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abida.ventura@eluniversal.com.mx
Seiji Shinohara había llegado al país apenas 10 años antes del terremoto que sacudió a la ciudad de México el 19 de septiembre de 1985. Aquella mañana, el fotógrafo de origen japonés se encontraba en su casa, viendo el noticiero, en un edificio en la colonia Del Valle. “Pensé que me iba a morir, se movía mucho”, recuerda.
Después de aquel susto y de percatarse de la magnitud de los daños que el sismo había causado en otras partes de la capital, el fotógrafo recorrió con cámara en mano las zonas alrededor de la Alameda y Tlatelolco días después del sismo.
Allí capturó las ruinas de los edificios, la desolación en las calles y los trabajos de rescate. “Quería ver cómo quedó la ciudad y fotografiar. Lo hice porque tomar fotos es mi pasión”, señala Shinohara, quien 30 años después muestra por primera vez al público esas imágenes en la exposición A treinta años de la tragedia México y Japón comparten una mirada, que ayer se inauguró en la Sala Conciencia de Nuestra Ciudad del Universum. Museo de las Ciencias de la UNAM.
Coordinada por Josseline Itán-Dehui, la exposición muestra las huellas de la tragedia que México sufrió en 1985 y las de la devastación que dejó el terremoto y el tsunami que impactaron las costas del norte de Japón hace cuatro años, en marzo de 2011.
La muestra reúne la obra de dos fotógrafos japoneses que actualmente radican en la ciudad de México: Seiji Shinohara, quien muestra 32 fotografías que capturó en 1985, e Ichiro Kitazawa, quien a través de sus imágenes muestra los desoladores paisajes contaminados por la radioactividad de la central nuclear Fukushima.
En el caso de Shinohara, quien es miembro oficial en México de la Photographic Society of Japan, sus imágenes muestran la destrucción y la tragedia, pero de manera sútil, con una marcada influencia de la estética japonesa, comenta en entrevista con este diario Josseline Itán-Dehui.
“La estética de sus fotografías es muy distinta a las de los fotoperiodistas de ese momento. Tiene ese sentimiento armonioso de las imágenes. En medio del desastre hay una armonía en sus encuadres”, señala.
Itán-Dehui, quien trabaja de cerca con el fotógrafo japonés, comenta que esta muestra tiene como objetivo dar a conocer el trabajo que Shinohara realizó hace 30 años, ya que ese material fotográfico que él capturó en ese momento había permanecido guardado en sus archivos privados.
“En ese momento las tomé porque me gusta la fotografía, nunca pensé que llegaría a exponerlas. Pero desde el año pasado pensé que los 30 años eran un buen momento”, comenta Shinohara , quien ha capturado los rostros de las distintas generaciones de méxico-japoneses.
Esta muestra se complementa con el testimonio y relato de Julio César Rentería, un mexicano que vivió durante 20 años en Japón y a través de artículos periodísticos narra los sucesos vividos en Tokio durante el tsunami, hace cuatro años.
La muestra se podrá ver hasta el 15 de noviembre.