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Si las cifras de venta, exhibición y presencia en colecciones de obras de mujeres artistas arrojan profundos contrastes frente al caso de los hombres, la situación de la investigación de esas obras de arte y de los aportes de esas artistas, el olvido de muchas de sus piezas en las bodegas de los museos, o el interés, a menudo más por el personaje que por las piezas resultan todavía más preocupantes, reconocen artistas, académicos y curadores.
La curadora y maestra de la Universidad Iberoamericana, Karen Cordero, considera que es necesaria una revisión y transformación de los modos del arte, de las palabras que usamos, y advierte que hay problemas de origen en cuanto a las fuentes de investigación:
“Es importante aumentar el número de colecciones artistas en museos, revisar la situación en ese sentido, pero creo que poner exposiciones de mujeres artistas no implica transformar el discurso sobre las obras. Una cosa es realizar exposiciones de mujeres artistas y otra es realizar una exposición que tiene una perspectiva crítica de la problemática de género, sean mujeres, hombres artistas, cualquier tema”, afirma Cordero, curadora de la exposición Si tiene dudas: pregunte: una retrocolectiva de Mónica Mayer, que se presenta actualmente en el MUAC.
Cordero, en dos ocasiones, fue invitada a hacer exposiciones que revisaban colecciones desde una perspectiva de género, en el MAM y en el Carrillo Gil, pero no se lograron: “Al presentar los resultados, por una razón u otra, hubo reticencias”, dice.
Para Cordero es importante la inclusión pero es importante también la transformación del lenguaje y el modo de pensar el sistema artístico: “Se sigue percibiendo el campo de inclusión como una especie de concesión. No hay un sentido de transformar las estructuras artísticas como tarea de transformación cultural de todos los días”.
El curador independiente Octavio Avendaño, quien en el Museo de Arte Moderno curó exposiciones como Silencio, rumor, grito y Lorena Wolffer. Expuestas: registros públicos, detalla que aunque en el pasado del MAM hubo exposiciones sobre artistas, muchas se hicieron desde una perspectiva muy evidente, solo pensando en reunir obra producida por mujeres.
Al curar la exposición Silencio... encontró que en el acervo del MAM, donde existen 315 obras de mujeres frente a más de 2 mil 600 de hombres, había muchas latinoamericanas, como Maria Martorell, Mercedes Pardo y Fanny Sanín que, tras haber sido expuestas en muestras organizadas por Fernando Gamboa, acababan en las bodegas. “Hay un desdén por investigar los acervos de las instituciones públicas, se trabaja, en la mayoría de las instituciones, con la lógica de exhibir los ‘grandes nombres’, y eso limita el estudio”.
Para Avendaño, la diferencia de cifras entre mujeres y hombres artistas en espacios como los de las galerías es un asunto que va más allá de un número. Considera que “podría ser riesgoso tratar de llegar a una equidad como la del Legislativo, 50 y 50; es un riesgo en términos de no ser capaces de generar un posicionamiento crítico acerca de qué está sucediendo. Porque puede haber muchas condiciones que no nos gustaría conocer, algunas artistas se han dedicado a la familia, otras se han vuelto las esposas de los artistas. El problema va más allá, es de políticas públicas, hay que empezar a cuestionar qué sucede con el coleccionismo público. En otro sentido, han sido muy importantes esfuerzos como el del Museo de las Mujeres, MUMA”.
Al hablar de la situación de las artistas, la pintora Magali Lara afirma que en México siempre ha habido diversa presencia de creadoras, pero que en las colecciones no están como tales: “Siempre son figuras derivativas. Tenemos a Frida, pero tenemos también a María Izquierdo, a las abstractas como Cordelia Urueta y Lilia Carrillo; pasa que los ensayos son un poco biográficos y hablan de cómo sufrían o de que el marido las dejó. Hay que hablar de la obra. Se les vuelve personajes, personajes derivativos, nunca hay un análisis de la obra”.
La artista Betsabeé Romero está de acuerdo en que no hay investigación de campo en México y eso limita la información a la que se pueda acceder. “No se investigan las colecciones, entonces un altísimo número de los artistas quedan fuera de nuestro conocimiento. En México falta una historiografía del arte contemporáneo”.