Hace más de 3 mil años la cultura más antigua conocida de Perú, la de Chavín de Huantar, demostró el poder de la sugestión y los alucinógenos para controlar a la población sin necesidad de armas, algo que relata con precisión el documental "El teatro del más allá", de José Manuel Novoa.
Fueron nada menos que 800 años los que duró el dominio de una cultura que extendió su influencia desde el sur de Ecuador hasta el norte de Chile y que provocó unos flujos de peregrinaje de gente que acudía desde distancias de hasta mil kilómetros hasta Chavín de Huántar, denominada la Roma de los Andes.
Un centro ceremonial construido en la cordillera blanca, en la confluencia de los ríos Wacheqsa y Mosna, en el departamento peruano de Ancash (centro-oeste).
"Esos chamanes formaron un gobierno teocrático y se autodenominaban los mensajeros de los dioses, se creían seres superiores e hicieron esa obra colosal, una especie de decorado para ese drama litúrgico", explicó Novoa.
Una cultura que se aprovechó de las catástrofes naturales provocadas por el fenómeno meteorológico del Niño, que achacaban a la ira de los dioses.
Con conocimientos de astronomía, arquitectura o agricultura, la forma en la que los hombres se convertían en sacerdotes queda muy bien reflejada en un documental que se estrenará mañana en España, a la vez en algunas salas de cine y en el canal Odisea, y que llegará a Perú en julio y a todo el mundo a través de la distribución de National Geographic.
Un documental que hace hincapié en la riqueza arqueológica peruana, a la que Novoa ya ha dedicado otros trabajos, como "El señor de Sipán" o "La dama de Cao".
"Perú tiene un icono que es Machu Picchu, pero ahora están empezando a tratar de dar a conocer otros destinos porque el principal atractivo de Perú es la arqueológica, pero hay muchas otras cosas muy interesantes que no son solo los incas", señaló Novoa.
Perú, agregó, "es el país con más arqueología de toda Sudamérica y siempre se habla de los Incas, lo más reciente, pero las culturas preincaicas son mucho más interesante, tenían conocimientos tecnológicos impresionantes y tuvieron una gran influencia en las culturas precolombinas".
Especialmente la de Chavín, un lugar un poco enigmático, por el tipo de construcción, muy avanzada arquitectónicamente y con un elevado nivel en el campo de la ingeniería hidráulica.
"Fue un lugar en el que sucedieron cosas importantes a nivel social, que sentó las bases de la desigualdad social y que marcó el inicio de la jerarquización de la sociedad", además de ser el primer gobierno teocrático de Sudamérica.
Una cultura de la que quedan numerosos restos de la ciudad y símbolos importantísimos como el Obelisco Tello, la Estela Raimondi y, sobre todo, el Lanzón, frente al que se finalizaba el proceso de transformación en sacerdote tras la ingestión de alucinógenos -el cactus de San Pedro- y una vez atravesado todo un laberinto de pasadizos subterráneos.
Unos pasadizos aún en pie en una zona llena de restos arqueológicos, que quedaron sepultados por una avalancha en 1945 y de la que hoy se ha desenterrado tan solo entre un 15 y un 20 por ciento de lo que se sabe que existe.
Unas estructuras angostas que dificultaron bastante la grabación del documental, además de que se rodó a una altitud superior a los 4 mil metros, lo que hizo todo el proyecto muy duro físicamente.
Así como la preparación de las recreaciones que aparecen en la película, en las que se cuidaron todos los detalles de vestuario, maquillaje y hasta las prótesis de los colmillos que llevaban los originarios de aquella cultura.
Un documental que ha contado cuenta con la colaboración del doctor en Etnología y Arqueología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Luis Lumbreras, una de las personas que mejor conoce la cultura Chavín, o del arqueólogo John Rick, de la Universidad de Stanford (EE.UU.) que lleva más de 20 años excavando la zona.
rqm