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El violinista libanés Ara Malikian es crítico con el mundo al que quiso pertenecer y terminó por revolucionar: el de la música clásica. Un mundo que, dice, no sólo es muy cerrado, también está lleno de prejuicios y de protocolos que ahuyentan al público. Trascender a esos candados, recuerda, no ha sido fácil. Y hoy, convertido en una celebridad, no olvida que hubo un tiempo en que llegaba a las salas de concierto con su violín y sus compañeros le preguntaban si en su estuche llevaba su instrumento o un arma.
"Relacionaban a Líbano con los terroristas y durante 15 años tuve que morderme la lengua cuando escuchaba estas bromas, fue difícil. En Europa era muy complicado que aceptaran que un libanés no era terrorista y que podía tocar música clásica, no sólo música tradicional libanesa. Cuando salí de todo eso descubrí que la gente que va a un concierto va con la idea de disfrutar, por eso entendí que hay que tocar para la gente, no para los puristas, ni para los programadores ni para los expertos en la materia", dijo en conferencia de prensa.
El artista nacido en Líbano en 1968, egresado de la Hans Herbert-Jöris de Alemania, se presentará esta noche en la Alhóndiga de Granaditas en el marco de la 44 edición del Festival Internacional Cervantino, con un programa que va de lo flamenco a Bach y de Radiohead a Beethoven.
"Cuando era joven me acomplejaba tocar a Bach, temía equivocarme y tenía miedo hacer algo personal y que me regañaran, hacer algo personal está mal visto y es muy triste. La música es tan grande que deberíamos tener miles de versiones, por qué sólo tener una. ¿Por qué alguien tiene la arrogancia de decirte cómo se toca Mozart?", indicó en conferencia de prensa.
El artista que ha trabajado con bailarines como Joaquín Cortés y ha grabado música de películas como Hable con ella de Pedro Almodóvar aseguró que no es un revolucionario, sólo ha hecho las cosas a su manera.
"Hoy en el Cervantino vamos a ofrecer un concierto con música de muchos países, con muchos estilos, pasaremos de músicas tradicionales a composiciones propias; del barroco a lo contemporáneo, de Bach y Vivaldi a Radiohead, Led Zeppelin y David Bowie", indicó.
Agregó que no tiene el poder para cambiar un sistema que ha existido toda la vida. "Amo a la música clásica y durante años quise ser parte de ese mundo e hice todo lo que se me pedía para estar ahí. Las cosas no me salieron porque no estaba cómodo, así que empecé a hacer las cosas a mi manera. Lo que hago no es muy diferente, lo que pasa es que cuando yo estudiaba música era casi prohibido escuchar las otras cosas que a mí me gustaban como el jazz o el flamenco y no debía acercarme. Ahora puedo tocar Bach y Paco de Lucía", indicó.
Malikian, que ha tocado en recintos como Carnegie Hall en Nueva York, y ofrece más de 400 conciertos a lo largo del año, indicó que no le interesa fusionar, sino descubrir que cada obra puede ser tocada con un estilo personal.
"Tocar Beethoven con reguetón no me interesa, pero se puede hacer. Lo que me gusta es descubrir. En mis viajes he podido descubrir música de muchos países y a músicos que me inspiran. A raíz de dialogar con un mariachi o con un flamenco, aprendo de ellos y puedo crecer, lo que me gusta lo hago mío. Si toco flamenco lo haré con mi propio lenguaje. Esto a veces funciona y a veces no. No intento imitar a nadie, intento es hacer las cosas como soy yo", dijo.
El artista indicó que los jóvenes tienen una difícil y temerosa relación con la música clásica porque consideran que no la comprenden y que si no la conocen bien no podrán disfrutarla. "Existe tanto protocolo en la música clásica que les da miedo ir a un concierto y pensar que no se van a comportarse bien o que van a aplaudir en un momento inadecuado, por eso se alejan y es una pena. Pero cuando la descubren se enamoran porque es bellísima", dijo.
Añadió que el mundo clásico debe darse cuenta que no puede seguir con las mismas reglas de hace 150 años, que el mundo ha revolucionado y debe ser capaz de atraer a la atención de los niños y los jóvenes.
"La música ocupa un lugar más importante del que todos pensamos. Vengo de un país que ha estado en guerra durante muchos años y creo que cualquier país en conflicto puede solucionar sus problemas a través del arte y la cultura, porque nos convierte en personas más sensibles y respetuosas, con el arte entendemos que todos somos diferentes y que podemos disfrutar de la diferencia”, explicó.
"Sé que en México también hay mucha violencia y que hay personas que han vivido cosas muy duras, pero yo he podido salir de todas las desgracias por la música, me ha hecho un hombre feliz e intento transmitir mi felicidad a las personas que me pueden escuchar", advirtió.
sc