Más Información
TEPJF batea impugnaciones contra convocatoria y "tómbola" de elección judicial; ordena al Senado regular juzgadores sin adscripción
IMSS Bienestar instala mesa para solucionar conflictos laborales; se compromete a pagar en un plazo no mayor a 4 meses
Alito Moreno se reúne con Julio María Sanguinetti, expresidente de Uruguay; buscan fortalecer lazos en América Latina
Inai busca participar en elaboración de leyes secundarias de Transparencia; “queremos incidir en la nueva legislación", piden comisionados
Detención de “El Cholo Palacios” clave para esclarecer Caso Ayotzinapa, afirma Alejandro Encinas; testimonio podría revelar paradero de estudiantes
El ruido del estallido de minas proveniente de la zona arqueológica de Palmira se oye cada cinco minutos desde distintas zonas de esta ciudad siria, donde zapadores del Ejército ruso trabajan para limpiar las ruinas grecorromanas de explosivos.
La parte antigua de la población, que es Patrimonio Mundial de la Unesco, continúa siendo un campo de minas más de dos semanas después de que las fuerzas armadas sirias expulsaran al grupo terrorista Estado Islámico (EI), que tuvo Palmira bajo su yugo durante diez meses.
Hasta ahora, los ingenieros castrenses han encontrado más de 3 mil minas colocadas por los extremistas en la franja de territorio que va desde el área arqueológica hasta la ciudadela histórica de Fajr Edin al Maani II, que se eleva sobre un monte en las afueras, explicó una fuente militar siria en el lugar.
Esta fuente detalló que los zapadores rusos actúan "con gran precisión" con perros y robots para dejar el lugar limpio de explosivos.
En el pasado, Palmira, que está ubicada en el desierto del este de la provincia central de Homs, fue una de las principales atracciones turísticas de Siria, pero ahora es pasto de la destrucción.
Un blindado ruso vigila el camino que conduce a las ruinas grecorromanas, al que no se puede acceder por las labores de desminado.
Junto a esa carretera está el Museo de Palmira, que tampoco se ha librado de los destrozos y en cuyo interior se ha encontrado un artefacto explosivo, según se pudo saber.
La entrada al edificio del museo está vetada a los periodistas, pero se puede pasar a su jardín donde muchos árboles están partidos por la mitad y los sacos terreros se amontonan en uno de los muros.
Desde hace una semana, aquí trabaja una veintena de arqueólogos, arquitectos e ingenieros sirios y polacos para evaluar los daños en las antigüedades.
"Estamos documentando los destrozos, pero hasta ahora no tenemos un porcentaje preciso (de destrucción) porque hay algunas zonas a las que no podemos llegar por la presencia de minas y bombas", explicó el director de Museos de la Dirección General siria de Antigüedades, Ahmed al Dib.
Debido a la tarea de desminado en la parte antigua, la labor de los expertos se concentra en el museo donde, aparte de estudiar los daños, están recopilando trozos de estatuas destruidas por el EI.
Más de 400 piezas fueron sacadas de Palmira por las autoridades antes de la irrupción de los extremistas el 20 de mayo pasado que, no obstante, no pudieron poner a salvo objetos grandes como sarcófagos y algunas estatuas con forma de busto.
El grupo polaco del equipo de expertos se encargará de restaurar la estatua del león de Al Lat, situada junto a la verja de entrada al museo.
Apostado delante del "león", Al Dib detalló que la figura, que data del sigo II d.C, simboliza "la valentía, la fuerza, la velocidad y la mansedumbre, y es una de las estatuas más importantes de Palmira".
Apenas se aprecia que anteriormente estaba allí la estatua del felino, cuyos pedazos están esparcidos alrededor del pedestal.
En las ruinas grecorromanas, el EI dinamitó los templos de Bel y de Bal Shamín, así como el Arco del Triunfo.
"La destrucción es del 30 % en el templo de Bel, mientras que es menor en Bal Shamín y en el Arco del Triunfo", indicó Al Dib.
Para evaluar el estado de las ruinas, las autoridades están empleando drones para fotografiarlas desde el aire.
El director general de las Antigüedades y Museos de Siria, Mamún Abdelkarim, estuvo dentro de la zona arqueológica una semana después de la toma de Pamira por el Ejército, pero admite que asumió riesgos porque quedan artefactos enterrados.
Desde su despacho en Damasco, Abdelkarim dijo que la destrucción en el templo Bal Shamin se concentra en su cámara central, ya que las columnas están intactas.
"Nosotros apostamos más por la restauración que por la reconstrucción", puntualizó Abdelkarim, quien señaló que si hay seguridad, paz y fondos posiblemente los monumentos de Palmira podrían quedar restaurados en cinco años.
Y "si las circunstancias son adecuadas se podría empezar la restauración en un año si la guerra acaba", adelantó el responsable.
Sin embargo, todavía queda lo más importante, que es desactivar los explosivos. Abdelkarim desconoce cuándo finalizará el desminado de las ruinas, aunque prevé que "a lo mejor en veinte días o un mes".
rqm