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El escritor y líder del movimiento estudiantil de 1968 en México Luis González de Alba se suicidó este domingo a los 72 años con una pistola de bajo calibre en su casa de Guadalajara, en el occidental estado de Jalisco, confirmaron hoy fuentes oficiales.
La Fiscalía del estado de Jalisco indicó que se trató de un "suicidio con un arma calibre .22", si bien todavía faltan por realizar algunas pruebas periciales.
Asimismo, el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses indicó que el cuerpo está todavía en la morgue y no ha sido entregado a sus familiares.
El periodista e historiador Héctor Aguilar Camín explicó hoy que González de Alba, a quien definió como alguien que vivió siempre "en salvaje libertad", llevaba bastante tiempo planificando su muerte.
No fue casual que González de Alba (Charcas, San Luis Potosí, 1944) falleciera en un 2 de octubre, el día en que se conmemoraba el 48 aniversario de la masacre en Tlatelolco del 1968, una fecha muy relevante para el movimiento estudiantil del que él fue uno de los líderes.
De hecho, en el último artículo que publicó en el diario Milenio hablaba de "adivinar el futuro" y, tras aludir al amor de su vida, cerraba el texto con un verso del poema "Muerte sin fin" de José Gorostiza que culmina con un "¡vámonos al diablo!".
"Es una columna escrita el 4 de agosto y salvaje como tantas de las suyas, hablando en contra del uso del 2 de octubre, despidiéndose de su gran amor perdido y anticipando su reunión con él", apuntó Aguilar Camín, a quien le llegó el texto horas antes de que se conociera el suicido.
"Él vivió y murió de la misma manera, como le dio la gana", dijo este escritor que conocía desde los setenta a González de Alba, quien dos meses atrás se reunió con el editor Rafael Pérez Gay para gestionar la cesión de sus derechos y la publicación de obras póstumas.
En la noche del sábado, horas antes de su fallecimiento, mandó un último correo electrónico en el que "da por terminada la tarea de dejar limpia su testamentaría autoral", señaló.
"Quienes lo conocíamos sabíamos que (el suicidio) estaba presente en su cabeza desde hacía tiempo", agregó su amigo.
González de Alba, autor de Los días y los años (1971) o Agápi Mu (Amor mío) (1993), tenía vértigo crónico, una enfermedad hereditaria que había disminuido su autonomía, y era seropositivo.
"Tarde o temprano él sabía que ese virus (del sida) se iba a liberar e iba a matarlo", contó Aguilar Camín, quien explicó que González de Alba -un gran viajero que hablaba sin tapujos de su vida sexual- se contagió en "unos baños turcos en Estambul".
Quizás por ello, en sus últimos años, "escribía como un condenado a muerte", sin miedo, rememoró.
El historiador destacó su "refinamiento literario, de costumbres y gastronómicos", su facilidad por los idiomas y su pasión por los viajes y los hombres.
Este lado se contrastaba con una "precisión" propia de su "formación científica", pues había estudiado Psicología, lo que le permitió escribir textos de divulgación científica durante 50 años con "transparencia, claridad y rigor".
"Es una combinación muy extraña, realmente única de extraordinaria libertad y autonomía moral, de alto refinamiento personal y de registros muy amplios desde el punto de vista intelectual", agregó.
Por ello, Aguilar Camín definió a González de Alba como "un personaje único en la vida pública mexicana" y "un homosexual abierto" con una gran "libertad ejercida".
nrv