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Con el propósito de que los visitantes miren con nuevos ojos la escultura y arquitectura antiguas, que tradicionalmente se han pensado como desprovistas de color, el próximo martes 11 de octubre se inaugurará en el Museo del Palacio de Bellas Artes la exposición "El color de los dioses. Policromía en la Antigüedad clásica y Mesoamérica".
Como preámbulo a la exposición, el recinto ofreció ayer una ponencia impartida por Vinzenz Brinkmann y Ulrike Koch-Brinkmann, investigadores de la Stiftung Archäologie, y Leonardo López Luján y María Barajas, del Proyecto Templo Mayor.
"El color de los dioses", que ha visitado ya 23 países de Europa, Asia y Norteamérica, llegará por primera vez a Latinoamérica con una adecuación a la propuesta curatorial inicial del museo Liebieghaus de Frankfurt, pues reunirá a dos culturas, la Antigüedad clásica y Mesoamérica, a través del color.
"Cuando se iniciaron las gestiones de la exposición de inmediato se pensó en integrar piezas prehispánicas, puesto que se concibieron con colores al momento de su realización", explicó Mariana Morales, coordinadora de la muestra.
Por su parte, el arqueólogo alemán Vinzenz Brinkmann dijo que, si bien las corrientes artísticas como el neoclasicismo negaron el color de la escultura y arquitectura grecorromana, los estudios que desde hace 25 años ha realizado, demuestran la cualidad que la policromía tiene para "extender la narración" de piezas como la estatua de Kuros, el arquero del Templo de Afaia o el sarcófago de Alejandro Magno, cuyas reproducciones podrán apreciarse en la muestra.
El también miembro de la Junta de la Fundación Arqueológica de Múnich explicó que cuando iniciaron sus investigaciones y sus primeras reconstrucciones no había mucha competencia en el ámbito pero tampoco ningún interés en el estudio de la policromía.
Calificó a dicho proceso de investigación como dialéctico y enfatizó en la importancia de los avances tecnológicos, como la impresión y escáner en 3D y aportes de la física y la química para detalles en la arqueología que antes no podrían ser revelados, como el caso de agujeros, sombras, líneas, entre otros detalles casi imperceptibles pero vitales en las esculturas.
Julio Rivas, también coordinador de la exposición, mencionó que se "busca replantear la manera en que percibimos el arte de la antigüedad" e ir contra la idea de la monocromía como máximo del arte escultórico que retomaron corrientes posteriores a la Antigüedad clásica.
Dijo que buscaron encontrar puntos de encuentro y de diferencias para comparar contextos distintos, como los de Europa y Mesoamérica, la significación del color, los materiales historiográficos y la influencia de los estudios de policromía del doctor Brinkmann para estudiar la arqueología prehispánica. "Pero también se muestra el contraste entre los materiales, como el blanco del mármol en contraposición a la piedra que tiene colores más oscuros, o bien, la clara distinción entre el movimiento de las figuras occidentales y lo estático de las figuras mesoamericanas", agregó.
Durante su intervención, Mariana Morales hizo énfasis en la importancia de los estudios policromáticos de Brinkmann para la investigación de la arqueología mexica y del Proyecto Templo Mayor. Por su parte, Leonardo López Luján mencionó que la intención de la muestra es abrir un diálogo entre dos estéticas que son referentes a nivel mundial en historia del arte y, al mismo tiempo, "conocer los mensajes cifrados en esculturas que por mucho tiempo fueron asociadas al mármol prístino del Monte Pentélico o de las canteras de Carrara, cuando en realidad estaban llenas de color".
El color de los dioses será inaugurada el próximo martes y estará compuesta por 118 piezas, 52 son mayas, toltecas, olmecas y mexicas (originales y réplicas). El resto corresponde a piezas que competen a la Antigüedad clásica.
sc