El presidente ruso, , condecoró hoy a los participantes en el concierto del Teatro Mariinski de San Petersburgo en las ruinas de Palmira que certificó en mayo pasado la liberación de esa histórica ciudadela siria.

Putin, que se dirigió entonces a los asistentes a dicho concierto por videoconferencia, concedió al director del teatro, Valeri Guérguiev, y al violonchelista Serguéi Roldugin la orden Alexandr Nevski.

Además, otorgó la Orden de la Amistad al director del museo del Hermitage, Mijaíl Piotrovski, quien viajó entonces a la ciudad grecorromana y propuso a la UNESCO su reconstrucción.

"Quiero dar las gracias al colectivo del Marinski, que demostró no sólo una gran concienciación, sino incluso arrojo, en unas condiciones muy poco corrientes para cualquier músico", dijo Guérguiev, citado por medios locales.

El prestigioso director de orquesta lamentó la falta de líderes mundiales "sabios, fuertes y valientes", y recordó que sin la participación de Rusia no será posible solucionar los problemas mundiales.

Por su parte, Rolduguin, amigo personal de Putin y que fue acusado en los de crear empresas opacas con ayuda de empresas estatales rusas, destacó que su condecoración era militar.

"Aunque mi actividad no es en ningún caso militar. Nosotros promovemos los ideales humanistas del arte, es decir también 'luchamos'", señaló.

Rolduguin aseguró que entonces no fueron conscientes del peligro que corrían, ya que las posiciones del Estado Islámico estaban a unos pocos kilómetros, aunque el convoy en el que viajaban fue atacado en su regreso a la base rusa en Latakia.

"Los militares crearon tales condiciones, que no percibimos el peligro. Seguramente no abro ningún secreto militar si digo que tras cada piedra estaban nuestros fusiles", comentó.

"Una oración por Palmira. La música hace revivir las antiguas murallas", se llamó el concierto dirigido por Guérguiev, director también de la orquesta Sinfónica de Londres y la Filarmónica de Múnich.

Putin calificó de "asombrosa acción humanitaria" el concierto celebrado en el histórico anfiteatro de Palmira, al que el Ministerio de Defensa ruso invitó a numerosos medios de comunicación internacionales.

"Un homenaje a la memoria de todas las víctimas del terror, independientemente del lugar y el tiempo en que se hayan cometido los crímenes contra la humanidad", aseguró.

Tras el desminado de sus ruinas por zapadores rusos, las calles de la antigua ciudad de Palmira pueden ser visitadas libremente, aunque el anfiteatro es el único gran tesoro de Palmira que los terroristas respetaron, aunque lo utilizaron para escenificar sus salvajes ejecuciones durante los diez meses que controlaron la zona.

nrv

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