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ssierra@eluniversal.com.mx
En las destrucciones de piratería que lleva a cabo la Procuraduría General de la República (PGR) es habitual que objetos como ropa, libros, tenis, películas y DVD terminen hechos polvo. Ayer, en cambio, la destrucción ocurrió con un tipo de piezas que nunca antes se habían visto en uno de estos eventos: fueron 93 esculturas falsas de bronce de distintos tamaños y colores que terminaron cercenadas.
El acto marcó el culmen de un proceso judicial que inició en 2014, cuando el Estudio de Jorge Marín presentó una denuncia por la comercialización de esculturas falsas que utilizaban su firma (la cual está registrada como marca). Tras la denuncia se llegó, en septiembre, a la incautación en dos operativos, en Iztapalapa e Ixtapaluca (estado de México) de las 93 esculturas que ayer se partieron en pedazos.
La cita fue en las oficinas de Vallejo de la PGR, al norte de la ciudad. Las piezas de pequeño y mediano tamaño se ubicaron en mesas, mientras que las más grandes —una de las cuales pesaba media tonelada— se hallaban en el piso. Fue la más grande, una escultura con las características alas de los personajes de Marín, la primera en ser cercenada, para lo cual se requirió de un soplete de plasma. El subprocurador especializado en Investigación de Delitos Criminales de la PGR, José Medina Romero, hizo el primer corte. Protegido como los demás, con casco y tapabocas, cortó el ala derecha de la pieza, y luego el propio Jorge Marín retiró la otra ala. Los participantes, reunidos alrededor, aplaudieron.
A partir de ahí, cinco técnicos, provistos con esmeriles, fueron cortando las piezas, 93 en total, todas de bronce. El olor y el sonido de las sierras se extendieron en el espacio. Había copias muy similares a las que trabaja el artista, otras eran piezas con variantes que los falsificadores introdujeron.
Piezas como éstas fueron las que llevaron a la investigadora de la PGR, Penélope Rivas, a seguir la pista desde puestos callejeros de venta de artesanías en La Lagunilla, hasta los dos talleres donde se distribuían las obras apócrifas de Marín y otros creadores.
Rivas, quien ayer estaba en el evento de destrucción de esta piratería, contó que lo más difícil de la investigación fue llegar como compradora de obras de arte para poder acceder, finalmente, hasta las instalaciones donde se resguardaban las piezas para su venta. Su primera visita a La Lagunilla la introdujo a un mundo que desconocía, y fue así como encontró que en aquellos talleres había falsos de Leonora Carrington y Fernando Botero, entre otros. Sucede que las obras ayer destruidas, relató, eran la mitad de las que había en aquellos talleres, sin embargo, los operativos sólo procedían en el caso de falsos de Marín, porque era él quien había interpuesto la demanda.
A lo largo de la investigación ella contrastó cómo piezas falsas de Jorge Marín se ofertaban a 3, 4 o 5 mil pesos en la calle, mientras que el precio aproximado de las originales, de igual tamaño, podría ser de 2 mil 800 dólares aproximadamente, cada una.
Una nueva escultura. Mientras que en otros eventos de destrucción de material apócrifo, empresas externas se encargan de la destrucción y recolección del material que queda al final, en el de ayer las partes en que fueron partidas las piezas falsas tendrán una nueva vida. Pasarán a ser una escultura concebida por Javier Marín. Su hermano, el escultor Jorge Marín, explicó: “Con todos los restos o pedacería de la obra (él planea) formar una esfera muy grande, de aproximadamente 6 metros de altura, una esfera que quedará inconclusa e irá construyéndose con toda la obra incautada. Lo ideal es que esté en un lugar público para que los ciudadanos recordemos que existen los derechos de autor”, dijo Marín. Sin embargo, no adelantó el lugar donde esta nueva pieza se instalará.
Cita sin precedentes. En el evento de ayer, que muchos describieron como un acto excepcional, el subprocurador Medina Romero declaró que en 2015 se lograron muy importantes metas en el combate en delitos contra la propiedad intelectual, como “el aseguramiento de casi 9 millones de objetos del delito, que reproducían derechos de autor de forma no autorizada, que falsificaban marcas, patentes. Fueron más de 700 actividades operativas”. Destacó la creación de una dirección encargada de la atención de delitos contra propiedad intelectual en medios digitales que tiene alrededor de 35 investigaciones en curso con relación a temas vinculados a piratería digital.
Como una forma de luchar contra el delito de piratería comentó que se trabaja de manera coordinada para alentar una iniciativa en el Senado de la República: “Así lo ha instruido la procuradora (Arely Gómez), a efecto de que se hagan modificaciones a la ley correspondiente”, dijo el subprocurador.
Arturo Ancona, titular de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos contra los Derechos de Autor y Propiedad Industrial de la PGR (UEIDDAPI), exhortó a artistas e inventores a asesorarse y acercarse o coadyuvar con estas instancias y describió esta destrucción como un acto que marca un precedente en la procuración de justicia para la observancia para los derechos de propiedad intelectual.
Jorge Reza, abogado de Marín, confirmó que se llevan a cabo otras cinco investigaciones en la UEIDDAPI por reproducción y comercio de obra falsa del artista. Explicó que adelantan una propuesta para que se revise el marco legal de la protección y tutela del arte: “La falsificación daña severamente una cadena productiva de la que forman parte no sólo el artista sino (en la escultura), modelistas, asistentes, patinadores, fundidores, soldadores, transportadores, museógrafos, galeristas, fotógrafos, y coleccionistas”.