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El secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, asegura que los derechos laborales serán respetados siempre y cuando estén amparados por la ley, es decir, podrían revisarse usos y costumbres heredados del sindicalimo educativo, como la herencia o compra de plazas, comisionados sin comisión, plazas sin perfiles, aviadores en comisión, ineficaz transparencia de recursos; además, no habrá subsecretarías ni unidades porque, dice, sería “darle en la torre a la tarea cultural” porque implicaría “dar una formalidad y un acartonamiento” al sector.

A pocas semanas de ser creada la dependencia, Tovar y de Teresa vislumbra un amplio ahorro que se generará al eliminar las duplicidades y asegura no tener miedo al recorte presupuestal que podría darse a nivel federal frente a la crisis económica nacional.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el secretario de Cultura adelanta algunos de los temas que desarrollará a lo largo de su gestión.

Frente a la crisis económica, ¿se ha planteado un plan de acción?

No hemos recibido ninguna indicación. El año pasado tuvimos recorte fuerte, pero Hacienda nos restituyó la mitad. A mí, los recortes no me asusten. 1995 fue un año muy fuerte para México y prácticamente no interrumpimos nada. A mí, en el primer año de gestión, me quitaron casi 2 mil 900 millones de pesos, fue un escándalo. ¿En qué momento se los dije? Simplemente reordenamos las cosas. Conozco tan bien la institución que sabremos muy bien ajustarnos.

Ha dicho que tiene muy claras las duplicidades. ¿Ejemplos?

Las publicaciones. Cada institución tiene un programa de publicaciones y en la mayoría no hay coordinación con la Dirección de Publicaciones. Si podemos englobar todo en un sólo programa, respetando la responsabilidad de los contenidos, nos vamos a ahorrar un chorro de dinero. En la parte de la contratación de artistas nacionales e internacionales también. La Sinfónica Nacional, el Cervantino, la OBA, los festivales que se apoyan, todos hacen contrataciones por su cuenta, deberíamos tener una política junto con los estados para decir cómo vamos a organizar la gira del gran artista, así nos vamos a ahorrar mucho dinero.

En la agenda digital hay una desvinculación institucional porque cada institución cumple con su tarea en este sentido, por ejemplo el INAH con su mediateca, pero si pensamos en reunir todo a través de plataformas únicas, el ahorro será enorme; los videos, algunos los hacemos aquí, otros los encargan por fuera, sólo una unidad debería hacerlo y entonces podremos ahorrar. Si contratamos a una orquesta será para mil 500 personas, pero si le metemos pantallas será un asunto para 200 mil, y ya no se dará el caso de que cada quien contrate sus pantallas. El tema no es ahorrar, sino llevar a 100 lugares lo que antes llegaba sólo a 40.

¿Cómo quedan instituciones como IMCINE, Estudios Churubusco?

Las cuatro instituciones que llevan ese tema son, de alguna manera, la cadena cinematográfica. Aunque no esté establecido, es importante que se dé una coordinación y que la haga el director de IMCINE, sin que cada institución pierda su propia responsabilidad y todas sigan con sus órganos de control. Seguiremos igual, pero coordinados en políticas sustantivas.

¿Qué pasará con Canal 22?

Debe ser una parte fundamental de la agenda digital. José María Pérez Gay hizo un espléndido trabajo, pero el Canal se creó hace 25 años. Lo tenemos que vincular a la agenda digital, que se pueda, por ejemplo, consultar en plataformas y eso nos ayudará con la difusión. Estamos por lanzar una plataforma, de varias, que tiene que ver con los streamings y el Canal 22 será fundamental para ello, tenemos que aprovechar su experiencia. Estamos en una época en la que los logos desaparecen y lo importante es la función. ¿Saben lo que nos vamos a ahorrar si sólo hacemos una cartelera, en lugar de que cada institución haga la suya? ¿Qué cuánto vamos a ahorrar? Pues de poquito en poquito se llena el jarrito. Más que el ahorro, vamos a redireccionar esfuerzos, pues ahora se encuentra uno con personas que tienen la misma función en 10 áreas de lo que era Conaculta.

¿Estas modificaciones impactarán en los recursos humanos?

Nosotros hablamos de que no se afectarían los derechos, en principio no pensaría en que la gente se va, pero en esa redirección a lo mejor se les puede dar la opción de (estar en) otras áreas que están flojas.

Sin embargo hay derechos que por asuntos de sindicalismo son indefendibles en muchos sentidos.

Yo hablo de los derechos reconocidos por la ley, con eso contesto todo. Los otros no están reconocidos en ninguna ley, esos eran derechos políticos. Nosotros no vamos a ver los políticos. Los que cada trabajador tenga y sean amparados por la ley, son los que se respetarán. Una cosa es que a lo mejor nosotros pudiéramos decir: ‘ok, para que no haya bronca, decimos esto y lo respetamos’. Pero hay instituciones muy pragmáticas, como la Secretaría de Hacienda, a las que le dan exactamente igual las argumentaciones ideológicas. ‘A ver, tú, este derecho, de acuerdo a la ley, ¿te corresponde o no te corresponde?’ Y ahí es donde se van a revisar muchas cosas. Esto es algo que ya habíamos empezado desde el año pasado en Conaculta; en el INBA y en el INAH no por su independencia. Creo que nadie, en su sano juicio, puede estar recibiendo los beneficios y derechos que la ley no les ampara; esto es lo que ha detenido al país, en el fondo eso es la reforma educativa.

Voces argumentan que fue un error decir que se garantizaban los derechos, porque justo la secretaría daba pie a hacer una revisión.

Pero siempre están las notas al pie de página y es que sean derechos reconocidos por la ley y no hay funcionario que pueda contra la ley.

¿Están listos para la reacción que habrá de los trabajadores?

Sí, pero nadie tiene que temer nada. ¿Dónde podrían ser las áreas en la que podría haber brincos? Ciertas áreas de protección de patrimonio, la parte de custodios, pues siempre habrá custodios; en la operación teatral, pues siempre se van a necesitar. Hay una conciencia muy clara de que estamos en una nueva etapa.

Lo siguiente es el reglamento y la Ley de Cultura. ¿Cómo van?

Sí, tenemos la obligación y la necesidad de sacar rápido el reglamento porque es el que definirá la forma de operación. Hay dos caminos, uno es pensar en los términos de una secretaría tradicional o partir de la experiencia de Conaculta. Tenemos que tener mecanismos mucho más flexibles e incluyentes. Yo no puedo llegar a la conclusión de decir que habrá tales subsecretarías o tales unidades, porque le daremos en la torre a lo que es la tarea cultural, en ese momento le daríamos una formalidad y acartonamiento que no es acorde con el tema cultural. Alguien me decía que se puede crear una subsecretaría de patrimonio, pero para eso ya existe el INAH y el INBA, que ya tienen perfectamente delimitadas sus responsabilidades, pero hay que revisarlas porque el INBA tiene todo el siglo XX y su infraestructura es mínima, entonces tenemos que tener una reorganización de funciones. Es un tema específico que implica actos de autoridad, hay muchísimos otros con los que no podemos pensar en acartonamientos. El reto es actualizar y hacer más eficientes las cosas y tengo una encomienda muy clara del Presidente: ni más burocracia ni más presupuesto.

A mí me urge el reglamento, ya quisiera empezar a reorganizar ciertas áreas. Estamos a tres años de que termine el gobierno, la curva de aprendizaje es muy cara en este país. ¿Hay áreas que deben cambiar de rostro porque se creó la Secretaría? Honestamente, no lo amerita. El Estado ya invirtió en ellos y ahí hay gente que tiene experiencia. Hay otros (cambios) que se tienen que dar independientemente de que se haya creado la Secretaría. Hay gente que honestamente ya no corresponde con esta nueva visión. Habrá una renovación.

En la Ley debe participar el Poder Legislativo y los creadores ¿Qué es en el fondo la Ley de Cultura? Es llevar al papel y del papel a la realidad, hacer valer los derechos culturales que se incoporaron en la Constitución en 2009. No es inventar una nueva temática cultural. Alguien decía en las discusiones de los legisladores que hay que definir qué es cultura. A ver. No. El Programa (Nacional de Cultura) ya lo hicimos, lo otro es el reglamento y lo otro era la Secretaría de Cultura. Si hubo polémica en noviembre y diciembre es que hubo confusión porque se mezcló todo. Es algo que tenemos que discutir con los le
gisladores y nos tenemos que poner un límite de tiempo. Mi propuesta parte de una premisa: escuchar todas voces.

La Secretaría no estaba en los planes de este sexenio hasta el año pasado. ¿El conflicto de los pagos en 2014 y la llegada de Aurelio Nuño fueron el parteaguas?

Es un tema que se había planteado desde hace mucho tiempo, pero se tenían que dar las condiciones. (Se necesitaba de) un secretario de Educación que tuviera la voluntad política de desprenderse de la responsabilidad cultural. La llegada de Aurelio Nuño fue fundamental porque tiene una visión moderna de la educación y de la administración misma, vio que esta era una situación que se venía arrastrando en los últimos 30 años. Probablemente lo óptimo es que desde antes de Conaculta hubiera existido la secretaría, pero yo trabajé como si lo fuera en las dos administraciones que tuve y traté de tener un programa cultural integral. Cuando regreso a la institución vuelvo a ver las cosas como un conjunto. Y, efectivamente, el hecho que ejemplifica que Cultura debe tener su propia dinámica lo dan ciertas situaciones presupuestales a finales de 2014 que resolvimos bien.

¿Hubo alguna otra coyuntura?

No. Imagínese todo lo que podremos hacer ahora con más libertad. El primer año, la SEP nos retiró 840 millones de pesos.

¿De quién partió la idea de la Secretaría de Cultura?

Del Presidente de la República, es un político de su tiempo. El mérito completo es de él, nosotros somos ejecutores y Aurelio Nuño jugó un papel muy importante.

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