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Halladas en la Cueva de San Borjitas en Baja California Sur (BCS), las pinturas rupestres que presentan una de las policromías más ricas, conforman uno de los vestigios más antiguos del estilo denominado "Gran Mural".
Así lo informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), al precisar que se trata de diseños de grandes dimensiones que son testimonio de la memoria de los habitantes de hace siete mil 500 años en la cordillera de Baja California Sur.
Este sitio ubicado en la Sierra de Guadalupe, es una caverna de techo plano y bajo, posiblemente, uno de los sitios donde comenzó a desarrollarse el estilo "Gran Mural" en Baja California Sur, sin confirmarlo aún, pero estudios recientes así lo sugieren.
Por ello fue inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en diciembre de 1993 y es una de las tres zonas arqueológicas abiertas al público, que puede encontrarse con un paisaje natural, ya que la cueva y las pinturas se encuentran junto a la afluencia de pequeños arroyos.
El público deberá subir una sinuosa pendiente de suelo pedregoso para llegar a la caverna. Una vez en su interior, la boca de ésta es una ventana a la sierra y a la vegetación del lugar que está compuesta por matorrales, frondosos mezquites y pitahayas de fruto dulce.
San Borjitas está ubicado al oeste de la población de Mulegé, a unos kilómetros del Golfo de California y cuenta con una cueva de sólo 50 metros de frente pero con una profundidad que alcanza los 60 metros, describió María de la Luz Gutiérrez, arqueóloga del INAH, quien ha registrado 120 motivos de grandes dimensiones plasmados en toda la cavidad pétrea donde habitaron los indígenas cochimíes, ya extintos.
La investigadora explicó que estudios realizados recientemente han permitido identificar por lo menos cinco subestilos plásticos que surgieron entre los siglos I a.C. y XIV d.C como son Rojo sobre granito, San Francisco, La Trinidad, San Borjitas y Bahía Concepción, y dos tendencias recientemente descritas: Guajademí y La Matanza.
María de la Luz Gutiérrez advierte indicadores de que el estilo "Gran Mural" pudo iniciar en la sierra de Guadalupe, en Cueva de San Borjitas, ya que en cientos de paneles coloreados de las sierras de Guadalupe y San Francisco, identificó varios estratos de pintura sobrepuesta.
A partir de fotografías hizo separaciones virtuales de los diseños: en las capas más antiguas del subestilo San Borjitas halló inusuales personajes perfectamente diferenciados que representan un fuerte rompimiento con el último diseño registrado de la capa de pintura más reciente que fue encontrada en el subestilo San Francisco.
En San Francisco, por una parte, abundan personajes con tocados de gran variedad de formas, que se intuye deben corresponder a distintos linajes de los grupos serranos; mientras que en las capas de pintura de subestilo San Borjitas, se hallaron sólo 10 formas de cabeza y/o tocados, pero en cambio halló una gran riqueza de patrones cromáticos que sumaron 12.
Es entonces que la presencia de figuras del subestilo San Francisco en la última capa de pintura del panel de San Borjitas es un indicador de que hubo una migración de grupos culturales a la sierra de Guadalupe, donde debieron llevar a cabo una especie de apropiación del espacio ocupado por otros grupos.
Otro de los descubrimientos importantes para la investigadora fue el hallazgo en el extremo noroeste de la cueva, un área de petrograbado con cientos de vulvas. A este sector lo denominó "lado femenino de la cueva", porque también ahí están representadas cuatro de las únicas siete mujeres del panel, tres de ellas asociadas con niños.
Al hacer una suma de la simbología encontrada, la arqueóloga consideró que el lugar fue muy posiblemente dedicado a la realización de ritos de paso, iniciación de adolescentes y/o fertilidad en ciertas épocas del año.
También concluyó gracias a un análisis microscópico de las secuencias de las capas pictóricas y de fechamientos por radiocarbono, que la práctica de repintar figuras y motivos se dio como parte de rituales relacionados con la personificación de ancestros y figuras míticas, para permitir la repetición del ciclo y la reafirmación de las identidades individuales y grupales.
rqm