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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
Lorenzo Falcó, un ex contrabandista de armas, espía sin escrúpulos y agente del servicio de inteligencia es el protagonista de la nueva novela del escritor español Arturo Pérez-Reverte. Falcó (Alfaguara) es la novela de espías que el autor de La reina del sur siempre quiso escribir, pudo imaginar un mundo que conoció a través de sus padres y de sus abuelos, y que a él le encanta.
Su protagonista es un caballero que no es un caballero, rodeado de mujeres bellas, elegantes e inteligentes, mujeres fuertes que a él siempre le gustan. En entrevista, el escritor y miembro de la Real Academia de la Lengua habla de los años convulsos de la Europa de los años 30 y 40, de las novelas y el cine de espías, de una segunda aventura de Falcó y, por supuesto, de mujeres.
¿Es verdad que soñaba con hacer una novela de espías?
Sí. Yo quería hacer una novela de espías, me apetecía escribir una novela con los elementos clásicos del género de espías, pero una novela de espías en la actualidad sería muy vulgar, ahora todo se soluciona con drones, teléfonos móviles, basta ver una película de Tom Cruise y uno ha visto una novela de espías moderna, y eso es una vulgaridad. Entonces decidí utilizar una época que fuera más interesante.
¿Y allí estaban los años 30 y 40 en una Europa convulsa?
Con los años 30 y 40 tenía una ventaja enorme, sobre todo los 30, había por supuesto una Europa sórdida pero también había trasatlánticos, hoteles de lujo, mujeres que vestían elegantes, hombres que vestían muy elegantes, había un encanto. También había una Europa interesante, con la guerra de España allá, con la Segunda Guerra Mundial a punto de estallar, donde los fascismos, los comunismos, anarquismos están en ebullición; digamos, había un fondo de aventura, de tensión, de peligro, de incertidumbre que era muy adecuado para rodear de ambiente la historia, por eso elegí los años 30 y descarté la época actual.
¿Era un ambiente idóneo?
Para mí sí, para mis gustos, para la novela que quería escribir, además tenía la ventaja de que nací en el 51 y entonces aunque no viví ese mundo lo pude conocer de cerca a través de mis padres y mis abuelos, tenía muchísima información directa, de primera mano, fotos familiares, historias, revistas de la época que tenían mis abuelos, decidí utilizar todo esos recursos familiares. Además me nutrí, vi películas, leí libros. Digamos que mi novela Falcó no está tan lejos de Ian Fleming, de Frederick Forsyth o de John Le Carré, como tampoco lo está de Eric Ambler o de William Somerset Maugham, de los novelistas de los 30, o de las películas primeras de Alfred Hitchcock. Ese es el tipo de mundo que me interesaba.
¿Una época que le gustaría vivir?
El lector se beneficia de eso, el escritor no es más que el intermediario para que el lector viva épocas que no vivió, vea cosas que no vio, sienta cosas que no sintió, se pasee por la historia y por la memoria de esa forma, viva vidas que nunca pudo vivir, esa es la magia de la literatura; el escritor es un mago que si hace bien su trabajo consigue que el lector viva todas esas cosas.
¿Es un hombre del presente pero fascinado por el pasado?
No soy retrogrado, pero necesito el pasado para entender el presente, yo camino por el presente como usted y como todos nosotros, pero sé que sin el pasado el presente no tiene sentido, por eso en todas mis novelas está de una u otra forma la historia, el pasado, la memoria, como clave, no como recreación. Yo no quiero recrear la historia, para eso uno se lee a Dickens o se lee a Dumas, o se lee a Dostoievski, a Tolstoi o a Galdós; yo no aporto nada. Pero sí es verdad que cuando hablo del conflicto del mundo de ahora utilizo el pasado para entenderlo. Siempre, hasta en mis novelas históricas, hablo del hombre moderno, me gusta la historia como mecanismo o como clave, como tarjeta codificada que metida en el lector actual le permita entender mejor.
Hay mujeres hermosas y fuertes
Yo a veces tengo bronca con las feministas, hablo del feminismo ultrarradical, que es más folclórico que práctico, que dicen “ay, no hay que comer miel porque las abejas son explotadas, o no hay que comer carne porque las vacas son hembras explotadas”; yo me río mucho de eso y ellas se enfadan y me dicen misógino. Yo les digo que no han leído mis novelas porque en todas mis novelas mis mujeres son muy fuertes y poderosas. Son mujeres dueñas de su destino y son capaces de competir con los hombres en su propio terreno.
¿Es un sueño cumplido?
Lo pasé tan bien que conforme la iba terminando decía “no quiero que se acabe” y le dejé un final abierto para poder hacer una segunda novela que ya he comenzado. Creo que desde La reina del sur no la pasaba tan bien escribiendo una novela.