“Nuestras canciones están vivas en el mundo de los vivos. Pero las canciones son distintas a la literatura. Están hechas para ser cantadas, no leídas. Las palabras de las obras de Shakespeare estaban para ser actuadas sobre el escenario, de la misma manera que las letras de las canciones están para ser cantadas, no leídas de un papel”. Éstas son algunas líneas del discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura, del músico Bob Dylan.

La Academia Sueca divulgó ayer que tiene el discurso de Dylan, un relato “extraordinario” y “como era de esperar, elocuente”, donde el cantautor estadounidense habla de sus influencias y recuerda que las canciones han sido creadas para ser cantadas, no leídas.

El 1 de abril, casi cuatro meses después de la ceremonia de entrega de los premios, a la que no asistió, el músico recibió en Estocolmo el diploma y la medalla del Nobel de Literatura.

Dejó entonces pendiente la entrega del discurso de recepción del galardón, requisito necesario para poder cobrar los ocho millones de coronas (900 mil dólares) con que está dotado.

Dylan, de 76 años, afirma en su discurso que lo importante es que una canción emocione, no hay necesidad de saber qué es lo que quiere decir.

“He escrito toda clase de cosas en mis canciones y no me voy a preocupar de qué quiere decir todo eso”, afirma el músico, que espera que algunos de los que se topen con su discurso tengan la oportunidad de escuchar las letras de sus canciones “en concierto, en disco o de la manera en la que se escuchan canciones hoy en día”.

Dylan comienza el discurso señalando que al saber que había sido distinguido con el Nobel, se quedó pensando en de qué manera sus canciones tienen relación con la literatura. “Quería reflexionar sobre ello y ver dónde estaba la conexión. Voy a tratar de explicarlo. Y probablemente no lo haga de forma directa, pero espero que lo que diga merezca la pena y sea útil”, inicia en los más de 26 minutos de discurso.

El cantautor se remonta “al inicio de todo”, a la música de Buddy Holly, al que sólo vio en persona una vez y con el que se sintió “identificado” desde la primera vez que lo oyó. Cuando Dylan tenía 18 años, un desconocido le regaló un disco de Leadbelly con la canción “Cottonfields” que cambió su vida y le llevó a escuchar a otros músicos y a aprender a tocar sus canciones. “Escuchando a todos estos primeros artistas de folk y cantando tú mismo sus canciones, acabas captando la lengua vernácula, la interiorizas”. Dylan cuenta que cuando empezó a escribir sus propios temas, esta “jerga del folk era el único vocabulario que conocía”.

Pero también estaban los libros que le hacían leer en el colegio —Don Quijote, Ivanhoe, Robinson Crusoe, Los viajes de Gulliver, Historia de dos ciudades— que aportaban a los lectores “una manera de ver la vida, una comprensión de la naturaleza humana y unos estándares para medir las cosas”, afirma.

Los temas de todos estos libros de alguna manera se ven reflejados en sus canciones, de manera o no intencionada, señala y destaca tres libros concretos que le han marcado desde que los leyó en la escuela: Moby Dick, Sin novedad en el frente y La Odisea.

De Moby Dick dice que es un “libro fascinante”, con una “trama directa” y “lleno de pasajes muy emotivos y diálogos dramáticos”, que muestra “cómo diferentes hombres responden de manera diferente a una misma experiencia”, además de ser una obra “que te exige algo”. El segundo, Sin novedad en el frente, es una “historia de terror”, un libro “en el que pierdes tu infancia, tu fe en un mundo con sentido y tu preocupación por las personas”; en él “estás atrapado en una pesadilla”. El tercero, La Odisea, “es un gran libro cuyos temas se ven reflejados en baladas de muchos compositores —”Homeward Bound”, “Green Grass of Home”, “Home on the Range” y “también en mis canciones”, señala.

En la primera ocasión que se premia a un cantante con el Nobel de Literatura, Dylan fue reconocido por crear “nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”. Tras intentar contactarlo sin éxito durante varios días, la Academia Sueca desistió; finalmente, él aceptó y agradeció el premio que le había dejado “sin palabras”.

El músico había enviado un discurso de agradecimiento que fue leído por la embajadora de EU en Suecia en el banquete a los galardonados.

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