.
Además de las especias, la seda, la porcelana, los marfiles, esa famosa embarcación trajo consigo una importante migración de japoneses, chinos y filipinos que se asentaron en nuestro territorio y que influenciaron algunas tradiciones y costumbres.
“Hay muchas mercancías que se traían desde Asia y que se empezaron a producir aquí, como las lacas, los biombos, la cerámica. Los filipinos, por ejemplo, trajeron la producción de vino de coco en Colima, ese proceso de producción fue una influencia filipina; incluso la forma en que allá se construyen las palapas”, refiere la historiadora Melba Falck Reyes.
Ese intercambio comercial y cultural también dejó huella en los países asiáticos, más allá de Filipinas. “El real de a ocho circulaba como moneda de curso legal en China, les ponían unos resellos; ellos tenían mucho interés en la plata mexicana”, añade la investigadora del Departamento de Estudios del Pacífico (DEP) de la Universidad de Guadalajara.
“Con la Nao de China, México se convirtió en una bisagra porque el comercio iba y venía de Europa a Asia”, destaca el abogado y escritor Simón Levy-Dabbah, quien sostiene que en la actualidad, ante la incertidumbre en torno al futuro de las relaciones entre México y Estados Unidos, pareciera que el destino nos lleva a voltear nuevamente a Asia, principalmente a China. Interesado en las relaciones del país asiático con México desde hace dos décadas, el escritor lanzó recientemente una nueva edición de su libro Neonao (Telefónica México), un recuento novelado del nacimiento y desarrollo de esa histórica ruta comercial y que busca poner a reflexionar al lector sobre algo actual: la importancia de retomar los vínculos históricos con China. “Neonao es la alarma histórica que nos vuelve a recordar lo que México vivió con China y que hay un destino manifiesto en esa relación bilateral”, señala en entrevista.
Para él, como para otros especialistas en los estudios de Asia, México debe voltear hacia Oriente para fortalecer sus relaciones comerciales, tal como lo hizo hace más de dos siglos.
“México se volvió con la ruta de la Nao de China en un participante, solamente como un espectador que veía cómo iban y venían mercancías, pero no fue más allá con las circunstancias que se dieron en esa época, y que se repiten ahora. No tomó las providencias necesarias para hacer que todo ese valor que pasaba entre dos continentes se quedara y generara valor”, reflexiona Simón Levy-Dabbah.
Ahora, dice, México tendría que buscar consolidar esas relaciones históricas que ha cosechado con los países de esa parte del mundo, especialmente China, para dejar de depender únicamente de Norteamérica. “La relación entre China y México ha sido de claroscuros, pero tenemos prácticamente 46 años de la naciente relación bilateral entre China y México que deben ser aprovechados. Ha sido una relación accidentada, más por la frivolidad, por la ignorancia; no se entiende la importancia geopolítica que China está teniendo hoy en día y lo que va a tener en los siguientes meses, sobre todo con la nueva época que vamos a vivir con Estados Unidos”.
Para el también especialista en Derecho Chino esa “relación incomprendida” debería replantearse, volver a los vínculos históricos y retomar esas experiencias que alguna vez acercaron a América a Asia. “El modelo económico de México está caduco, es obsoleto, el capitalismo importado de Estados Unidos a México es como el software que se trata de descargar a los teléfonos y que ya no les queda porque el teléfono ya no sirve. Y China viene a ser como una alarma, no como una solución, pero nos tiene que abrir los ojos para entender que México tiene que construir su propio modelo económico y transitar de ser una servidumbre de paso de Norteamérica a ser un país que tenga capacidad de construir”, alerta.
Con él coincide la historiadora Melba Falck, quien indica que la relación comercial que nuestro país ha sostenido a lo largo de varios años con Japón, otra de las potencias asiáticas, ha demostrado que se trata de una región dinámica, con la que es posible mantener un intercambio productivo. “México ha hecho su tarea con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, incrementar el comercio y la inversión, el problema es que seguimos concentrándonos en un sólo mercado. Esa dependencia tan fuerte nos hace tan vulnerables, como lo estamos viendo ahora. En Asia debemos buscar más acercamientos”, opina.
Y añade: “México o la Nueva España tuvo un papel importante en lo que, podemos decir, fue la primera economía global con la Nao de China, ahora hay que reforzar esas relaciones, no es una zona desconocida”.
Por su parte, Renato Balderrama, director del Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad de Nuevo León, plantea que si bien la presencia de empresas de origen asiático en México ha crecido en los últimos años, como en Nuevo León y la región del Bajío, lo que ha faltado es darle continuidad y un plan estratégico para consolidar esas relaciones comerciales. “Históricamente, desde el Virreinato y hasta años recientes, México sigue siendo pionero en América Latina en la relación con Asia, ahora nos falta aprender de ese pasado y no me refiero sólo al siglo XVI, sino también a la última década, donde sí ha habido intentos. Muchos empresarios se han quedado con la idea de la China de hace 20 años, pero ahora es otro país, lo mismo con Corea y Japón, son países que avanzan rápidamente”, señala en entrevista telefónica.
“Creo que tanto el gobierno como las empresas deben pasar de las misiones comerciales e intenciones a cosas más prácticas, pragmáticas. Hay una frase que sacó hace unos años Proméxico: ‘México está muy norteado y muy desorientado’, es decir, estamos siempre viendo hacia el Norte y nunca hacía Oriente”. Ahora, “con la potencial amenaza de que se renegocie el TLCAN y que empiece una guerra comercial habría que voltear los ojos a Asia”, añade Balderrama.