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El novelista, narrador y ensayista cubano Alejo Carpentier cuenta desde hoy con un mapa detallado de su paso por París, ciudad de la que el Instituto Cervantes, encargado de ese recorrido, recupera su huella.
Carpentier (La Habana, 1904 - París, 1980) vivió en la capital francesa con sus padres en 1913, pero la primera de sus dos grandes estancias allí comienza en 1928 y se prolonga hasta 1936.
Llegó entonces como polizón en el transatlántico Espagne gracias al pasaporte del poeta Robert Desnos, al que conoció en un congreso de Prensa Latina en La Habana y que según explica el director del Cervantes parisino, Juan Manuel Bonet, se convirtió en su introductor en el grupo surrealista.
Carpentier, "un melómano impresionante", y que como muchos latinoamericanos de los años 20 tenía "una ilusión enorme" por la entonces capital de la cultura mundial, tardó poco en alejarse de ese círculo, por no estar de acuerdo con su disciplina y, entre otras cosas, el desinterés de André Breton hacia la música.
La ruta que le dedica el Cervantes para en su residencia en el Hôtel du Maine, en las sedes de las revistas para las que trabajó, como Bifur, o en los bares que frecuentaba, como La Coupole, donde se encontraba con Picasso, Max Jacob, Henry Miller o Ernest Hemingway.
Carpentier, según Bonet, fue "enormemente cubano a la vez que enormemente europeo", y además de enviar a la prensa habanera crónicas de la actualidad cultural de su país de acogida, efectuó en este una importante labor en favor de la música cubana.
El autor de novelas como Ecué-Yamba-Ó o El reino de este mundo, amigo de los poetas de la Generación del 27, como Rafael Alberti o Federico García Lorca, continuó después su labor periodística en Cuba y entre 1945 y 1959 vivió en Venezuela.
Tras el triunfo de la revolución castrista, según recuerda el Cervantes, fue consejero cultural en las embajadas de Cuba en diversas capitales iberoamericanas y del este de Europa, y pasó sus últimos años en Francia como alto funcionario diplomático.
"Puso su talento al servicio de la causa", apunta Bonet de ese "enorme escritor de ficción, gran columnista y musicólogo", Premio Cervantes 1977, que llegó a decir que en París empezó a maravillarse "ante todo lo maravilloso".
nrv