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El pianista Sergio Vargas Escoruela (Torreón, 31 de agosto de 2005), sugirió a las personas que inician su formación artística que "como en todos los ámbitos de la vida, la práctica musical presenta obstáculos, pero deben saltarlos y nunca rendirse; sin dejar de observar que nada es gratuito, hay que trabajar duro y divertirse".
Su abuelo, Sergio Alberto Vargas Romero, también pianista, fue quien lo inspiró y acercó al teclado, dijo al rememorar que "la primera vez que me senté en el banco del piano, a los siete años de edad, me sentí feliz, pues ya iba a comenzar a estudiar el instrumento. Me emocionó la idea de poner las manos sobre las teclas y la grandeza y color del instrumento. Todo se conjugó".
Durante una entrevista, el pequeño artista dejó ver su temple y carácter ante el compromiso de ser un ejecutante del piano.
"Estoy contento, porque entiendo que ante una responsabilidad como la que ahora tengo debo cumplirla, no puedo decir que no aunque eso me lleve a sacrificar algunas cosas", señaló al hablar de juegos y amigos.
Sin pensar mucho en el futuro y sin contar aún con un plan de vida a mediano, y menos a largo plazo, Sergio vive el momento y disfruta al ofrecer conciertos en su ciudad natal y en otros puntos de la geografía nacional. Familiares y amigos, señaló, se sienten más que complacidos cada vez que él les obsequia las notas de su repertorio clásico ya estudiado.
"¿Cómo quién quiero ser cuando sea grande? ¡No lo sé!, ¡falta mucho!", exclamó ante la sola idea de tener un modelo a seguir dentro de su carrera artística. Lo cierto es que una convicción sí ha germinado en su pensamiento artístico. "Me gusta tocar música clásica, no pop o rock. Las obras de los grandes clásicos me encantan, por lo hermosas que son".
Sergio Vargas Escoruela tiene su propio piano en su casa y diariamente, llueva, truene o relampagueé, practica por lo menos hora y media de manera dedicada. Pero no lo hace a cualquier hora, "puede ser en la mañana cuando sale el sol, o por tarde al ponerse. Todo es según el momento exacto en que me llegue la inspiración para practicar", dijo categórico.
Explicó: "La inspiración es algo que nos llega para hacer bien lo que queremos hacer. A los bailarines, por ejemplo, les llega y de inmediato les salen los pasos. A mí me llega y comienzo a tocar, y si tengo un concierto pronto lo hago por lo menos tres horas diarias", y lo hace aunque sean vacaciones en el colegio, época de navidad o la Semana Santa.
Hace unas semanas concluyó el cuarto grado de primaria y ya está listo para iniciar el quinto. Salió bien, con Mención Honorífica por pertenecer al coro de la escuela, por ser buen lector, en limpieza y sus excelentes calificaciones. Ha tocado para sus compañeros y maestros y ya tiene en puerta Bellas Artes y el Festival Internacional Cervantino (FIC).
En su repertorio destacan Pequeño preludio en Re Menor, BWV 935 e Invención en Do Mayor No. 1, BWV 772, de Johann Sebastian Bach; Sonata en Re Mayor No. 34, Hob. XVI: 33, de Joseph Haydn; Gran vals brillante en La Menor Op. 34 No. 2, de Chopin, y muchas obras más, las cuales interpreta con singular y muy admirable técnica.
sc