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Considerado uno de los más importantes humanistas que ha dado este país, el poeta, ensayista y diplomático regiomontano Alfonso Reyes será recordado en el 128 aniversario de su nacimiento, con un concierto el próximo viernes en la Capilla Alfonsina de esta ciudad.
Organizado por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y el Centro de Instrucción Musica (CIM) DARA, el programa ofrecerá música clásica y contemporánea que, bajo la dirección de Víctor Sánchez, rendirá tributo al escritor.
“Alfonso Reyes, con un notable magisterio en la cultura de su tiempo, que promovió la fundación de sólidas instituciones dedicadas a la difusión del conocimiento, y marcó la obra de casi todos los escritores mexicanos posteriores a él, como Octavio Paz y Carlos Fuentes, es ejemplo de entrega y profesionalismo para nuestros docentes”, añadió.
En el recital, los alumnos del CIM DARA interpretarán obras de música clásica y contemporánea como: "Omnia sol temperal", "Fortune plango Vulnera" y "Veris leta Facies", de Carl Orff; "Minuet en G minor", de Johann Sebastian Bach; "Ah! Mio cor", de George F. Händel; y "Wiegenlied: Guten Abend, guten Nacht op.49 n° 64", de Johannes Brahms.
Alfonso Reyes nació en Monterrey, Nuevo León, el 17 de mayo de 1889. Hijo de Bernardo Reyes (1850–1913), gobernador de Nuevo León, y figura muy cercana a Porfirio Díaz (1830–1915), tuvo una infancia rica en lecturas y experiencias vitales.
En la Ciudad de México perteneció al grupo intelectual de la Escuela Nacional Preparatoria. Junto con Pedro Henríquez Ureña (1884–1946), Antonio Caso (1883-1946) y José Vasconcelos (1882–1959) fundó El Ateneo de la Juventud, agrupación cultural que pretendía un México moderno y contemporáneo del mundo.
Por aquella época, cuentan sus biógrafos, Reyes escribió obras como el libro de ensayos Cuestiones estéticas, que sería publicado en París. De los mismos años datan estudios sobre Robert Louis Stevenson (1850–1894) y Gilberth K. Chesterton (1874–1936).
Se inscribió en la Facultad de Derecho, donde obtuvo el título profesional de abogado el 16 de julio de 1913. Tras el asesinato de su padre, aspirante a la presidencia de la República, y un tanto decepcionado de la situación nacional, viajó a Europa donde trabajó en el Centro de Estudios Históricos de Madrid, dirigido por Ramón Menéndez Pidal (1869–1968).
En España compartió trabajos y experiencias con Juan Ramón Jiménez (1881 – 1958), José Ortega y Gasset (1883 – 1955) y Ramón Gómez de la Serna (1888 – 1963). También perfecciono su manejo de la lengua española. En 1915 terminó Visión de Anáhuac, que se publicó en 1917.
De acuerdo con datos de El Colegio Nacional, de 1924 a 1939 vivió como diplomático en Francia, Brasil y Argentina. En este último impulsó la obra del por entonces joven Jorge Luis Borges (1899–1986), quien puso a su consideración el manuscrito de El Aleph y le profesaría agradecida admiración el resto de su vida.
En 1939 regresó definitivamente a México, instalándose en un edificio que siempre había deseado y que él mismo hizo construir: una casa habitación integrada a una biblioteca, hoy museo dedicado a él, que lleva el nombre de Capilla Alfonsina, relata el sitio web biografiasyvidas.com.
A partir de entonces y hasta 1950 se encontraba en la cumbre de su madurez intelectual y escribió una larga serie de libros sobre temas clásicos, como La antigua retórica, El deslinde, La crítica en la edad ateniense y Junta de sombras. También escribió sobre problemas mexicanos y americanos y otros muy variados.
Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, fundador del Instituto Francés de América Latina y de El Colegio Nacional. Presidió la Casa de España en México, nombrado más tarde El Colegio de México, uno de los centros académicos de alto nivel más prestigiados del país.
Fue candidato al Premio Nobel en cuatro ocasiones y aunque nunca lo recibió sí fue reconocido con numerosos premios y reconocimientos públicos, como el Premio Nacional de Literatura (1945), el de Literatura Manuel Ávila Camacho (1953) y el del Instituto Mexicano del Libro, que recibió en 1954.
Reyes murió de un infarto, el cuarto en pocos años, el 27 de diciembre de 1959 en la Ciudad de México. El presidente Adolfo López Mateos (1910–1969) decretó un día de luto nacional y sus restos reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres.
nrv