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Aunque por muchos años formó parte importante de la vida cultural y la identidad musical del país, la guitarra séptima mexicana está hoy prácticamente en desuso; para rescatarla, especialistas ofrecerán mañana un concierto conferencia en torno a este instrumento de 200 años.
La cita es en el Museo de la Ciudad de México, donde el miércoles 25, a las 20 hrs., se hablará de la riqueza de esta guitarra y se podrá escuchar parte de su esplendor. Participarán el historiador Edgar Rueda y el guitarrista Martín Valencia, quienes hablarán sobre la importancia de regresar a él como testimonio del pasado musical de los mexicanos.
"La guitarra séptima mexicana es un instrumento musical de siete cuerdas u órdenes, situación que hace que su sonido sea más grave, ampliando su registro dos tonos y medio.
"Físicamente, los tamaños de las guitarras séptimas han variado con el tiempo (entre 61 y 65 centímetros), aunque durante el siglo XIX dichos instrumentos fueron de tamaño un poco más reducido que el de las guitarras de seis cuerdas que actualmente conocemos, y con una cintura más pronunciada", explicó Rueda.
En declaraciones a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, el historiador añadió que muchas de esas guitarras contaban con un mecanismo en la base de la tapa llamado 'tiracuerdas', que servía para estirar aún más la longitud de las cuerdas.
Añadió que de principios del siglo XIX a inicios del siglo XX, la guitarra séptima mexicana vivió su época de apogeo, "fue un instrumento utilizado tanto por los sectores acomodados de la sociedad como por los grupos populares.
"En el caso de los primeros, era muy común incluir en la educación de las señoritas de sociedad el aprendizaje de un instrumento musical, siendo los más comunes la guitarra séptima y el piano", abundó Rueda, quien desde 2013 se ha dedicado a investigar la historia de las guitarras en la Ciudad de México.
Existen crónicas, además, que refieren cómo la guitarra séptima estaba presente tanto en las campañas militares como en las pulquerías, en los fandangos, en las celebraciones de Día de Muertos que se hacían en los panteones, en las Fiestas Patrias y por supuesto en las serenatas, pero la naciente industria de audio y la mayor producción de guitarras sextas fue haciendo que la séptima fuera relegada del gusto de la gente.
En ese sentido, el músico y compositor Martín Valencia, quien ha trabajado en producciones musicales que rescatan la música de la Europa del siglo XIX y melodías de la guitarra séptima mexicana, recordó que "a mediados del siglo XX con el auge de la industrialización, principalmente en Alemania y Estados Unidos, empezó la manufactura de instrumentos que tuvieron un gran auge en las nuevas reformas académicas e institucionales".
En la actualidad, dijo, existen agrupaciones musicales que mantienen con vida la tradición de tocar con la guitarra séptima mexicana. Un ejemplo de ello es la Orquesta Típica y el Conjunto Típico Revoluciones, del cual es miembro Martín Valencia.
Este conjunto, expuso, es un proyecto que busca disfrutar de la música decimonónica en grupo a la usanza de los viejos conjuntos típicos que deambularon en el país, donde la guitarra séptima estaba integrada, junto a los violines, las mandolinas y los bandolones, otro instrumento que también ya se perdió.
"Entonces rescatamos compositores con base en archivos y manuscritos que he encontrado a lo largo de 15 años, música de que va de una revolución a otra, de la Independencia de 1810 a la Revolución de 1910", comentó Valencia.
Algunas de las canciones más representativas para guitarra séptima y voz que se conocen son "La risa de la beldad", de Ygnacio Ocádiz, "El desprecio", de Tomás León, y la composición anónima titulada "Las estrellas", que años después tendría una versión interpretada por el trío Los Panchos.
Sin embargo, hay mucho que hacer para que la guitarra séptima vuelva a formar parte de los repertorios musicales de muchos mexicanos, empezando por una mayor difusión, coincidieron ambos invitados a la sesión, en el Museo de la Ciudad de México, ubicado en José María Pino Suárez 30, colonia Centro. La entrada es libre.
sc