ana.pinon@eluniversal.com.mx

En los últimos 27 años ha habido, al menos, 10 iniciativas de ley y seis proyectos para crear una secretaría de Cultura. Las propuestas han venido de diversos sectores del país: comunidad artística, dos presidentes del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Víctor Flores Olea y Sari Bermúdez; diputados de distintas legislaturas, el más comprometido fue el PAN, encabezado por Margarita Saldaña y un grupo de asesores; investigadores y especialistas en temas culturales, e incluso la UNAM.

Ninguna prosperó porque se toparon con tres grandes dificultades: detractores que aseguraban que se construiría un gran monstruo burocrático que requeriría una fuerte inversión para crearlo y para sostenerlo; la posibilidad de un enfrentamiento con los sindicatos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) e Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), adscritos a la Secretaría de Educación Pública (SEP), que se habían manifestado a favor de permanecer de lado del magisterio porque así garantizaban una fortaleza política; y la indiferencia de las fracciones parlamentarias en las legislaturas en las que se promovió.

Así lo señalan en entrevista el primer presidente del Conaculta, Víctor Flores Olea; Alfonso Suárez del Real, presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados en tiempos de Vicente Fox; Margarita Saldaña, titular de esa comisión en el pasada legislatura, y el investigador y especialista en temas culturales Carlos Lara.

La última vez que se discutió fue en abril pasado. De acuerdo con Lara y con Saldaña, se le entregó al presidente Enrique Peña Nieto la iniciativa que incluía además una Ley de Cultura y los cambios en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal que haría posible la conformación de la secretaría de Cultura. “No hubo voluntad, especialmente del PRI. No me daban argumentos para que no pasara, simplemente no sucedió después de dos años de trabajo; y había otras voces que insistían en que iba a costar mucho dinero”, recuerda Saldaña.

Lara, autor del libro Reforma Cultural, el pendiente de la transición democrática y la alternancia política, agrega que ese temor era añejo. “Uno de los grandes promotores de una secretaría fue Víctor Hugo Rascón Banda, quien presentó análisis con los que se probaba que no había razones para considerar que habría un gasto mayor”.

De acuerdo con las investigaciones de Lara, en los últimos años la iniciativa que hoy propone el Presidente es una intención que ha tenido distintos nombres: Organismo Constitucional Autónomo, Consejo con personalidad jurídica, Secretaría de Cultura, Secretaría de Comunicación y Cultura y Secretaría de Cultura, Ciencia y Tecnología.

Los primeros años. En los años 70, durante la presidencia de Luis Echeverría, surgió la idea de crear una secretaría de Cultura que sustituiría al INBA. El tema volvió a la agenda nacional a comienzos de los años 80 cuando la comunidad artística le planteó al tema a Miguel de la Madrid.

En 1988 el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari le encargó al diplomático, ensayista y fotógrafo Víctor Flores Olea crear una secretaría de Cultura. Una tarea que resultó imposible concretar en tiempos de crisis y sin voluntad política. “En esa época hubo una polémica acerca del excesivo costo que implicaban las secretarías de Estado, crear una más significaría echar más leña a la hoguera, se volvería a decir que nos volveríamos a exceder. El tema económico del momento fue el argumento principal para no crearla”, cuenta Flores Olea.

Al año siguiente, con apoyo de Octavio Paz, empezó a tomar forma el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), creado formalmente en marzo de 1989 cuando en el Diario Oficial se publicaron las facultades que le delegaba la SEP.

Desde entonces, el Conaculta ha sido presidido por Flores Olea, Rafael Tovar y de Teresa (en tres sexenios), Sari Bermúdez, Sergio Vela y Consuelo Sáizar. Sólo Bermúdez promovió la creación de una secretaría.

El actual presidente del Consejo, Tovar y de Teresa, en 2012, aseguró que su interés no era crear una secretaría de Estado sino “fortalecer” al Conaculta.

Hoy, las figuras consultadas coinciden en apuntar que sería un avance elevar a rango de secretaría de Estado a un sector que ha tenido que estar supeditado a otras secretarías.

“Tendrían que empezar por pedirle a Gobernación que deje en manos de Cultura distintos temas que van desde quién decide qué figuras deben trasladarse a la Rotonda de las Personas Ilustres hasta la Dirección de Radio, Televisión y Cinematografía”.

Suárez del Real insiste en tomar en cuenta qué pasará con los trabajadores sindicalizados y pensar, nuevamente, si es el momento idóneo en términos de situación económica para alcanzar una idea largamente planteada.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses