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La lista de los males que aquejan a El Caballito se hace más larga conforme los investigadores que trabajan en el diagnóstico avanzan y comienzan a interpretar estudios que se le han realizado a la escultura que fue atacada con ácido nítrico en septiembre de 2013.
Un diagnóstico estructural detallado, realizado por el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en coordinación con la Dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura y el Fideicomiso del Centro Histórico (FCH), advierte, entre otros problemas, el riesgo que la pieza podría correr ante un sismo debido a las grietas y oxidación que presentan las patas que soportan sus poco más de 9 toneladas de peso, y pone en entredicho uno de los mitos que por más de 200 años ha envuelto a esta obra de Manuel Tolsá: no fue fundida en una sola pieza, sino que fue ensamblada por partes.
Según los resultados de este análisis, que incluyó levantamientos arquitectónicos con escáners, registros fotográficos y modelados númericos, gran parte del peso de la escultura de bronce la soportan sólo dos patas: la delantera derecha con 5.7 toneladas y la trasera izquierda con 3.38. Una tercera carga, sólo 0.13 toneladas (130 kilos). Sin embargo, estas cifras se multiplicarían por tres si sucedería un sismo similar al de 1985. Por si fuera poco, las patas están agrietadas y las espigas de hierro que las anclan a una base de bronce y al basamento han comenzado a oxidarse. “Tenemos una complejidad enorme para intervenirlo. Las partes que lo sostienen presentan problemas estructurales, grietas. Si no nos percatamos de esto, en cualquier sismo se cae”, dice en entrevista Raúl Delgado Lamas, director de Sitios y Monumentos de la Secretaría de Cultura, instancia que desde octubre del año pasado es la encargada de coordinar los trabajos de diagnóstico y restauración de la pieza.
Para llegar a identificar estas partes débiles y sus posibles consecuencias, explica, los ingenieros y especialistas de la UNAM, analizaron los desplazamientos utilizando un modelo semejante al movimiento sísmico de 1985. “La fatiga está en las espigas de acero y las tres patas de bronce”, detalla.
La recomendación preliminar para atender estos males, dice, es soldar todas las grietas de las patas para recuperar la seguridad estructural.
Ensamblado por partes. Además de otra serie de dolencias, este estudió reveló que la escultura ecuestre en honor al rey Carlos IV fue ensamblada en siete partes, no fue fundida en una sola pieza, como se ha dicho hasta ahora. “Siempre se dijo que la escultura estaba hecha de una sola colada, no es cierto. Está hecho por partes, está ensamblado. El trabajo que Tolsá hizo con la soldadura, lo dejó a la perfección”, sostiene Delgado Lamas, mientras muestra un diseño que explica cómo habría sido el proceso de ensamble: El cuerpo del caballo es una pieza, el jinete y la silla forman otra; el resto, son partes más pequeñas: el copete, las crines, la rienda y la cola.
Estos datos identificados por los ingenieros de la UNAM corroboran uno de los planteamientos que habían advertido los primeros diagnósticos realizados por el equipo de especialistas que conformó el FCH para hacer una propuesta de restauración, asegura el arquitecto. Aclara, sin embargo, que el equipo de ingeniería de la Universidad no forma parte de aquel equipo: “Es uno nuevo, estamos integrando. Esto enriquece los trabajos”.
El pedestal y la cimentación. El estudio también identificó deterioros en el pedestal que diseñó el arquitecto de origen español Lorenzo de la Hidalga, en 1853. “Es un basamento realizado a base de concreto, que está hueco. Tiene una maya con varillas de acero, como una parrilla, que lo refuerza, pero esas varillas presentan corrosión y el óxido se está expandiendo hacia las canteras. Hay que arreglarlas”, explica Lamas.
Además, dice, hay filtraciones de humedad y esto puede desarrollar hongos. Este diagnóstico estructural también revela que con el paso de los años, la escultura se ha ido hundiendo debido a las características propias del suelo donde se ubica. “Vimos que está asentado más hacia el MUNAL”, detalla Delgado Lamas, y asegura que estos datos les permitirán decidir si la solución para nivelar la escultura es poner pilotes de control o inyectar el suelo con morteros para aumentar la resistencia del suelo, como se ha hecho en edificios como la Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional.
Para el caso de los pilotes, describe, la cimentación está preparada porque cuando la escultura fue instalada en la Plaza Tolsá en 1979, los ingenieros dejaron preparaciones para colocar los pilotes de control.
“En su momento no los pusieron porque quizá no se necesitaban, pero fueron visionarios y lo dejaron listo, en caso de que se necesitara nivelar la escultura, toda vez que el suelo de la ciudad se mueve”, indica el arquitecto Delgado Lamas.
Entre las recomendaciones que los especialistas han señalado para atender los problemas de cimentación están: realizar una nivelación topográfica tanto de la plaza como de la cimentación del pedestal, incluido el cajón del metro y las fachadas de los edificios que rodean la escultura. También recomiendan atender las partes agrietadas tanto del pavimento como de las escalinatas del basamento.
Restauración, casi lista. De acuerdo con Delgado Lamas, hasta ahora, éste es el estudio que está más completo, pero se complementará con los resultados que arrojen los análisis que a su vez realizan investigadores de diversas instituciones. “Hay información parcial en el Fideicomiso, en la UNAM, la UAM, el Politécnico y otros organismos académicos, tenemos que integrar pronto toda esa información para ordenarla y planear el proyecto ejecutivo de restauración”, explica.
Una vez diseñado ese proyecto de restauración y que se haya autorizado por el INAH, el gobierno de la Ciudad de México, a través del Fideicomiso Centro Histórico, dará paso a las licitaciones para ejecutar la obra.
El compromiso, asegura el arquitecto, es comenzar en el primer semestre de este año. “Lo más trabajoso será elaborar la conclusión del diagnóstico completo: qué vamos a hacer, qué tiene, qué le duele. En función de eso le daremos los medicamentos, pero primero queremos conocer los daños”.
Comenta que una vez que la empresa contratada comience la restauración, la Secretaría de Cultura, el INAH y el Gobierno de la Ciudad de México integrarán una Gerencia de obra, que será la encargada de la supervisión técnica y normativa de los trabajos.
Delgado Lamas argumenta que la tardanza en todos estos procesos se debe a los cambios que se han dado en el gobierno local y a la transformación de Conaculta en Secretaría de Cultura, la cual, dice, está construyendo su reglamento interior y con ello su nueva organización.
Mientras tanto, la escultura continúa acordonada por andamios, en espera de que los restauradores reviertan el daño que trabajadores no profesionales, contratados por el Gobierno de la Ciudad de México, le provocaron en septiembre de 2013. Esa intervención, suspendida por el INAH, provocó daños irreversibles en 50 % de la piel de la escultura y una parte del pedestal debido al uso de ácido nítrico.