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aaron.barrera@eluniversal.com.mx
El poeta y ensayista David Huerta presentó El vaso de tiempo, libro en el que reúne reflexiones en torno a la poesía y su experiencia literaria. Estos ensayos surgieron de la columna titulada “Aguas aéreas”, que el ganador del Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer publica desde hace 10 años en la Revista de la Universidad de México.
En evento realizado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en compañía del también poeta Fernando Fernández, Huerta expuso a los asistentes su análisis literario sobre la relación de autores como el español Lope de Vega y el potosino Manuel José Othón, de manera similar a la que presenta en su nuevo libro.
“La poesía y la experiencia de leer poemas es exactamente lo contrario de lo que ocurre todos los días, por desgracia: el ruido, la estridencia, la falta de sentido, la voracidad o el egoísmo. Es el alimento del espíritu, tan importante como el alimento del cuerpo; es verdad que podemos prescindir de ella, pero tendríamos una vida muy pobre y renunciaríamos a la posibilidad de ser individuos autónomos y pensantes, que razonan por sí mismos. A eso nos ayuda la lectura y más todavía la lectura de poesía” dijo a EL UNIVERSAL el también ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2015.
La obra, editada por Vaso Roto, presenta un recorrido atemporal de la creación escrita, en la que Huerta aborda temas como el símbolo de amor que significa la tórtola en la poesía romántica, el significado del término prisiones en la obra de poetas como Calderón de la Barca y José Gorostiza, la complejidad semántica de la décima sobre el Faetón del poeta del Siglo de Oro Luis de Góngora y la relación entre objetos y palabras en la obra de creadores como Jorge Luis Borges, entre otros.
En ese sentido, Huerta considera que la poesía no es un género, sino que es en sí la esencia de la literatura: “No hay géneros. Está el alfabeto y luego está la poesía, es decir que la poesía es la literatura que se divide en géneros, en departamentos y especializaciones como narrativa o dramática. Abarcó todo eso en otros tiempos y trágicamente se ha ido arrinconando a renunciar al dialogo, a la descripción, a la historia. Hemos dejado a la poesía como la sola poesía lírica. Sin embargo, es la posibilidad de expresión por medio del lenguaje articulado más rica y más potente que podemos imaginarnos. En buena parte este libro se dedica también a probar esta verdad”.
Lejos del público masivo. Para el colaborador de EL UNIVERSAL, la poesía ha sido olvidada por los grandes públicos a pesar de sus posibilidades de expresión, ya que no se encuentra como producto redituable en el mundo del mercado: “La poesía es peor que vilipendiada, es ignorada. Precisamente porque no está en el mundo de la ganancia y no forma parte del mercado. La recompensa que nos da es inmensa, pero no se traduce en esos valores que nos son tan familiares, por desgracia”.
Mencionó de igual forma que una de las razones por la que publica esta obra es para reconocer la generosidad que tienen los poetas al regalarnos sus creaciones, sin pedirnos nada a cambio más que un momento de atención. Además, también la consideró su entrada al mundo de la prosa:
“Este libro para mí es un ingreso tardío en el selecto número de los prosistas reflexivos de nuestro país y de nuestra lengua. Además de que tuve oportunidad de remozarlas, estas colaboraciones en la Revista de la Universidad estaban hechas especialmente con mucho cuidado, con el mayor cuidado del que permite un texto que no es el de todos los días”, reconoció el ganador de El Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores en 2005.