El Instituto Cervantes de París recuperó hoy la huella que dejó el paso del compositor y pianista español Isaac Albéniz en la ciudad con una ruta que recorre sus lugares emblemáticos y refleja el impacto que esta tuvo en él.

A los 29 años, en 1889, Albéniz fue invitado para dar un concierto monográfico en la capital francesa, pero fue en 1894 cuando, tras una vida aventurera y nómada, se instaló en ella con su esposa, Rosina, y sus hijos.

Su mecenas y posterior amigo Francis Thomas Burdett Money Cutts, un aristócrata inglés escritor y poeta, financió su existencia en la ciudad con sus encargos, y le garantizó una tranquilidad económica que le permitió centrarse en su trabajo musical.

El París de aquella época, según recuerda el director de la sede local del Cervantes, Juan Manuel Bonet, ya era "capital mundial del arte" y "tuvo una influencia decisiva para todos los modernos de finales del siglo XIX".

El instituto destaca que Albéniz (1860-1909) se integró rápidamente en los círculos musicales parisinos frecuentando los salones, "tan de moda en esos años", donde se reunía la intelectualidad del momento.

Debussy, Ravel o Chausson integraron su círculo de amigos, entre los que se incluyeron el pintor Ignacio Zuloaga y el compositor Vincent d'Ivry, uno de los fundadores de la prestigiosa Schola Cantorum, donde Albéniz sería profesor de piano.

La ruta pasa por los diversos edificios en los que vivió, por Le Nouveau Théâtre, donde en mayo de 1899 estrenó su obra más importante para orquesta, "Cataluña", o por el Conservatorio que le denegó el ingreso con seis años de edad porque todavía era demasiado pequeño.

La Opéra Comique, donde en 1923 se representó su ópera "Pepita Jiménez", y el restaurante Maxim's, en el que cenó con Manuel de Falla, forman parte también de ese recorrido elaborado por la profesora María de los Ángeles Sánchez, con la colaboración de la Fundación SGAE.

París fue la ciudad donde concluyó su obra cumbre para piano, , y en la que desarrolló, según Bonet, la mayor parte de su carrera, apreciada ya entonces por el público galo, y caracterizada por "una música de extrema pureza".

A diferencia de otros españoles como el pintor malagueño Pablo Picasso, y aunque ninguno de los dos abandonó nunca sus raíces españolas, los franceses no llegaron a considerarle artista nacional.

A Albéniz le gustaba frecuentar los restaurantes y los cafés, y sus creaciones, a juicio del director del Cervantes de París, reflejan esa "alegría de vivir", centro de reuniones tanto de amigos como de recién llegados, a los que llegó a ayudar económicamente.

La ruta puede efectuarse a pie, con un mapa con los lugares más destacados, ciertos días al mes con el acompañamiento de guías del instituto; o de manera virtual, gracias a una aplicación para dispositivos móviles e internet.

La impronta dejada en París por el compositor gerundense se añade así a las de otras grandes figuras hispanoamericanas celebradas por el Cervantes, como el también músico Joaquín Rodrigo, o los escritores Julio Cortázar y Miguel de Unamuno.

sc

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses