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A partir de los temas que ha abordado en sus libros, uno pudiera pensar que la periodista y activista canadiense Naomi Klein tiene una visión pesimista sobre la actual situación global. Pero no tanto. La autora de No Logo, La doctrina del shock y Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima ve la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos como la oportunidad de reescribir las reglas en política y crear espacios para los movimientos sociales, gobiernos y partidos progresistas con el fin de enfrentar al magnate.
Klein asistió hace unos días al Festival Internacional de Escritores y Literatura de San Miguel de Allende y su agenda terminó sin remedio enfocada en Trump.
En entrevista, una de las más férreas críticas del neoliberalismo sostuvo que el nuevo jefe de la Casa Blanca no es un político, sino una marca, y que por tanto debe enfrentársele con las reglas de las marcas, no de la política.
También advirtió que nuestro país no puede ir solo contra Donald Trump y que ella tiene la esperanza de que México forme una coalición con Canadá, sin embargo cuestionó “el progresismo” del primer ministro Justin Trudeau.
En el evento, la periodista canadiense presentaría una conferencia magistral sobre el cambio climático, pero ante un público casi total de veteranos estadounidenses y canadienses, residentes o visitantes de esa ciudad guanajuatense anfitriona del festival bilingüe desde 2006, reconoció que decidió modificar su ponencia de último momento a fin de analizar la figura de Donald Trump a la luz de los temas que ha venido abordando en las dos últimas décadas en sus libros: las marcas y la publicidad, la aplicación de las ideas económicas de Milton Friedman y los Chicago Boys ahora dentro de EU (la doctrina del shock), o la degradación del ambiente por parte de las grandes transnacionales de energía en todo el mundo.
Ante el auditorio dijo que con Trump se ve el final del juego del capitalismo, su verdad más siniestra, la privatización del gobierno.
“Donald Trump representa la tendencia más peligrosa del siglo pasado, la representación física del proyecto ideológico que ha creado guerras: el neoliberalismo”, sostuvo Klein.
“El valor de la marca Trump aumenta exponencialmente cada día que está en la presidencia”, advirtió “ y tenemos que prepararnos para lo peor”, añadió Naomi Klein.
En ese sentido planteó en medio de aplausos del público norteamericano que ante el magnate no se puede estar a la defensiva, sino jugar a la ofensiva, organizarse y emprender la resistencia con coaliciones de gente, de movimientos sociales y de países. “Los políticos o los gobiernos no son los únicos que pueden declarar una emergencia”, subrayó la también activista.
—¿Con los libros que escribió ya estaba preparada para Donald Trump?
—Dudo que alguien esté completamente preparado para Donald Trump, porque el nivel de su desequilibrio mental es muy alto. Pero en realidad pienso que el trabajo que he hecho en todos estos años sí me preparó, para ser honesta. Pienso cada vez más y más en mi primer libro (No Logo), escrito hace 16 años, en términos del triunfo de las marcas, de las supermarcas, de las marcas humanas. Trump es como un producto de ese mundo de las marcas. Eso me ha ayudado a entender de lo que ha sido capaz, porque él no es un político, es una marca. Su relación con sus simpatizantes es más parecida a la relación de un consumidor con una marca o de un público con una celebridad. Así que si aplicas las reglas tradicionales de la política con Trump eso no funciona; debes aplicar las reglas de las marcas. Y la principal regla de las marcas es que debes ser leal a la marca con la que te identificas.
Siempre sonriente, Klein añadió que Trump creó una marca “a prueba de escándalos”, en el sentido de que es la del tipo que siempre gana, que quita a los perdedores de su camino.
“Eso hace que sea casi imposible de atrapar haciendo algo, porque siempre dirá cuando lo atrapes, que lo hace porque es listo. ‘No pago impuestos, porque soy listo; no pago a mis trabajadores, porque soy listo’. Su marca es ser el tipo rico e impune”, agregó Naomi Klein.
Además expresó que la única forma de “atraparlo” en algo es descubriendo que no es tan rico ni tan poderoso como proclama ser, que su emporio es un espejismo.
La periodista advirtió que la presidencia de Donald Trump es el clímax del capitalismo y el neoliberalismo, la continuación de un proyecto, aunque afecte también los intereses de las multinacionales.
“Pero fue muy notorio cómo el mercado reaccionó muy favorablemente a Trump. Hay como un boom de Donald Trump en la bolsa de valores, porque después de la preocupación inicial quedó muy claro que iba a quitar impuestos y desregular; y puso a todos esos ejecutivos (CEOS) en el gabinete. Dio tanto poder a Goldman Sachs en su administración que está asegurando al mercado que no está atacando al capital. (...) Está haciendo mucho por las multinacionales en casa, y éstas aceptaron que dejara ir el Acuerdo Transpacífico porque están obteniendo más en casa; fue un buen trato”, explica.
—¿Dónde ubica usted a Donald Trump frente a personalidades como Donald Rumsfeld, Paul Bremer, George Bush o Dick Cheney?
—Por eso digo que la locura es la cuestión. Quiero decir, Donald Trump ciertamente está más loco que cualquiera de estos tipos. George Bush también juntó en su gabinete a millonarios, ejecutivos (CEOS); Dick Cheney venía de Halliburton. Trump está yendo más lejos, bueno cada gobierno republicano está yendo más lejos. Con Dick Cheney, Halliburton ganó grandes contratos en la guerra en Irak y una gran cantidad de dinero. ¿Hay alguna diferencia con lo que Donald Trump hace? Hay amnesia; de verdad, me pone en shock esa amnesia. Sí, está yendo más lejos, pero hay continuidad, no vino del espacio, es parte del proyecto.
—¿Qué sugiere a México y a los mexicanos para enfrentar a alguien como Trump?
—¿Cuándo son las próximas elecciones (se ríe)? Éste es un momento que provee de muchísimas oportunidades. La cosa buena de Trump es que está rompiendo todas las reglas, así que todo es posible. La historia de los pasados 40 años tras el triunfo del neoliberalismo constriñó radicalmente lo que es políticamente posible, lo estrechó mucho. Así que las ventajas de alguien como Trump es que, al estar haciendo muchas cosas y rompiendo todas las reglas, está creando espacios para los partidos políticos progresistas, que pueden decir: ‘Así que aparentemente nosotros también podemos romper todas las reglas, ¿por qué no reescribimos las reglas?’ (...) Tampoco México puede enfrentar solo a Trump. Lo que deseo mucho es que en un momento como éste surja una real y poderosa coalición entre México y Canadá, pero pienso que ésta sólo puede ser dirigida desde abajo, desde los movimientos sociales. También es necesario ser internacional, no se puede ganar a Donald Trump con nacionalismos.
La periodista y activista canadiense también reprobó la actitud del primer ministro de su país frente a Trump y las decisiones de éste.
“Estoy decepcionada por cómo adula Trudeau a Trump”, señala.
“Como Donald Trump es tan malo, toma poco a otros gobiernos sacar provecho y parecer mejores, ya sea enfrentando a Trump o como Justin Trudeau, que parece como si fuera un dios progresista porque dice a los inmigrantes que son bienvenidos, pero no lo es. No me malinterpretes: prefiero tener a Trudeau que a Trump. Pero Trudeau es un maestro de marketing en su propio estilo y éste es el de la imagen de una Canadá progresista, sólo que hay un gran diferencia entre lo que hace y su imagen. Dice cosas correctas sobre el cambio climático, pero planea extender las extracciones petroleras; dice que los refugiados son bienvenidos, pero de hecho su número está bajando. Algo tiene en común con Trump: ambos mandan muchos tuits, ambos tratan de gobernar el mundo por tuites en lugar de con acciones”, señaló Naomi Klein.