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Francisco Godínez, investigador del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM, trabaja en el desarrollo de unos amortiguadores magnéticos que, en una primera fase, se aplicarían como un sistema de suspensión en bicicletas.
A diferencia de un sistema de suspensión convencional, que es mecánico y usa resortes y un fluido, estos amortiguadores magnéticos se basan en dos principios: la generación de corrientes de Eddy en un conductor y la fuerza de repulsión entre dos imanes permanentes.
“Con estos principios se puede replicar el funcionamiento de los amortiguadores mecánicos. En un medio conductor (aluminio, cobre, etcétera), las corrientes de Eddy generan, por el efecto Joule, calentamiento y disipan energía”, dice Godínez.
Una ventaja de estos amortiguadores magnéticos es que tendrían una vida muy larga. La magnetización de los imanes, trabajando en un rango de temperaturas adecuado, baja en 10% en el lapso de 100 años. Los resortes tienen un periodo de vida más corto.
Por el momento, estos amortiguadores magnéticos conforman una suspensión pasiva; su respuesta no se adapta a las condiciones del camino, como la de los amortiguadores magnetoreológicos que traen los vehículos de lujo.
“Utilizan fluidos ferromagnéticos que, según su reología, responden a la intensidad de diferentes campos magnéticos. Así, para que los amortiguadores magnéticos se endurezcan ante un bache, dichos fluidos se someten a una corriente eléctrica que hace que cambien sus propiedades”, explica Godínez.
La siguiente etapa consiste precisamente en caracterizar la respuesta de estos amortiguadores magnéticos ante diversas situaciones de carga. Con ese fin se emulará su comportamiento ante los baches de un camino. La idea es medir cómo cambia la fuerza en su base.
Para aplicarlos como un sistema de suspensión en una bicicleta, ya se han construido algunas piezas, como el aro de ésta, pero el investigador aún no sabe si patentar este arreglo o sólo los amortiguadores magnéticos.