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A la pregunta, ¿desde el punto de vista bioético hubo algún problema en torno del proyecto de Jill Magid y la transformación de parte de las cenizas de Luis Barragán en un diamante, Jorge Linares, director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, respondió que no:
"Las cenizas ya no son restos biológicos, no están vivas en sentido estricto y no hay ningún problema". Agregó que los restos mortuorios son las trazas materiales de lo que fue una persona y que las personas no están en los restos, en los huesos, en las cenizas. "Las personas que murieron están en nuestras mentes y en nuestra memoria", sostuvo el especialista en ciencia y ética.
La ética, la religión, lo sagrado y lo profano, los fetiches, y el valor que se da a los muertos -a menudo- muy por encima de los vivos, fueron temas que se trataron la noche de este jueves en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, MUAC, en la cuarta y última mesa de diálogos en torno de la exposición de Jill Magid “Una carta llega siempre a su destino. Los Archivos Barragán”.
A quién pertenecen los legados artísticos, literarios, arquitectónicos, fue la pregunta de fondo en la reflexión que reunió, además, al jesuita Juan Carlos Henríquez, director del Centro de Experimentación y Pensamiento Crítico de la Universidad Iberoamericana; a Gabriela Méndez Cota, catedrática de 17, Instituto de Estudios Críticos, y al rabino y filósofo Elisha Coffman, en una mesa conducida por el abogado Jorge Ramírez Rentería.
En una posición distinta a la de Linares, el rabino Elisha Coffman expresó que desde el Judaísmo sí existen varias faltas en el proyecto de Magid; en primer lugar señaló que el cuerpo humano tiene santidad y que el cadáver posee cierta santidad, que se debe tratar con respeto y que está prohibido obtener un beneficio personal, lo que no necesariamente significa venderlo pues hay otras formas de beneficiarse:
El rabino explicó: "Desde el punto de vista del Judaísmo el cuerpo posee santidad, también las cenizas poseen santidad y aunque esas cenizas se transformen en un objeto siguen poseyendo santidad. En ese sentido hace ruido que una persona cambie un cuerpo por otro. Los legalistas discuten hasta qué punto ese cuerpo es un cuerpo, pero por lo menos para la artista sí lo era. Independiente de lo legal, hay algo raro en que se cambie un cuerpo por otra cosa; hablando escandalosamente es trata de blancas: tomo un cuerpo y te lo cambio por algo que tienes. No se debió hacer. Mi pedido sería, que regrese a la urna, el beneficio mediático ya se obtuvo. Si se regresa, se gana también en dignidad".
Se habla más de las cenizas y del archivos, y poco se habla del Barragán vivo, del Barragán, arquitecto y místico que en la segunda mitad del siglo XX creó una obra tridimensional habitable y transitable, una obra que no sabemos si es arquitectura o escultura habitable, argumentó el jesuita Juan Carlos Henríquez. Aseguró que no ve una contradicción ética en la pieza de Magid en el sentido estricto, algo que genere problema desde el punto de vista cristiano. Planteó que lo importante es el cuerpo vivo: "¿Quién es el cuerpo vivo? Somos nosotros, lo vivo es su legado. Eso es lo que hay que custodiar; si veneramos a los muertos, es para poder venerar a los vivos". Para el jesuita, lo cuestionable es que en la sociedad "es muy atractivo desgarrarnos las vestiduras con los muertos, porque desgarrarnos las vestiduras con los vivos nos compromete de una manera muy radical. En México estamos plagados de desaparecidos, mutilados, de vidas rotas, de vidas biológicas de a de veras, no muertes en el 88. Y de esas poco, o no lo suficientemente hablamos".
Para Jorge Linares, a los humanos nos cuesta aceptar el hecho físico de la muerte, y comprender que del que muere, "biológica y físicamente no queda nada". Para conservar, el ser humano ha inventado un sinfín de métodos de ritualización, desde tumbas y monumentos, hasta pirámides y construcciones. "
De los muertos -afirmó Linares- quedan imagen, obra, legado, pensamiento... y tenemos obligación moral de preservar ese legado". Y cuestionó: "La pregunta que me queda es a quién pertenecen los legados artísticos:a todos o a unos cuantos?" Para el director de la FFyL no son relevantes las preguntas que tienen que ver con los restos de lo que fue una persona. "Cuando hay un cadáver y restos óseos ya hay regulaciones muy claras, con las cenizas hay regulaciones atendibles. Cómo y a quién pertenecen estos archivos es lo más importante".
Al término de la conferencia, Elisha Coffman explicó que no conocía la obra de Magid y que al leer acerca de ella encontró que ha dicho que busca con su trabajo humanizar estructuras y sistemas de poder, es por eso que, concluyó el rabino, es un contrasentido lo que hace Jill Magid "porque le quitó lo poco de humano a los restos". Para Coffman, en todo caso, el beneficio puede estar en las reflexiones que esa obra ha abierto.