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El teólogo, sacerdote, poeta y ex guerrillero nicaragüense Ernesto Cardenal insta a los poetas a hacer un esfuerzo por escribir “poesía que se entienda, para el hombre de la calle”. En ese sentido, defiende que la música popular sea reconocida con el Nobel de Literatura, con la concesión del premio al estadounidense Bob Dylan.
En entrevista, el intelectual centroamericano de 91 años (Granada, 1925) se considera “el poeta menos premiado de América Latina”, aunque admite que sí ha pensado en recibir el Cervantes o el Nobel, reconocimientos a los que ya ha sido nominado. Sobre Nicaragua cree que la Revolución Sandinista fue “la más bella revolución que ha habido”, pero lamenta que haya sido en vano; hoy —asegura— hay una dictadura familiar con Daniel Ortega, su esposa e hijos, quienes gozan de mayor poder que el que jamás tuvieron los Somoza.
Ernesto Cardenal accedió a una conversación telefónica la víspera de su regreso a México, donde ayer presentó su Nueva Antología de la Poesía Norteamericana (Siglo XXI, 2016), sostuvo un encuentro poético en la sala Miguel Covarrubias de Ciudad Universitaria con Eduardo Lizalde, recién galardonado con el premio Carlos Fuentes.
El nicaragüense tendrá además una charla con el también poeta, editor y filósofo Jaime Labastida el próximo domingo durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
¿Por qué decidió reeditar hasta ahora su Antología de la Poesía Norteamericana?
Quería que saliera de nuevo esta antología, que tiene más de 30 años, pero hasta ahora no había editor que la quisiera. Fue un acierto de Jaime Labastida, mi amigo y director de Siglo XXI, publicarla en México. La reedición de esta antología es un gran evento de la literatura latinoamericana porque va a enseñar mucho a los nuevos poetas, a los poetas mexicanos, como a mí me ha enseñado esta poesía norteamericana.
Menciona ustdes en el prólogo que la democracia y la justicia social son rasgos fundamentales de la poesía estadounidense ¿No pasa esto mismo con la poesía latino-americana?
Un poeta norteamericano dijo que el único país cuya poesía es en defensa de la democracia es Estados Unidos. Estoy de acuerdo, pero agregaría que también es una poesía de justicia social. No pasa lo mismo con la latinoamericana, algunos poetas hemos tocado estos temas, pero no todos, y critico a aquellos que no lo hacen. Sí, la democracia está peleada con la poesía latinoamericana en muchos poetas, no en todos.
En una reciente entrevista a propósito de las elecciones en Estados Unidos, Paul Auster lamentaba que lo que los escritores piensan no importa en EU ¿Pasa algo similar en América Latina?
Es posible que la mayoría del pueblo norteamericano no esté interesada en los poetas que escribieron para ellos, y pasa lo mismo entre nosotros, los latinoamericanos. Pero esto es culpa de los mismos poetas que no escriben para el pueblo o que no transmiten nada especial al pueblo. Es un defecto de los mismos poetas latinoamericanos.
¿Fracasó la democracia en Estados Unidos con el triunfo de Donald Trump?
Yo diría que no. Simplemente nos ha sorprendido mucho.
Con una vida tan intensa ¿Qué lo ha transformado más: la poesía, la revolución o la religión?
La poesía, la revolución o la mística —como es para mí la religión— vienen a ser la misma cosa y para mí me han transformado la vida igualmente las tres.
Usted hace una fuerte crítica a la poesía de América Latina al compararla con los hoteles Hilton, ¿es que no hay una en el mismo sentido territorial, de autenticidad, en que identifica a la poesía de Estados Unidos?
En el caso latinoamericano no ha habido mucha poesía así. Es por eso que considero muy importante que esté saliendo esta Nueva Antología de la Poesía Norteamericana.
¿Por qué incluyó en su antología la carta de Bartolomeo Vanzetti, el guión de Pare Lorentz o el artículo periodístico de H. L. Mencken?
Yo y José Coronel Urtecho, que me acompañó en estas traducciones, hemos creído que estos poemas norteamericanos son lecciones para los poetas nuestros de América Latina, de lo que se puede hacer con la poesía: desde cómo la prosa también se puede transformar en poesía.
¿Qué piensa de que hayan concedido a Bob Dylan el Nobel de Literatura y que lo hayan comparado los académicos suecos con Homero y Safo?
Me pareció muy bien, porque para mí la poesía y la música popular vienen a ser lo mismo. Cuando yo estuve en Cuba la primera vez, en el 70, recomendé en Casa de las Américas a Haydée Santamaría, que la dirigía, que metieran en el concurso a los cantores de la nueva trova, además de a los poetas. No lo hicieron. Por eso estoy de acuerdo en que Dylan haya ganado el Nobel como cantor norteamericano.
¿Por qué entonces no incluyó a Bob Dylan en su antología si Selden Rodman sí lo hizo en la suya?
Leí la antología de Rodman en aquel tiempo, pero no conocía a Bob Dylan, no sabía de quién se trataba; de haberlo sabido lo habría incluido. Pero en aquel tiempo no lo conocía, no sabía quién era él.
Usted ha ganado varios premios, pero se le han negado los más importantes, como el Cervantes. ¿Alguna vez ha pensado en conseguir éste o incluso el Nobel?
Sí, lo he pensado. Cuando me dieron el Neruda en el Palacio de la Moneda (Chile), comentaba que yo era el poeta menos premiado de Latinoamérica, porque no me habían dado ningún premio internacional de poesía hasta entonces, y después no se me han dado más, salvo ese y el Reina Sofía. No he sido muy premiado, no sé por qué. Los premios son muy arbitrarios; lo mismo el Nobel es bastante arbitrario.
De su vasta obra literaria y poética ¿cuál es su predilecta, donde usted cree haber logrado un mayor acercamiento a su propósito poético?
La obra más importante que he escrito es Cántico Cósmico, que es poesía científica o ciencia poética, en la que yo estuve trabajando unos 30 años de mi vida. Fue una culminación de mi poesía. Fueron 30 en que estuve reuniendo materiales para ese proyecto que fue creciendo y creciendo en el tiempo.
¿Qué ha sido derrotada en América Latina: la poesía o a izquierda?
Ninguna de las dos.
Usted peleó con el sandinismo y fue ministro de Cultura del primer gobierno sandinista en Nicaragua ¿Qué opina de esta nueva reelección de Daniel Ortega? ¿Valió la pena la Revolución?
Valió la pena, pero fue en vano. Los mártires que murieron en la Revolución murieron en vano. Fue la Revolución más bella que ha habido. Actualmente, el gobierno en Nicaragua no tiene absolutamente nada que ver con aquella revolución: no es sandinista de ninguna manera, ni socialista. Ni democrático tampoco, porque es una dictadura familiar de Daniel Ortega y su mujer, su esposa, y sus hijos. Tienen todos los poderes del país, un poder mayor al que tuvieron los Somoza. Eso hay que denunciarlo.
¿Por qué dejó de escribir poesía amorosa y satírica, como los epigramas?
Los epigramas fueron poemas amorosos de mi juventud, porque fueron años de muchos enamoramientos. Después tuve otro enamoramiento, de Dios, cuando me convertí a él, y ése ha sido el que me ha inspirado el resto de la poesía, que no se diferencia mucho de aquella poesía enamorada de juventud.
¿Cómo atraer a los jóvenes de la era del celular, el Whatsapp y el Internet a la poesía?
Haciendo poesía de nuestro tiempo, poesía para el pueblo, haciendo el esfuerzo de escribir poesía que se entienda, para el hombre de la calle.
En la actualidad ¿a quién admira Ernesto Cardenal?
A varias personas, por ejemplo, a Fidel Castro.
Hay mucho pesimismo en el conjunto de su poesía ¿Dónde queda la esperanza?
Mi poesía no es pesimista, es de mucha esperanza. Escribo poesía de esperanza por una doble razón: como cristiano y como marxista, porque soy cristiano y marxista. Como cristiano porque creo en el mensaje de un reino de Dios en la Tierra, y es el mismo mensaje de Karl Marx, de una justicia en la Tierra, de una sociedad sin clases, sin injusticia. Las dos cosas me hacen pensar en un mundo mejor.
¿Continúa viva la teología de la liberación?
Cuando el papa Juan Pablo II llegó por segunda vez a Nicaragua, le preguntaron periodistas si seguía vigente la teología de la liberación. Respondió que ya no existía, porque el comunismo había muerto. Desde Brasil, le contestó Pedro Casaldáliga que mientras haya pobres habrá teología de la liberación. Estoy de acuerdo: sigue habiendo pobres y sigue habiendo teología de la liberación de los pobres.