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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
El escritor y ensayista Geney Beltrán Félix no ve lejos el día en que Elena Garro ocupe el lugar que merece. “Se está verificando un proceso de reacomodo de los prestigios literarios que nos llevarán a darle la estatura no sólo como la gran escritora mexicana del siglo XX, sino como una figura gigantesca en el panorama de la literatura latinoamericana”.
Autor de la selección y prólogo de Elena Garro. Antología (Cal y Arena, 2016), Beltrán Félix asegura que falta ver la forma en cómo llegará a ser traducida e incorporada en el panorama de la literatura universal. “Parecería una ambición desmedida, pero yo creo que va a llegar un día en que muchos de sus cuentos, por Los recuerdos del porvenir, por varias de sus piezas teatrales, van a alcanzar ese relieve internacional que tienen otros mexicanos, como Rulfo u Octavio Paz. Su obra lo aguanta y es un proceso que se va a dar”.
Esa es la apuesta de la antología que recién ha publicado y que hoy presentan, a las 19 horas, Guillermo Arreola y Julio Aguilar en el Centro Cultural Bella Época. Y que se inscribe en el centenario del nacimiento de la narradora.
La antología permitirá a los lectores encontrar a una autora “mucho más completa, mucho más audaz, mucho más diversa, con registros y con perfiles múltiples, mucho más de lo que se ha privilegiado en el recinto de la literatura mexicana del siglo XX y el hecho de que haya mutado pues nos hace ver que es una autora muy plural”.
La antología incluye una novela: Reencuentro de personajes; tres novelas cortas: Un traje rojo para un duelo, Primer amor y Un corazón en un bote de basura; varios cuentos y obras de teatro, como Un hogar sólido, Los perros y La señora en su balcón. Es decir, contiene un panorama de los tres géneros que cultivó en su segunda etapa literaria.
“Esta intención de privilegiar la segunda etapa no es artificial, tiene que ver con el hecho de que es una etapa donde Elena Garro demostró que es una autora muy prolífica, muy ambiciosa, muy disciplinada y sobre todo muy consciente de la naturaleza artística de sus búsquedas, es decir, es una autora muy consciente de los aspectos técnicos y estructurales”, afirma Geney Beltrán.
El escritor reconoce que sobre Garro se cierne todavía una marca. “Como si una escritora en mucho por ser mujer no pudiera ser rebelde, díscola, incómoda, crítica, revoltosa, contradictoria, anticomunista”, dice Beltrán, y agrega que a un escritor no se le exige certificado de santidad, de conducta o de sus opiniones políticas para leerlo estrictamente como una obra literaria, pero sí se le exige a esta escritora que como nadie abordó el vínculo de la pareja en la literatura.