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abida.ventura@eluniversal.com.mx
El subsuelo del paradero del Metro Chapultepec, donde el gobierno capitalino edificará el Centro de Transferencia Modal (CETRAM), esconde importantes vestigios arqueológicos, históricos e incluso paleontológicos que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) busca rescatar mediante un proyecto de salvamento arqueológico.
El proyecto ya está listo, ya fue autorizado por el Consejo de Arqueología y lo único que falta es la firma de un convenio que sostendrán el instituto y el Fideicomiso CETRAM Chapultepec, quien aportará los recursos requeridos para su ejecución, según explicó a EL UNIVERSAL el arqueólogo Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología.
Las exploraciones, que estarán a cargo de la arqueóloga María de Lourdes López Camacho, quien ya en 2010 encabezó un salvamento donde se construyó la Estela de Luz, deberán llevarse a cabo antes de que comiencen las excavaciones profundas en el área; y son necesarias porque se trata de una zona cercana al cerro de Chapultepec, sitio que desde la época prehispánica ha funcionado como un espacio ritual y recreativo; así como por tratarse de un área donde se asentó uno de los primeros pueblos indígenas después de la Conquista.
Algunos vestigios de ese antiguo pueblo de San Miguel Chapultepec, fundado hacia 1523, se han localizado mediante salvamentos arqueológicos que se realizaron en años anteriores, durante la construcción del Metro, d el Circuito Interior y, recientemente, de la Estela de Luz. En 2005, refiere el arqueólogo, durante trabajos de infraestructura que se realizaron en la Puerta de los Leones, se hallaron unos 30 esqueletos humanos que correspondían al panteón colonial de ese asentamiento indígena.
Ahora, con esta obra que excavará a profundidad, hay altas probabilidades de encontrar más restos de ese cementerio colonial y su capilla. En algunas áreas, explica, también podrían hallarse vestigios de casas habitación o materiales que aporten información sobre este pueblo indígena, cuya actividad principal debió ser la pesca.
“Dada su cercanía al agua, al estar a la orilla del lago, seguramente fue un asentamiento de pescadores”, señala Sánchez Nava, quien agrega que a esa misma altura, en Popotla, hace unos años se encontró también una casa de pescadores, “con su canoa, restos de red y sus pesas”.
Precisamente por tratarse de un espacio a la orilla del lago, el arqueólogo asegura que también podrían encontrarse restos de paleofauna. “En excavaciones anteriores realizadas en avenida Reforma también se han encontrado restos de paleofauna, restos de mamut, de aves migratorias. Se descubrieron a grandes profundidades y esta obra sí bajará mucho, entonces sí existe la posibilidad de encontrar fauna del Pleistoceno porque estamos hablando de la orilla del lago, donde crecían muchas plantas comestibles para este tipo de fauna que bajaba, comía y se hundía al acercarse mucho a la parte fangosa del lago”, comenta.
“La orilla del lago llegaba más o menos hasta ahí, lo que ahora es Circuito Interior. Ahí la topografía comienza a subir, hasta que se llega a la parte alta del cerro y hacia el poniente”, señala.
Además, por el culto sistemático que desde la época prehispánica y hasta nuestros días se ha tenido hacia el cerro de Chapultepec y sus manantiales, los arqueólogos consideran que también emergerán restos de cerámica prehispánica, así como vestigios arquitectónicos de sistemas hidráhulicos de la época virreinal y moderna.
“Sabemos que Chapultepec tiene presencia humana desde 1200 a.C. Se han encontrado restos desde el periodo formativo, asentamientos tepanecas, presencia teotihuacana, tolteca, mexica y de este pueblo indígena”, señala Sánchez Nava al destacar la importancia arqueológica e histórica que posee esa zona. “Hay la certeza de que existen vestigios interesantes para la arqueología, para reconstruir estos procesos; de eso no hay ninguna duda. Pero también tenemos la certeza de que ya no vamos a encontrar elementos de tales características que pudieran inhibir una eventual obra”, aclara.
“Nosotros no autorizamos obras, no es nuestro papel ni como coordinación de Arqueología ni la de Salvamento, lo que hacemos es recuperar la evidencia y en el remoto caso que encontráramos, por ejemplo, vestigios de la capilla del panteón y hay interés de dejar la huella, se puede dejar ese testigo y armonizarlo con el proyecto”, explica.
—¿En qué casos sí se pararía la obra?
—En el caso de que nos encontráramos un “Templo Menor” o a la hermana de la Coyolxauhqui, pero eso no va a ocurrir porque ya habido otras intervenciones en épocas anteriores.
Una de esas intervenciones es la de los años 60, cuando se construyó el Metro. Según los reportes de ese salvamento, comenta Sánchez Nava, se recuperó cerámica, restos de un sistema de canales que corría de Chapultepec hacia la parte oriente de la ciudad, así como vestigios de un camino prehispánico que se usó hasta finales del siglo XIX. La más reciente intervención fue cuando se construyó la Estela de Luz, donde se recuperó cerámica prehispánica y colonial, elementos arquitectónicos asociados al acueducto de La Verónica, uno de los dos que abastecía de agua potable a la ciudad.
Sánchez Nava aclara que el proyecto de salvamento arqueológico es independiente del que encabeza la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos respecto al destino que tendrá la fuente virreinal, cuya autorización para su rehabilitación sigue pendiente. “El sistema que van a emplear es encajonarla y girarla. Esta idea de desmontarla es utópica, implica mucho riesgo. Seguramente van a optar por el sistema más seguro y más sencillo, es decir, sólo la van a girar. Esa fuente está al revés porque la han movido varias veces y no está en su posición original”, comenta.
“La propuesta del INAH es girarla solo unos metros para que quede en su posición original. El problema es que la mitad de la fuente está apoyada en la construcción del Metro y la otra no, eso provoca que haya movimiento, por eso tiene esa fractura”, añade.