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El periodista, guionista y narrador Luis Spota murió en 1985, año en que algunos autores fechan el nacimiento de la generación de los millennial. A éstos va dirigida la reedición de tal vez su obra más ambiciosa, las seis novelas políticas de la serie La costumbre del poder.

Jaime Labastida, director de Siglo XXI, explica por qué la editorial decidió correr el riesgo de reivindicar a un autor “soslayado y marginado” por crítica e intelectuales, que en vida publicó una treintena de novelas con tirajes de hasta 100 mil ejemplares, tal vez porque no perteneció a corte alguna y se aisló como “un lobo estepario”; además de haber sido señalado como cercano a gobiernos del partido hegemónico: PRI.

“Es necesario reivindicarlo, las nuevas generaciones tienen que saber quién es Spota y asomarse a su escritura; es un narrador de primera línea. Las seis novelas que reeditamos son estrictamente políticas, y en ellas Spota se dedicó a desmenuzar, analizar y desmitificar la estructura del poder en México”, dice el poeta y filósofo, amigo también del autor. Un sistema político que sólo era de un partido hegemónico, del cual pasó a ser un cronista.

Las seis novelas, con tirajes de apenas 2 mil ejemplares, son Retrato hablado (1975), sobre el poder económico y quién puede ser candidato a la presidencia del partido hegemónico en un país imaginario, Nueva Castilla; Palabras mayores (1975), sobre la designación del candidato presidencial; Sobre la marcha (1976), a propósito de una campaña presidencial; El primer día (1977), cuando el presidente en funciones deja el cargo y es abandonado; El rostro del sueño (1979), sobre las intenciones del nuevo presidente; y La víspera del sueño (1980), sobre la desilusión y la posibilidad y amenaza de golpe de Estado en esa nación de ficción.

Labastida destaca que Spota (1925-1985), aunque fue amigo de presidentes y estuvo cerca del poder, nunca se hizo una ilusión con éste, al contrario, tuvo una visión muy amarga de la estructura de poder. Subraya que la serie ocurre en un país imaginario, donde no hay personajes reales ni se ataca a alguien en particular, sino a la estructura del poder. No obstante, advierte que todos aquellos que han sido presidentes, incluido Enrique Peña, Felipe Calderón y Vicente Fox, están retratados también, justo porque lo que se abordó fue la estructura del poder y ésta no ha cambiado en México.

“Spota no tuvo piedad con ningún gobierno y tampoco se hizo ilusión sobre los héroes en la política. Casi el paraíso es una crítica acerca de los nuevos ricos, de los rascacueros producidos por la época alemanista. Y él fue muy amigo de Miguel Alemán. Dibuja toda la podredumbre de esa sociedad, su carácter oportunista”, sostiene.


La crítica. Sobre la cercanía de Spota con los gobiernos del PRI y en particular sobre su postura oficialista en relación al movimiento estudiantil del 68 y la matanza de Tlatelolco, que planteó en La Plaza, el presidente de la Academia Mexicana de la Lengua deslinda: “La crítica literaria moderna ha establecido la diferencia entre la persona y la obra. Balzac era monárquico y escribió contra la monarquía. Rimbaud terminó su vida comerciando con esclavos en Abisinia, ¿y eso resta algo a la grandeza de su obra? Ezra Pound fue partidario del fascismo ¿y eso resta algo a su gran poesía? Nada. Spota pudo haber tenido esa relación, pero lo que importa es lo que está ahí en esas novelas”.

Subraya otro motivo para la relectura y lectura de la obra del periodista, en particular de La costumbre del poder.

“Es necesario conocerlo en estos momentos en que viene una sucesión presidencial en 2018. La coyuntura es totalmente adecuada para que la gente lo lea, a la luz de lo que está aconteciendo en México. La situación aparentemente es diferente porque ahora hay lucha de partidos, un instituto electoral, un tribunal federal electoral, nada de eso existía cuando escribió estas novelas. Pero la estructura del poder, las condiciones en que se dan las luchas de las fuerzas políticas están amargamente descritas por Spota”, señala.

El editor aventura que Spota, a pesar de que escribió estas novelas hace cuatro décadas y sus temas son la política y la estructura de poder, “atraparán a los millennials”, una generación señalada por sus bajísimos niveles de lectura y su desinterés por la política.

“Tiene que ver con la nueva situación incluso de medios de comunicación masivos. ¿Por qué están tan mal las cadenas de televisión en México? Porque se quedaron atrasadas. Sus telenovelas, que les dieron tanto éxito, están siendo sustituidas por series muy bien hechas con un carácter totalmente nuevo para televisión. ¿Por qué? Porque narran problemas. No son películas, son series, y tú esperas a ver lo que pasa. Así es Spota: un narrador que te atrapa desde el principio; por eso lanzamos las seis novelas de un golpe”, indica.

Recuerda que en la actualidad no hay estructura rígida para la novela y que, en el caso de Spota, la narración te atrapa de manera similar a las series de televisión, porque éstas te presentan un conflicto y te están narrando su desarrollo. “O sea, los principios estructurales planteados para la tragedia griega por Aristóteles parece que están funcionando de nuevo. Narrar viene del verbo gnosen, o sea: conocer. El que narra da a conocer lo que sabe. Y esto es lo que pasa aquí. Hay suspenso en toda la obra de Spota”, añade el filósofo. “Con La costumbre del poder podría hacerse una serie auténtica, no las series morbosas de El Señor de los Cielos o El cártel de los sapos, sino una de altura”.


La relación con la política. La viuda de Spota, Elda Peralta, ha compartido que Casi el paraíso (1956) será llevada al cine, como los guiones e historias que en vida de Spota pasaron al celuloide, como El hombre de papel (1963), Cadena Perpetua ( 1978) o En la palma de tu mano (1950).

Peralta, al igual que Labastida, coincide también, en breve entrevista telefónica, en que, a pesar de que buena parte de los escritos de Spota abordan la política, en general él no tenía buena opinión de políticos y estructuras de poder. “La corrupción sigue ahí”, dice. También destaca cómo él aprovechó su trayectoria periodística para un mejor conocimiento del tema.

“Escribió todos los días su columna política en un diario. Conocía muy bien cómo un político que empezaba teniendo ideales, intenciones de que iba a hacer algo, después el medio en el que se movía lo iba corrompiendo. En sus obras políticas él decía lo que pensaba de la política en su vida personal. Tenía muy buenos amigos, honrados, en la política, pero no tenía muy buena idea de la política en México, del quehacer o de la honestidad de los políticos. Sabía que era muy difícil para un político conservar la honradez”, dice Peralta, quien dejó la actuación para escribir obras sobre su esposo, como Luis Spota, Las sustancias de la tierra, una biografía íntima o La época de oro sin nostalgias. Luis Spota en el cine 1949-1959.

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