El águila mexicana parada sobre un nopal que se extiende horizontal, con una víbora cruzándole el pecho como si fuera una banda de honor y sosteniendo un cetro, se alza junto al monograma del emperador Maximiliano de Habsburgo en la vajilla que mandó a hacer para su uso en México.

Esa decoración recorre el borde del plato y en medio de éste se encuentra la letra “M” y sobre ella, la corona imperial. De esa vajilla solo hay tres piezas en el Depósito de los Museos de Muebles Imperiales en Viena.

El resto se encuentra en México, de acuerdo con Ilsebill Barta, la directora científica de los Museos de Muebles Imperiales, en entrevista. La vajilla con ese dibujo fue elaborada en México y no es de porcelana sino de grés.

En otros platos de la vajilla mexicana de Maximiliano, la decoración es menos profusa: el borde alrededor del plato es dorado y después le sigue un círculo en verde, pero en todos se encuentra en el centro la letra “M” sobre la que está la corona imperial de Maximiliano de México, como se le llama en Austria.

(FOTO: Notimex)

En el Archivo Fotográfico del Depósito de los Museos de Muebles Imperiales no hay más fotos de la así llamada vajilla mexicana del emperador Maximiliano, sino solo las dos que fueron proporcionadas.

La funcionaria austríaca también proporcionó fotografías de otras vajillas de Maximiliano, tanto como cuando era archiduque como cuando era vicealmirante y la que mandó a hacer en Europa siendo ya emperador de México.

Esta última es la Vajilla Miramar, que estaba destinada para que el entonces emperador la usara en México, pero eso nunca ocurrió. Estaba siendo exhibida en la Exposición Mundial en París, cuando Maximiliano fue ejecutado.

(FOTO: Notimex)

La Vajilla Miramar es de porcelana, en ella predomina el color azul índigo y oro, y está decorada con un diseño chino procedente del siglo XVII o XVIII. De esa Vajilla, el Depósito de Muebles Imperiales de Austria tiene un total de 760 piezas, dijo Barta.

Maximiliano contaba con varias vajillas. La Vajilla azul con dorado que no llegó a usar en México recibió la designación de Miramar porque después de su muerte fue transportada al Castillo del mismo nombre, situado en Trieste, del cual él era uno de los propietarios. En ese castillo fueron alojados los objetos que Maximiliano coleccionó.

Había también un barco denominado “Miramar”, que pertenecía al Imperio austro-húngaro. Las vajillas usadas ahí recibieron también el nombre de esa embarcación. Maximiliano fue vicealmirante y usó su vajilla en esa nave.

Al parecer, Maximiliano era muy afecto a la champaña, de la que bebía mucho, y tenía fama de ser mujeriego. Algunos historiadores atribuyen la ausencia de hijos con la emperatriz Carlota a una gonorrea adquirida durante un viaje que hizo a Sudamérica. Los viajes y el mar eran su pasión, además de las mujeres y la champaña.

De acuerdo con el libro “Los Bienes de la Corte Imperial en Viena”, en cuya autoría participó Barta, los bienes de Maximiliano los heredó su padre, el archiduque Francisco Carlos, y éste lo cedió a su hijo, el archiduque Carlos Luis.

El fallecido emperador Maximiliano, sin embargo, dejó más deudas que bienes, y en los años siguientes se llevaron a cabo negociaciones con los acreedores. Para ello se hizo una escrupulosa división entre las deudas que Maximiliano tenía con el Estado mexicano y sus deudas y enseres privados.

Las vajillas de Maximiliano quedaron posteriormente en manos del Estado austríaco, que es el que ahora las custodia y las gestiona para los museos.

Las vajillas de Maximiliano fueron mostradas en una gran exposición del 6 de marzo al 18 de agosto de 2013 en la capital austríaca en el Museo de Bienes de la Corte en Viena y del Depósito Federal de Bienes de la Corte, que es la institución que los administra.

Su título fue “Maximiliano: el Sueño de Reinar” y exhibió 565 piezas, así como información biográfica.

La especialista declaró que Maximiliano de Habsburgo coleccionó una gran cantidad de objetos valiosos. Fue un apasionado coleccionista.

Por ejemplo, reunió casi dos mil objetos procedentes de Egipto, entre ellos una réplica de un caballo del Nilo, una escultura de Osiris, así como vasijas en las que se guardaba la mezcla con la que se embalsamaba a los cuerpos.

El destino que corrieron parte de esos bienes y el de numerosos objetos en las décadas después de su muerte, está descrito en el libro “Mi propio camino: Recuerdos”, de María Bockelmann.

Maximiliano se convirtió en emperador de México en 1864 y tres años después, el 19 de junio de 1867, fue fusilado en el Cerro de las Campanas de la ciudad de Querétaro.

rqm

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