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Resultado de tres años de investigación fue publicado el libro “Los señores del oro. Producción, circulación y consumo de oro entre los mexicas”, cuyo objetivo es adentrarse en el conocimiento del metal y su importancia como símbolo de estatus.
De la autoría de Oscar Moisés Torres Montúfar, el material fue editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y presentada en el Museo del Templo Mayor.
El volumen explica cómo llegaba el metal a México-Tenochtitlan, via tributo y gracias al comercio, y cómo se destinaba a los altos gobernantes.
Gobernantes como huey tlatoani (gran señor), mostraba su estatus portando una diadema de oro, símbolo de nobleza y jerarquía, así como narigueras, orejeras, brazaletes y colgantes, elaborados con dicho material y con piedras y plumas preciosas.
Según Torres Montúfar, los gobernantes mexicas también utilizaban este metal para sellar alianzas y acuerdos políticos y diplomáticos, como cuando Moctezuma Xocoyotzin remitió una cantidad de regalos de oro al ejército de Hernán Cortés y sus aliados indígenas, según lo relatado por Bernal Díaz del Castillo (1492-1585).
El investigador añadió que los centros de extracción del oro se ubicaban en la sierra de los actuales estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
Una vez que estas poblaciones fueron conquistadas por los mexicas, se les exigía que periódicamente suministraran materias primas: telas de algodón, plumas preciosas y oro.
“En Tenochtitlan no hubo gran cantidad de oro, como en otros sitios prehispánicos de Sudamérica, sin embargo, una de las apuestas de este libro es dar a conocer que la escasez de este metal fue un factor histórico. Si el oro hubiera sido una materia prima abundante no habría sido valioso”, consideró.
Hugo García, historiador de la Universidad Nacional Autónoma de México, destacó que “mostrar la manera cómo un grupo humano se interesó en el proceso de elaboración y consumo de objetos manufacturados con oro, con la intención de exhibir su superioridad, adentra a los lectores en el mundo de esta materia prima”.
Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor, ponderó la iniciativa de Torres y recordó que cada vez se hacen menos libros de esta extensión y calidad, de ahí que fuera apoyado de manera irrestricta por el INAH.
rqm