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Los espectadores del célebre festival de Bayreuth (Alemania), entre ellos la canciller Angela Merkel y los reyes de Suecia, aplaudieron el martes por la noche una producción iconoclasta que critica abiertamente el antisemitismo de Wagner y desgarra el mito del compositor.
El director australiano Barrie Kosky decidió, con esta producción eminentemente política, atacar de frente al compositor alemán Richard Wagner (1813-1883), cuyo antisemitismo ha sido documentado a partir de sus textos y correspondencias en el siglo XIX.
Un desafío audaz en el marco de un festival de ópera pensado para honrar la gloria de las obras de Wagner y dirigido desde sus inicios por sus allegados y descendientes, algunos de los cuales tuvieron lazos con los nazis el siglo pasado.
Barrie Kosky
no da muchas vueltas. Su producción de "Los maestros cantores de Núremberg", una comedia sobre un concurso de canto en la ciudad bávara en el siglo XVI, pretende ser un llamado de atención ante el peligro continuo de la intolerancia y el antisemitismo.
En el segundo acto, uno de los personajes, Beckmesser, escribano de la ciudad y miembro del jurado, es perseguido por una multitud y cubierto con una gigantesca cabeza falsa de judío ortodoxo, en una alegoría sacada directamente de las caricaturas antisemitas nazis, con una gran nariz ganchuda y la mirada llena de odio.
La puesta en escena se inspira de la mismísima vida de Wagner. Comienza como un guiño crítico, con un decorado que representa la antigua vivienda del compositor en Bayreuth, en donde se ve a Wagner sentado al lado de su esposa Cósima, antisemita notoria, y del compositor judío alemán Hermann Levi, con quien tuvo una relación muy ambivalente.
Gran admirador de Wagner y de su música, Hermann Levi dirigió en 1882 el estreno de Parsifal . Pero sufrió también, en esa época, la presión que el compositor ejercía sobre él para convertirse al cristianismo, lo cual jamás hizo.
Barrie Kosky transforma luego el hogar de los Wagner en la sala de corte en donde se llevaron a cabo los juicios de Núremberg contra los dignatarios nazis, en una escena repleta de referencias a la importancia que tuvo la ciudad bajo el régimen de Hitler.
En una entrevista el pasado año con AFP, el director australiano de la Ópera Cómica de Berlín había reconocido sus "sentimientos ambivalentes" con respecto a Wagner, cuyas obras fueron utilizadas por los nazis con fines propagandísticos.
"Soy el primer director judío en montar esta obra en Bayreuth y como judío no puedo, como hace mucha gente, pretender" que esta ópera "no tiene nada que ver con el antisemitismo, porque claro que tiene que ver con él", explicó el martes por la noche en una entrevista transmitida por el canal de televisión cultural germano 3-Sat.
El personaje caricaturesco de Beckmesser "no aparece en escena solamente como judío, sino también como una suerte de criatura de Frankenstein que representa todo lo que Wagner odiaba: los judíos, los franceses, los italianos, las críticas", señala.
Barrie Kosky parece haber logrado su cometido. Las críticas de los medios alemanes fueron positivas este miércoles.
"Un momento de placer político y polémico", juzgó el diario Tagesspiegel . "¿Debíamos volver a hacer hincapié en el antisemitismo de Wagner?" cuestiona el Spiegel, Barrie Kosky "lo hizo de una manera sorprendentemente convincente y divertida".
"Barrie Kosky muestra Los maestros cantores de Wagner como una obra de propaganda antisemita", subraya por su parte el diario Die Welt . Un gran número de alemanes, hartos de que incesantemente se les recuerde su sombra del pasado podrían sentirse ofendidos", añade el diario, citando sin embargo palabras recientes pronunciadas por el jefe de la comunidad judía alemana Josef Schuster: "en ciertos barrios de las grandes ciudades, recomiendo no demostrar que somos judíos".
sc