Para la narradora italiana Alice Basso, autora de la novela El inesperado plan de la escritora sin nombre, el asunto de crear parte del acto de desconfiar de las musas, esos seres etéreos e impuntuales para los cuales no tiene tiempo.

"Trabajo como editora con horario fijo y no puedo esperar por la inspiración. Estoy adaptada a escribir con plazos y trato de mantener la historia en mi cabeza para cuando me siente delante de la computadora saber qué voy a contar ese día", explica Basso en una entrevista.

Originaria de Turín, Alice ha logrado con la traducción en español de su primera novela el sueño de cualquier autor, que su editorial, el Grupo Planeta, nomine su primera novela como apuesta de la temporada.

Se trata de una obra de ficción de 314 páginas que narra la historia de Silvana, escritora fantasma de una editorial con talento para imaginar la vida de los demás y actuar en consecuencia.

En un momento, la 'ghostwriter' conoce a Riccardo, autor de éxito en crisis creativa, y la vida de ambos da un vuelco. La desaparición de una autora complica la trama y es el pretexto para la entrada de un sagaz comisario, con peso en la historia.

"Los puntos de partida no fueron los personajes, sino el ambiente porque trabajo hace 10 años en una editorial y en ese tiempo viví situaciones chistosas, divertidas, extrañas. Si uno escribe siente picazón en los dedos por las ganas de plasmarlas", cuenta.

La novela, escrita sin muchas descripciones y con diálogos bien logrados, mantiene atento al lector con toques humorísticos repartidos a cuentagotas y defiende la inteligencia, la intuición y los amores sin reglas.

Aunque la segunda parte de la obra, que forma parte de una serie, ya está publicada en Italia, la primera acaba de lanzarse en México y ha tenido buena aceptación en sus primeras semanas en librerías, algo que mantiene sorprendida a la autora, una mujer desinteresada del éxito.

"Siempre quise escribir, pero si de chica me hubieran dicho que iba a estar en México en la presentación de mi libro no lo habría creído", dice en un italiano que suena musical.

Basso cree que para escribir de forma amena es necesario mantener la alegría en el momento de la creación porque ese detalle es la diferencia entre quien puede terminar bien una historia larga y quien inicia un proyecto literario y no lo acaba jamás.

"Conozco muchas personas con talento que han empezado un libro, pero pocas lo terminaron porque no se sintieron bien al escribir. Yo me reí mucho mientras trabajé y es que cuando emprendes el proyecto de tu primera novela, la haces para ti, sin tener certeza de que otros se vayan a apasionar", asegura.

Admiradora de William Goldman, autor de La princesa prometida, y de sus compatriotas Andrea Camilleri e Italo Calvino, en su obra Basso cita numerosas obras literarias, pero lo hace sin pedantería y sí con la frescura de lo que es, una chica madura que se comporta como de veinte años cuando toca en su banda de rock acústico o pinta en el pueblo medieval de las afueras de Turín donde vive.

Escribió su novela en pausas en su trabajo, en cafeterías y bares con ruido. A veces la inspiración le llegó de repente y la ayudó a desenredar nudos, pero lo hizo sin haber sido invitada porque esta autora sigue la máxima de , quien asumía que si las musas existían, debía invocarlas con el trabajo.

nrv

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