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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Para el historiador y politólogo Lorenzo Meyer, México no tiene nada para enfrentar a Estados Unidos en esta crisis diplomática impulsada por las acciones del presidente estadounidense Donald Trump, porque la tan sobada unidad nacional que impulsa México tiene una función interna, la de recomponer y sanear las instituciones mexicanas, pero no tiene ninguna fuerza al exterior. Meyer también dice que tampoco sirven las banderas mexicanas en los celulares ni el boicot ni los bloqueos comerciales a los productos estadounidenses, pues son meros gestos simbólicos.
El investigador y académico de El Colegio de México que es especialista en relaciones internacionales, afirma en entrevista con EL UNIVERSAL que lo único que podría ayudarnos en la actual crisis con Estados Unidos es trabajar en instituciones mexicanas fuertes y sanas, libres de corrupción e impunidad; pero reconoce que hoy no existen y eso sólo nos muestra que el panorama de México es “muy canijo”, sobre todo cuando las relaciones con Estados Unidos, asegura, siempre han sido muy complicadas.
“Yo veo esta relación con nuestro vecino como inevitablemente llena de desencuentros y de conflictos, con periodos de cooperación. Pero el meollo del problema está en la enorme diferencia de poder, en lo asimétrico de la relación”, afirma el autor de México frente a los Estados Unidos (Un ensayo histórico 1776-1980), en coatoría con Josefina Zoraida Vázquez.
¿Estamos en la peor crisis política con Estados Unidos?
Es una crisis que converge con una crisis política interna que viene de atrás, que viene de que falló la transición, de que las dirigencias mexicanas no lograron estar a la altura de lo que la transición política pedía. Entonces volvieron al PRI, pero un PRI que no puede con el paquete.
Tenemos una crisis interna que se manifiesta en la violencia, en los bajos índices de crecimiento, en la baja estima que el ciudadano tiene del Presidente y se manifiesta en los grados altísimos de corrupción, entonces esa crisis interna independiente de Estados Unidos está llevando al país a una crisis de hartazgo de una parte de la población. De ahí las manifestaciones por el gasolinazo, que no son sólo por el gasolinazo sino que el gasolinazo es la gota que está derramando el vaso.
¿Entonces esta crisis nos agarró mal parados?
Se le agregó una crisis inesperada: ¿De dónde nos salió Tump? Cayó como enviado de la estratósfera, de repente, sin que hubiera una idea de que íbamos a tener un problema en el exterior y estuviéramos medianamente preparados, si es que estos dirigentes mexicanos pueden estar preparados para algo que no sea lo ilícito. No se lo esperaban y no saben qué hacer y eso agrava la situación para México. Nos pudo tomar en peor momento, pero es difícil pensar en un momento más desafortunado para tener que enfrentar una avalancha de presiones del exterior.
¿Y ahorita no tenemos ninguna carta que jugar frente a EU?
No, porque la desaparición de la Guerra Fría nos quitó una de las principales cartas: “Si ustedes desestabilizan a México, aquí llegan los malvados de la izquierda que son comunistas y que van a ligarse con la Unión Soviética y México será una Cuba grandota en su frontera”. Pues ya no, ya ni hay Unión Soviética y Putin no está para partir un piñón con Trump. ¿Entonces qué carta jugamos? Decir “oiga, pero es que tener a México es tener una gran maquiladora —que es lo que somos en el TLC—, les conviene a sus compañías”, pero Tump regañó a esas compañías y les dijo “no, el usar la mano de obra mexicana no es lo que conviene a Estados Unidos, quiero que se regresen, que paguen caro la mano de obra norteamericana. Ese es el interés nacional ahora”. ¡En la torre!
Entonces no podemos presentar la carta de la Guerra Fría ni la carta de que somos muy baratos y dóciles y hacemos todo lo que quieren, como diría Fox: “que ni los negros hacen”. Esa brutalidad de Fox. Entonces ¿cuál carta tenemos?
¿La unidad nacional tan sobada puede ser una carta?
La unidad a ellos no les interesa, la unidad es para nosotros, para defendernos del tsunami que nos viene del norte. Entonces la unidad sería como una roca donde se estrella la ola. Ya no podemos negociar que no nos manden la ola ¿pero la unidad cómo? La unidad solamente la puede tener una política interna bien hecha, una política legítima, donde nosotros, el grueso por lo menos de los mexicanos esté orgulloso de sus instituciones, esté confiado en sus líderes, oiga el discurso de sus líderes y lo acepte como bueno. Aquí oímos el discurso de Peña Nieto y en el mejor de los casos entra por un oído y sale por el otro. En el peor de los casos refuerza nuestro rechazo porque es un discurso que no va con la realidad, un discurso de una elite que tiene una corrupción fantástica.
¿Unidad en torno a qué?
En torno a otra cosa, no sé si la sociedad mexicana al margen de sus dirigentes pueda mostrar una unidad frente a Estados Unidos, esa es una posibilidad pero al final de cuentas, nuestra mejor defensa es una política interna honesta, sana, que tenga el apoyo del grueso de los mexicanos, que nos haga sentirnos orgullosos de nosotros mismos, de que podemos hacer las cosas, pero tiene que ser al margen del liderazgo formal.
¿Quién lo puede generar? ¿La iglesia? que también algunos tienen una colota que le pisen enorme. ¿Los líderes empresariales? Hay que rehacer la estructura institucional de México para que tenga la fuerza de resistir la presión norteamericana. Pero eso no se hace muy fácilmente, no se hace de un día para otro y por el momento tenemos que seguir con este gobierno, no hay forma de quitarlo salvo que hubiera una revolución, pero las revoluciones por ahora no se usan. Entonces hay que ir administrando el desastre ahora.
¿Sirve el boicot, no comprar autos ni productos norteamericanos?
No veo que pueda ser dañino, pero no sé si sirva, como gesto simbólico sí porque las naciones son también símbolos, alguien con la cabeza muy fría diría “oigan, pero los autos Ford están hechos en parte por obreros mexicanos y si no los compramos los dejamos sin trabajo”. Pero en algún punto tenemos que hacer las cosas simbólicas.
Otros piden que pongamos en los teléfonos la Bandera Mexicana... lo más sustantivo es que se ha puesto tremendamente en evidencia de manera objetiva que la debilidad de nuestras instituciones es lo que hace a Trump podernos golpear tan fuerte. Una presidencia de México fuerte, un país seguro de que aquí no hay corrupción, que las drogas son por Estados Unidos que las consume. Aquí está todo bajo control, el gobierno no está coludido con los cárteles, ni El Chapo Guzmán ha sobornado a ningún funcionario mexicano. Esa es nuestra defensa. Exigir a nosotros mismos un gobierno digno del desafío que tenemos.
¿Puede ser aprovechable esta situación para México?
Sí, puede ser aprovechada porque pone tan en la superficie los defectos de dos cosas: del sistema político mexicano y del proyecto. El proyecto era unirnos a los Estados Unidos, ahora queda claro que eso no es un camino. Era la salvación fácil. Sí, Estados Unidos es muy fuertote, firmamos un acuerdo y nos dice que sí que somos parte de la América del Norte y ahí la llevamos, pues no, no es tan fácil. Tenemos que hacer nuestro propio proyecto nacional sin depender de los norteamericanos, aunque hay que considerar que somos sus vecinos, tenemos que tener relaciones comerciales, económicas, tenemos que tener su inversión, tenemos que comportarnos como la parte débil pero no de la manera ignominiosa, sí somos débiles pero hay que tener un mínimo de dignidad.
Hay quien opina que esta crisis se revertirá desde adentro de EU...
Yo espero que sí pero no ahorita. He oído mucho que allá van a decir “está loco”, “lo van a desaforar”, “no va a llegar a los cuatro años”. Pero la realidad es que está muy fuerte porque sus bases día a día lo están fortaleciendo. Cada una de estas cosas que hace y que nos parece el colmo de la locura resulta que le están dando aplausos. Ese “Esperemos que Estados Unidos se deshaga de Trump” pues no lo veo, porque ahorita ya va a poner el juez que faltaba en la Suprema Corte, hizo que su gabinete, hecho de gente durísima, fuera aprobado.
Poner la salvación en que “espero que los norteamericanos sensatos lo saquen…” no es la solución, ha de haber un montón de norteamericanos sensatos y muchos descontentos, pero el control de las instituciones lo tiene Trump y las instituciones norteamericanas, a diferencia de las nuestras, sí son instituciones fuertes.
¿Está canijo entonces?
¡Está canijo! Además el señor (George) Freeman vaticinó la guerra México-Estados Unidos en el siglo XXI, pero la vaticinó como para 2080; Trump se le adelantó unos cuantos años. La vaticinó por estas mismas razones: los migrantes mexicanos en Estados Unidos, él vaticinaba que la economía norteamericana iba a necesitar de mano de obra por ahí de 2020, 2030, que habría una gran migración mexicana y luego la robotización y la tecnología iban a hacernos obsoletos y entonces iban a encontrar allí un material explosivo que intentarían echarnos. Se nos adelantó Freeman.