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El investigador mexicano Antonio Porcayo Michelin, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el norteamericano Todd Braje, de la Universidad Estatal de San Diego, California, comandaron la primera expedición arqueológica oficial a islas Coronado, conjunto de cuatro ínsulas ubicadas a casi 16 kilómetros de Tijuana.
El INAH informó en un comunicado que la travesía se empredió pues, presumían, podía haber rastros de los primeros pobladores de América. Las recientes exploraciones por medio de recorridos de superficie intensivos confirman que se trata de un territorio de alto potencial arqueológico donde en menos de una semana registraron 30 sitios con vestigios posiblemente dejados por las primeras sociedades.
Luego del desembarco, entre el 13 y 18 de octubre, el grupo de arqueólogos halló en las islas Coronado Norte y Coronado Sur, sobre la superficie del suelo, sin excavación, restos de herramientas de piedra que han definido como prehistóricas. Los utensilios son tajadores y raspadores que debieron manufacturarse por medio de percusión bipolar, usando cantos rodados obtenidos en los acantilados que dan al mar.
También descubrieron campamentos a cielo abierto y tres profundos abrigos rocosos con desechos del consumo intensivo de moluscos, peces y mamíferos marinos. Las características de los artefactos y campamentos son comunes a grupos humanos antiguos.
Los vestigios materiales se han sumado a los datos históricos recabados previamente en los trabajos de campo. Porcayo explica que los cronistas españoles que inspeccionaron la isla en el siglo XVI, no encontraron indígenas en el lugar. En 1542, por ejemplo, el explorador Juan Rodríguez Cabrillo las llamó islas Desiertas, por lo tanto el estudioso infiere que grupos humanos debieron habitar mucho tiempo atrás.
El conjunto insular se integra de cuatro islas: Coronado Sur (3.2 kilómetros), donde está la única bahía de las islas llamada Puerto Cueva; Coronado Norte (800 metros), que no tiene bahía; Coronado Centro, un pico rocoso con una masa de cráteres, y Pilón de Azúcar, un peñasco habitado por aves. La expedición binacional recorrió por primera vez completas las islas Coronado Norte y Sur registrando sitios desconocidos para la arqueología.
De acuerdo con Porcayo, las islas Coronado se encuentran en el camino de una ruta migratoria seguida por los primeros humanos que llegaron al continente americano y que bajaron hacia el sur costeando la península de Baja California, desde el actual estado de California, en Estados Unidos, hasta Los Cabos, en Baja California Sur.
Los descubrimientos en otras ínsulas que rodean tierra peninsular en ese trayecto, como el conjunto Channel Islands, al norte de islas Coronado, e Isla Cedros, ubicada al sur de ésta, hablan de poblaciones muy antiguas, de hasta 11 mil años.
A los datos arqueológicos e históricos, Porcayo sumó el hallazgo de un par de morteros móviles, localizados por el buzo Guadalupe Raya Ortíz, a 20 metros de la superficie del mar, en las inmediaciones de las islas Coronado, mientras colectaba abulón.
El arqueólogo del INAH informa que también descubrieron dos tiestos de cerámica yumana, que podría datar de alrededor de 1000 d.C.: “Estas evidencias abren la posibilidad de que grupos indígenas llegaran a la isla en canoas”. Destaca que hasta el momento no se tenían evidencias de que los yumanos navegaran en mar abierto por lo que el dato es importante y abre nuevas interrogantes a la arqueología de Baja California.
nrv