A partir del estudio de grafitis del siglo XVI, del Ex Convento de San Francisco de Asís, en Tepeapulco, Hidalgo, se hace una reconstrucción histórico-arqueológica de este municipio y se investiga esta expresión plástica mexicana y su evolución, informaron Pascual Tinoco Quesnel y Elías Rodríguez Vázquez, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En un comunicado de la dependencia, los investigadores abundaron que los grafiteros de ese siglo plasmaron diversas escenas de la vida cotidiana en distintos sitios de ese conjunto conventual, el cual sobresale por albergar el templo de San Hipólito, lugar donde fray Bernardino de Sahagún inició la redacción de su obra cumbre: “Historia General de las Cosas de la Nueva España (1558-1561)”, y que posteriormente terminó en Tlatelolco.
El análisis de este conjunto de figuras, realizado en otoño de 2005, se reúne en el libro “Grafitis novohispanos de Tepeapulco, siglo XVI”, que a nueve años de haberse editado (2006), es un referente de consulta sobre el estudio del grafiti antiguo y es punto de partida de una investigación más amplia sobre el tema del que se conoce poco, expresaron.
Lugares como el confesionario de la iglesia, las bóvedas o el huerto, guardan vestigios de estos trazos realizados por autores anónimos. Pero, muchos han desaparecido de los muros al haber sido resanados con cal por mandato de los sacerdotes, señalaron los arqueólogos.
Una de las escenas más representadas es la celebración de Corpus Christi, que se realizó por vez primera en la Nueva España el 11 de agosto de 1529. Figuras de vírgenes, diablos, el ritual del palo volador, castillos pirotécnicos, soldados con pantalones bombachos, espadas o con armadura, así como caballos con jinetes y fiestas taurinas que representan las costumbres medievales de la época, develan parte de esta celebración.
De representaciones prehispánicas, encontraron algunas imágenes de pirámides y del dios Tláloc. Otros trazos muestran caminos, perros, aves, banderas, estrellas, soles, peces y sirenas, éstas últimas (símbolos mitológicos de finales de la Edad Media) aluden al vínculo que la región sostenía con el ámbito lacustre, ya que cerca de Tepeapulco se localiza el Lago de Tecocomulco, de los últimos de la Cuenca de México.
Asimismo, se vislumbran dibujos de los “tamemes”, cargadores que en la época prehispánica, entre 1500 y 1518, acompañaban a los vendedores por los caminos rurales para la venta de productos en Mesoamérica.
En su libro, Pascual Tinoco y Elías Rodríguez analizan además el concepto de grafiti y la geografía histórica de la región de Tepeapulco y los pueblos aledaños. También hacen mención de los estilos arquitectónicos (romántico, mozárabe y plateresco) en los cuales se manifestó la influencia gótica del Viejo Mundo, la tauromaquia —muy presente en los grafitis del ex convento— y la crianza de ganado bovino y caballar en el virreinato de la Nueva España.
Tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo, estos trazos han sido una expresión cultural de los pueblos y prevalecen más en los edificios medievales de España, en sitios romanos y de Oriente Medio, apuntó Elías Rodríguez.
“En México hay trazos de grafitis que datan de 1847 durante la invasión estadounidense al Castillo de Chapultepec, realizados por los cadetes del Colegio Militar, así como algunos hechos por los soldados de Francisco Villa, por mencionar algunos”.
Algunos de los textos del libro “Grafitis novohispanos de Tepeapulco, siglo XVI” han sido traducidos al catalán, francés, chino, japonés, portugués, entre otros.
rqm