Se fue Fidel pero llegó Trump. Para el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa el populismo no conoce límites, ataca por igual a países ricos que a pobres, lo mismo a los menos avanzados que a los más cultos. El populismo no distingue condiciones… y eso lo hace un mal global.
“Lo que ha ocurrido en Estados Unidos, lo que demuestra, es que la civilización, el progreso económico, la educación avanzada, no vacuna a un país contra el riesgo del populismo. El riesgo del populismo está ahí y afecta a los países más avanzados, a los más cultos. Lo acabamos de ver en Gran Bretaña con el Brexit, que es un retroceso a la tribu, que es un retroceso al nacionalismo”, dice en entrevista exclusiva.
Vargas Llosa fue figura central de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara este fin de semana. El destino ha querido que los reflectores los compartiera con Fidel Castro, que falleció unas horas antes de la apertura de la FIL, donde su mítica imagen ha estado presente y se le recordó en los discursos inaugurales.
Ambos fueron protagonistas de una misma fiesta, pero ideológicamente son opuestos. Castro y Vargas Llosa sostuvieron posturas encontradas. De simpatizar con el socialismo, en las últimas décadas el escritor peruano fue uno de los críticos más agudos del líder cubano. Las constantes detenciones de intelectuales y opositores al régimen, pero en especial la aprehensión en 1971 del poeta Heberto Padilla, hicieron que Vargas Llosa comenzara a reprobar en público lo que sucedía en Cuba.
El escritor y ensayista considera que la muerte del jefe de la Revolución cubana es el principio del fin de lo que fue el castrismo, de la dictadura castrista de 57 años. “Los cubanos del futuro recordarán este periodo como algo mucho más negativo que positivo en la historia de Cuba. La historia no lo absolverá, el daño que ha causado ha sido muchísimo mayor que los beneficios que puede haber tenido Cuba”, señala.
Vargas Llosa cree que Cuba debe recuperar la democracia sin violencia y de la forma menos traumática posible. El camino ya está trazado, señala, pero Donald Trump puede convertirse en un obstáculo para concretarlo.
“Algo ha empezado a ocurrir en Cuba, la iniciativa del presidente Obama de restaurar las relaciones diplomáticas fue muy buena, ha abierto una vía, aunque no ha progresado tan rápido como se esperaba. Ojalá el nuevo presidente de Estados Unidos no la interrumpa, no vuelva a retroceder la historia. Hay ese riesgo, que sería muy perjudicial, no sólo para Cuba, para todo América Latina”, asegura.
La entrevista la realizo vía satélite. Vargas Llosa en Guadalajara y yo en La Habana. Aquí en Cuba he escuchado voces que señalan que el gobierno de Raúl Castro no busca seguir una transición como la que impulsó la Perestroika y la Glasnost de Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética. Muchos cubanos creen que su país imitará los pasos de China, donde existe la libertad de mercado, las grandes inversiones y el crecimiento, pero no la apertura política. Vargas Llosa cree que la aplicación del modelo chino en Cuba es una utopía porque las condiciones de la isla son distintas a las del gigante asiático.
“China es un país que puede vivir una autarquía de ese tipo, pero Cuba es un país pequeño, que necesita capitales, integrarse a los mercados del mundo para tener un crecimiento rápido que satisfaga las necesidades más elementales de la población”, apunta.
El país que comandó Fidel Castro durante 49 años no es el mismo que el de hoy. Cuba tiene relaciones diplomáticas con Estados Unidos, los turistas llegan sin restricciones y Raúl Castro ha dicho que dejará el poder en el 2018. Para Vargas Llosa, todos estos antecedentes hacen que la muerte de Fidel Castro pierda impacto.
“Era todo un mito, era el mito que mantenía la unidad, la ilusión de que la Revolución podía sobrevivir pese a todos los avatares de los últimos años. Sin Fidel Castro es claro que la Revolución pierde un sustento mítico, legendario, que mantenía a la Revolución como algo desfasado de la realidad. La Revolución ha sido un fracaso capital, Cuba es un país mucho más pobre de lo que era hace 57 años. Una buena parte de la población vive en el exilio y otra buena parte de la población sólo aspira a escapar de Cuba. El caso de Cuba, de Corea del Norte, es la mejor demostración de que el comunismo no funciona, que trae más pobreza, además de mucha opresión”, indica el escritor.
Corrupción, la gran amenaza. Mario Vargas Llosa asegura que la corrupción es la gran amenaza de las democracias en América Latina. El populismo es otro de esos males que carcomen a la política y a los gobiernos, sin embargo advierte que hay razones para ser optimistas con el futuro inmediato de la región.
“Los gobiernos populistas, que han sido gobiernos de fracasos sistemáticos, van desapareciendo por presión popular, es un movimiento que va a tener una continuidad en los años inmediatos, ojalá eso llegue muy pronto a Venezuela, antes de que el país desaparezca. Su situación es muy trágica, por primera vez en la historia de Venezuela hay hambruna, la gente se muere literalmente de hambre. La impopularidad del régimen crece día a día, de tal manera que la transición hacia un régimen distinto debería venir muy pronto y ojalá sea también pacífica”, sostiene el novelista.
La muerte de Fidel Castro parece la puntilla en la debacle de la izquierda en América Latina. En Venezuela, Argentina y Brasil hay ciudadanos que han pedido un cambio de régimen. El autor de La fiesta del chivo asegura que en la región cada vez hay más consenso a favor de los gobiernos democráticos y contra los populistas.
“Lo que ocurre con Brasil es muy interesante, por primera vez ha habido un movimiento popular que no pide cambiar de sistema, no quiere acabar con la democracia, quiere regenerar la democracia, quiere limpiarla de todas las corruptelas que la han paralizado, que la han ensuciado y es un movimiento popular que afecta por igual a los movimientos de izquierda, de derecha, todos los que han participado de la corrupción que ha causado los estragos económicos en Brasil”, concluye Vargas Llosa.