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El 14 de diciembre de 2012 un joven de 20 años fuertemente armado irrumpió en la escuela primaria Sandy Hook y comenzó a disparar a los niños en sus salones de clase y a aquellos maestros que trataban de protegerlos. En este acto de terrible violencia murieron seis adultos y 20 niños de entre seis y siete años de edad. La tragedia en Sandy Hook es considerada como una de las peores masacres en Estados Unidos, sólo después de aquella sucedida en Virginia Tech, en 2007. Este suceso es el punto de creación del compositor mexicano Mauricio Beltrán para escribir la obra Veinte Petirrojos de Cristal, que se estrenará el 26 y 27 de septiembre a las 18:00 y 12:00 horas respectivamente, en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli.

El concierto está escrito para flauta solista y orquesta sinfónica con dotación tradicional de maderas, metales, timbales y cuerdas; además de arpa y cuatro percusionistas. Y fue escrito especialmente para Alejandro Escuer, con quien Beltrán realizó estudios en Nueva York.

“La pieza está organizada como una especie de ritual en el que participa el público con unas campanadas. Es muy sugerente, con un gran lirismo y un gran dramatismo. La flauta aparece como solista poco a poco a través de pasajes virtuosos, muy demandantes, brillantes. Se me antoja mucho escucharla con la orquesta. Ya la escuché a través de un programa y me parece gratificante y emocionante. Es un diálogo interesante entre la flauta y la orquesta, se manejan varios colores, diferentes ritmos y sonoridades. Me siento muy contento de poder tocar esta obra, pero también muy conmovido por recordar a los pequeños que pasaron por esa situación tan terrible y triste”, explicó el flautista en entrevista.

Escuer añadió: “Me parece que el hecho de que una orquesta estrene la obra de un autor vivo es un verdadero acontecimiento, porque para las orquestas se convierte en una gran oportunidad para tomar conciencia de su tiempo y de su espacio, así como para desarrollar su propio repertorio. Casi todo el tiempo están tocando obras de lugares remotos de tiempos lejanos. Los estrenos deberían ocurrir todo el tiempo, todo el año”.

El flaustista sostuvo que hechos como los que hace referencia la obra, no pueden ocurrir. “Las artes reflejan las cosas que suceden en nuestra realidad. Los artistas debemos sentirnos afectados, pero sobre todo inspirados para trabajar y aspirar a crear una conciencia sobre el mundo que en realidad deseamos. Debemos proponer un ejercicio de esperanza, de imaginación para que tragedias así no vuelvan a ocurrir jamás en ninguna parte del mundo”.

Por su parte, Beltrán explicó que al enterarse de la noticia de la masacre, lamentó que entre las víctimas hubiera niños. “Empecé a trabajar en la obra a principios de 2013. El título simboliza la fragilidad de los niños en esta sociedad en la que vivimos. Una de las especies que más abunda en esa zona de Estados Unidos en donde ocurrió la tragedia es justamente el petirrojo. Entre los dos revisamos los pasajes y buscamos las opciones para estrenar la obra, por fortuna el director de la Filarmónica de la Ciudad de México se interesó por la pieza”.

El sentido musical de Veinte Petirrojos de Cristal flota entre dos ámbitos: el del rito espiritual y el de la música de concierto; y tiene un objetivo esencial, crear conciencia. “El tesoro más grande la humanidad son los niños, los adultos tenemos la obligación y la responsabilidad de brindarles una niñez feliz y constructiva, que tengan amor propio y autoestima, darles herramientas para que crezcan, para que sean adultos de bien. Soy un artista, no soy un activista, pero creo en el poder de la música y creo en que al arte puede crear conciencia en la sociedad”, comentó el compositor.

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