En la zona arqueológica de Zultépec-Tecoaque, en el municipio de Calpulalpan, región tradicionalmente pulquera, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron el entierro de un dignatario, posiblemente un sacerdote o gobernante, vinculado al dios del pulque y la embriaguez.

El entierro, localizado hace una semana a seis metros de profundidad dentro de un aljibe —edificado para almacenar agua—, confirma la importancia cotidiana y ritual que esta población le dio al pulque. “Es un hallazgo que nos sorprende porque ya teníamos la representación del maguey, pero no de la deidad del pulque”, comentó ayer el arqueólogo Enrique Martínez en un recorrido por el sitio.

Junto a los restos de este individuo de alto rango, de unos 25 o 28 años, también se hallaron fragmentos de huesos de tres niños, jarras, cajetes y cuencos utilizados para contener pulque, así como un trono y una piedra en forma cilíndrica sobre los que están grabados el glifo calendárico “dos conejo” de Ometochtli, dios del pulque y la embriaguez.

Este contexto funerario que data del 1520 d.C., junto con otros objetos para explotación del maguey que se han hallado en el sitio, confirman que desde tiempos prehispánicos en Tecoaque se explotaba, producía y distribuía pulque, comentó el arqueólogo.

Desde allí, incluso, salía el pulque hacia Tenochtitlan.

Según Martínez, se trata de un hallazgo extraordinario porque es la primera vez que el entierro de un alto mandatario se localiza en una zona habitacional y no en el centro ceremonial. Esto, comentó, permite pensar en una apropiación popular de este dignatario, pues se trata de un personaje ligado al dios que les da la felicidad, la embriaguez.

El arqueólogo, que estuvo acompañado de la antropóloga física Bertha Alicia Flores Hernández, detalló que en ese entierro también se encontraron los pies de una mujer, los cuales representan el camino de Quetzalcóatl hacia el inframundo. “Segun los códices, cuando Quetzalcóatl desciende al inframundo en busca de la semilla, del maíz, va caminando y se le marcan los pies. Es decir, a la deidad se le está indicando el camino a seguir , explicó. En este caso, el inframundo es el aljibe.

Este hallazgo se registró como parte de los trabajos de investigación que arqueólogos del INAH realizan actualmente en este sitio, donde indígenas acolhuas capturaron y sacrificaron una caravana de 550 personas aliada a Hernán Cortés a principios de la Conquista.

Según el arqueólogo, durante esta temporada de trabajo se han descubierto alrededor de 500 piezas escondidas en la mayoría de los 16 aljibes que se han encontrado hasta ahora. Los habitantes del sitio habrían ocultado estos objetos pertenecientes a los cautivos españoles, antes de abandonar de manera intempestiva el lugar al enterarse que Hernán Cortés había ordenado su destrucción.

Entre esos objetos hay cerámica, figurillas, espuelas de caballo, clavos, huesos de animales y esculturas.

“Hemos explorado 2 mil 500 metros del asentamiento y el material que nos ha dado es muy rico. Tenemos, por ejemplo, un tipo de esculturas que son sacerdotes con bolsitas de copal, quemadas, pero no destruidas”, comentó.

Esos objetos, explicó, ofrecen información sobre los últimos días de ocupación de este asentamiento prehispánico que fue arrasado por los españoles en 1520, en venganza por la matanza de las 550 personas que integraban una caravana que acompañaba al conquistador español en su camino a Tenochtitlan.

rqm

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