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En coloquios, escuelas de arte y publicaciones impresas y en línea se señala la escasez de crítica de arte en México, la falta de una escritura que opine acerca de lo que están haciendo artistas y exhibiendo museos y galerías.

Hay quienes consideran que el crítico ha pasado a un segundo plano ante la presencia del curador de arte. Para otros, la crítica que se hace se ha tornado en “tráfico de favores”. Otros opinan que se concentra en el contexto del mundo artístico y que ha quedado fuera la obra de arte. Para muchos, este no es el mejor momento del género.

De manera paralela, en México han nacido espacios que por un lado impulsan la formación de críticos y por otro están pensados para la propia escritura en busca, también, de dar a los críticos un sustento económico pues el mal pago es uno de esos problemas que enfrentan quienes se dedican a hacer crítica de arte. Internet es el medio donde muchos autores expresan sus opiniones, pero también es cierto que la difusión de esos espacios virtuales se concentra en grupos especializados.

El vacío de crítica está relacionado a algunos fenómenos afines a la práctica del arte contemporáneo, asegura Taiyana Pimentel, directora de la Sala de Arte Público Siqueiros: “Los críticos se han transformado en curadores, de ahí que los textos trascendentales relativos al análisis de las prácticas estén asociados a las muestras”.

Pimentel es también directora de La Tallera, en Cuernavaca, espacio donde nació en 2014 la Escuela Crítica de Arte, plataforma interdisciplinaria concebida para pensar la escritura y reflexionar en torno del estado y posibilidades de la crítica en la actualidad en América Latina. En su diagnóstico, concluye: “El crítico de arte es miserablemente remunerado, las páginas de los principales rotativos se han olvidado de la cultura y su papel transformador en la sociedad. Muy pocas columnas analizan los fenómenos artísticos institucionales así como las políticas culturales. Y lo peor, en muchos casos, las columnas sobrevivientes han asociado el papel crítico a un amabilismo improductivo que repite una crítica vacía, cero analítica y enemiga de las construcciones contemporáneas”.

El objeto de la crítica. El artista Carlos Amorales encuentra que la crítica en México se ha vuelto muy contextual, que se critica el mundo del arte, las relaciones comerciales, las políticas públicas, todo, excepto el arte:

“No se critica el objeto artístico. Se está educando a las nuevas generaciones de escritores, curadores, críticos, pero es mucho de teoría crítica, una cuestión académica. Para criticar una obra de arte, el crítico tiene que tener una autoridad, decir lo que piensa, no en un sentido autoritarista, pero sí decir lo que piensa de una obra; se puede equivocar, pero lo debe decir”.

Amorales cuestiona que hay una crítica que se volvió una especie de crítica al mundo del arte, y que hoy muchos, en diversas esferas, no mantienen el límite entre crítico de arte y curador.

“Yo siento que la posición del crítico es desde afuera y que debe mantenerla; veo peligroso que eso no sea así. La mezcla estimula, genera plataformas, une gente, pero si eres curador de un espacio ¿cómo vas criticar ese espacio y a sus artistas?”

“Un crítico de arte -asegura Antonio Espinoza, quien escribe crítica de arte en las páginas del suplemento Confabulario de EL UNIVERSAL- tiene que revisar la obra, contextualizar, ubicarla en el mundo y debe calificarla. En el rol histórico de la crítica, como puente, el papel era orientador, hoy cada vez más emitimos juicios de valor sobre las obras y los artistas”.

Para Antonio Espinoza, quien tiene más de 25 años de escribir crítica de arte, en el siglo XX hubo una suerte de repliegue del crítico ante la presencia del curador, por eso se tuvo que redefinir el trabajo del crítico de arte; en ese sentido, considera que hoy hay un repunte y que la crítica que se hace es diversa en cuanto a formas de escritura, pero que hace falta que se abran nuevos espacios.

Avelina Lesper, que desde hace ocho años tiene un blog y escribe en Milenio, encuentra que “la crítica de arte en México ha hecho un esfuerzo enorme por pasar inadvertida, por ser invisible. Se maneja como un tráfico de favores y una repetición de los boletines de prensa y textos curatoriales. El espíritu crítico y el análisis objetivo del acontecimiento artístico como tal casi no se ejerce”. Según Lesper, “nadie llegaba a los límites a los que yo llegué cuando empecé a escribir”. Sostiene que “muchísimas críticas, incluidas las de Raquel Tibol, eran una lista de nombres”, y que algunas olvidan que “el arte es un fenómeno histórico, social y económico”. Plantea que la crítica debe cuestionar hechos como que no hay museos para pintura contemporánea, sino sólo para arte “VIP”, como llama al arte contemporáneo: Video Instalación Performance”, o “tomadura de pelo”.

- ¿No tiene que estar más abierto un crítico?, se le pregunta, y responde: “No, yo como crítica tengo que estudiar analizar, aportar una visión”.

Nacen opciones. Soma y la Fundación Alumnos47 reunieron esfuerzos para crear un espacio, un Blog de Crítica. Arte y cultura visual http://blogdecritica.com/ que acaba de surgir y que se propone expandir las posibilidades editoriales de la crítica de arte “fomentando la libre expresión, la independencia y el respeto a la diversidad de posiciones políticas”.

Bárbara Hernández, directora general de Soma, explica cómo surgió: “Se decidió seleccionar a 10 escritores, a partir de ahí cada uno propone otros dos para que escriban”.

Cada diez días se publica un texto; no hay límites de espacio ni géneros. “Ni Soma ni Alumnos47 tiene control sobre quién va a escribir los textos y qué se escribe. Se trata de salirnos de un formato predeterminado: no es una revista, no hay un consejo editorial. La idea es escribir de lo que está pasando en México, que tenga que ver con México, con lo que se expone en el país o con lo que mexicanos exponen fuera”.

Para Jessica Berlanga, curadora de Alumnos47 “los espacios que existen para la crítica de arte en México están muy dirigidos a ciertos personajes, y los formatos de reseña y entrevista son los que se publican más. Hacen falta espacios de reflexión y debate. Por otro lado, la remuneración para el crítico lo deja en un lugar muy vulnerable”.

La Tallera del INBA en 2014 reunió en Cuernavaca un grupo internacional de especialistas: Cuauhtémoc Medina, Gerardo Mosquera, Gustavo Buntinx, Mari Carmen Ramírez y Osvaldo Sánchez; ellos trabajaron con 11 estudiantes. La meta es que la Escuela Crítica de Arte continúe con su programa.

“Como directora de un museo público, nuestro papel debe ser educativo -afirma Pimentel-. Dotar a aquellos que estén interesados en la práctica de la escritura relativa a las artes visuales de herramientas de conocimiento para que logren una escritura más profesional y posicionada frente a las construcciones existentes. Muchas veces, jóvenes escritores desconocen las escrituras fundacionales de la crítica de arte en lengua hispana, de ahí la trascendencia de la estructura educativa”.

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