El cráneo de un hombre muerto hace más de 10 mil años; restos de megafauna y un altar maya prehispánico en un estado de conservación inaudito, se cuentan entre los hallazgos más destacados del proyecto Gran Acuífero Maya (GAM), el .

Los hallazgos se realizaron en cuevas ubicadas en las zonas de Muyil, Tulum y Chumpón, en Quintana Roo, ruta trazada por el GAM dentro de su investigación “Localización de fuentes de agua ancestrales”.

El doctor Guillermo de Anda Alanís, director del proyecto, considera que los hallazgos son relevantes por la información que pueden aportar sobre el cambio climático, los primeros pobladores de América y de las manifestaciones materiales de la ritualidad maya.

El cráneo humano se localizó cubierto por una capa de mineral endurecido, hallándose prácticamente completo y bien preservado. El que se encontrara rodeado por este material requiere de un goteo constante durante cientos de años, por lo que el resto óseo estuvo expuesto a un ambiente seco antes de que subiera el nivel del agua.

De comprobarse mediante análisis arqueométricos la antigüedad del cráneo perteneciente a un hombre del periodo Precerámico, que rebasaría los 10 mil años, “estaríamos ante un hallazgo único, en el contexto de la arqueología referente a los primeros pobladores de la zona”, expresó De Anda.

El hallazgo del altar maya del periodo Posclásico Temprano (900-1200 d.C.), revestido todavía con estuco, fue otro de los resultados de la investigación.

Dicho altar, reportado por el explorador subacuático y miembro del proyecto GAM, Robbert Schmittner, resulta el mejor preservado de los hasta ahora reportados en el área y en sus relieves presenta figuras antropomorfas, zoomorfas y algunas abstractas.

Del monumento destaca el nivel de conservación de la masa de yeso blanco que lo recubre casi en su totalidad y la ofrenda, que consiste en un gran fragmento de estalagmita (formación calcárea que los mayas vinculaban con la fertilidad) que permanece in situ.

Las cavidades localizadas en el muestreo depararon más sorpresas. Entre ellas se observó la sección de una mandíbula de un ejemplar de megafauna, perteneciente a la última Edad de Hielo, con un antigüedad de por lo menos 10 mil años.

Tal fragmento óseo, que al parecer pertenece a un gonfoterio, presentaba al menos cinco piezas dentales todavía articuladas. Se harán más estudios y una digitalización del resto de mandíbula para conocer mejor su morfología y confirmar si pertenece a ese proboscídeo ancestral.

nrv

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