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San Pablo del Monte, Tlaxcala. —Aquí, en el barrio de El Cristo, la Fuente Ovejuna se encuentra feliz. Consummātum est.
La demolición de la pequeña Capilla del Santo Cristo construida en los siglos XVIII, XIX y XX —que se encontraba en pésimas condiciones, según un dictamen de Protección Civil municipal— mantiene contenta a la feligresía porque su nuevo templo, edificado durante 19 años, se alcanza a ver mejor.
En este barrio católico de un municipio de 90 mil habitantes, la vida sigue su curso. El reloj marca poco después de las nueve y el Sol está en su apogeo. En la nueva parroquia se oficia una misa, está llena de hombres, mujeres, jóvenes y niños cargando flores.
Salen contentos al ver el terreno frente a su iglesia completamente limpio, sin aquella capilla fracturada que consideraban una riesgo para los suyos.
“Ya se ve bien bonito”, suelta un hombre entrado en años, de tez morena y cargando unas flores, como para que escuchen los extraños. Dos mujeres se acercan, sin titubear agregan: “Se ve bonito, ahora sí”.
Las fotografías de la hoy desaparecida capilla les dan la razón. Aparecen en el dictamen técnico de la Coordinación de Protección Civil Municipal, con fecha del 31 de julio del 2014, y son elocuentes: se observa un cascarón derruido, sin techo y mal pintado.
En medio había escombros, consecuencia de un sismo que afectó la capilla construida por los franciscanos.
El entonces Coordinador de Protección Civil de San Pablo del Monte, Ausencio David Velez Capilla, notificó al mayordomo Pedro Atlatenco que por cuestiones de seguridad era pertinente que “no se realice ninguna actividad en la iglesia pequeña, en virtud de que se encuentra muy deteriorada, a fin de prevenir un riesgo físico de las personas”.
El expediente estaba acompañado de fotos donde se apreciaban escombros por doquier, paredes en mal estado y una parte sin techo y sin alguna restauración.
El actual coordinador de Protección Civil Municipal, Fortino Miguel Calvario Pérez, recordó en entrevista de esa notificación a los mayordomos que la capilla.
“La Sacristía ya estaba bastante deteriorada, pero bueno no como para tirarla”, coincide Juventino Rocha Lima, párroco de San Pablo Apóstol, en el zócalo del municipio tlaxcalteca.
El religioso afirma que no deberían haber derrumbado la capilla de valor histórico, pero deja en claro: “El párroco nunca fue consultado, la gente del barrio nunca me consultó, ni siquiera se insinuó que se tuviera pensado”.
En su oficina confiesa que algunos catequistas habían externado que ya no podían seguir dando catecismo, porque estaba deteriorado el templo y ponía en riesgo a niños, pero remarca: “Siendo una obra de valor histórico, en mi opinión, no había por qué tirarla”.
Conoce las consecuencias legales para los pobladores del barrio de El Cristo, pero revira: “No hay buen padre que pida que a sus hijos los encarcelen, como sacerdote y padre diría que no… desde el punto de vista como pastor y padre, sin conocer el aspecto legal y jurídico, diría que no”.
No hablan los mayordomos. Desde la parroquia se llamó a los mayordomos para que se presentaran y dieran un reporte de lo ocurrido, pero —dice el sacerdote— “no se han presentado”. Los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia también han buscado sin éxito a los mayordomos y al sacristán de la capilla.
Durante la mañana se apostaron en el terreno que ocupó la tan peleada iglesia y trataron de hablar con el sacristán, pero éste se les escabulló ante el regocijo del pueblo que acudió a misa. Porque en estos lares, aunque haya misa a las siete y a las nueve de la mañana, la iglesia del barrio está a reventar; y parafraseando al cura Juventino “se ve como una alfombra de cabezas” orando a Dios.
A pesar de que el miércoles, miembros de la comunidad afirmaron que alertaron a autoridades estatales y federales del peligro que representaba el vetusto edificio, nadie presentó un documento que avale su denuncia.
Ahora, agrega el padre, es momento de seguir y aprender de los errores para que no se vuelvan a presentar. Porque aquí la ley de Dios es sagrada.