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abida.ventura@eluniversal.com.mx
¿Cómo se construye un dios? ¿cómo se crea la idea de un dios? ¿cómo se fortalece, se recrea y se hereda de generación en generación la idea de un dios? Son inquietudes que el historiador Enrique Florescano se había planteado desde que hace más de 10 años se adentró al estudio de una de las deidades centrales de Mesoamérica: Quetzalcóatl.
Hoy, las respuestas a esas inquietudes aparecen en su nuevo libro ¿Cómo se hace un dios? Creación y recreación de los dioses en Mesoamérica, que se presentará el 5 de julio, a las 18 horas, en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica. En el volumen, que hace un recorrido histórico desde los olmecas, 1500 años a. C., hasta la Conquista y los tiempos recientes, el historiador plantea algunos de los principales instrumentos de las sociedades mesoamericanas para la creación, concepción e imagen de sus dioses.
Entre esos instrumentos están las formas de representación, el relato mítico y el rito. Éste último, considera Florescano, ha funcionado desde las antiguas civilizaciones como el más eficaz de los mecanismos para imponer la idea de una deidad en la memoria de una sociedad. “El rito es el más complejo de los instrumentos creadores de dioses porque se escenifica en un lugar, con mucha gente, y se hace periódicamente, de modo que todos los actores van integrando en su memoria que allí nació el dios y que fue el creador de la civilización. El rito funciona como un reforzamiento de la memoria. Por eso todos los ritos eclesiásticos tienen un calendario para que no perdamos la idea de que ese día se celebra el nacimiento o la resurrección del dios, sea como se llame ese dios. Ese procedimiento ya está desde la antigüedad”, explica en entrevista.
Los ritos mesoamericanos, comenta, funcionaron para “imponer en la memoria de los pueblos el registro de una historia que los identificaba con su pasado”.
Uno de los ritos que se desarrolló en Mesoamérica, se transformó y sobrevivió hasta nuestros días, es el del maíz, comenta el historiador: “El dios del maíz es el más importante en el desarrollo de la religión y la cultura de Mesoamérica por ser el fundador de la vida. Al crear el cereal, creó también la civilización porque el maíz permitió que se multiplicara la gente, que se crearan los pueblos, las ciudades, luego los reinos, los imperios. Sin el maíz no habría podido existir todo ese desarrollo humano”.
En este libro el autor compara el relato mítico del dios del maíz con las fases del cultivo del grano para explicar la cercanía de esta deidad con los humanos y la importancia que adquirió en la mayoría de las sociedades mesoamericanas hasta nuestros días. “El dios del maíz tiene la característica de ser un dios continuamente joven, regenerador de la vida y de la humanidad. Es uno de sus más importantes constructores, desde la cultura Olmeca... Cambia con los mayas, teotihuacanos, pero mantiene su esencia del dios de la vida y regenerador de la planta del maíz”.
La esencia de esa deidad, comenta, se sobrepuso incluso a la cosmovisión impuesta por los conquistadores, pues actualmente en la mayoría de los pueblos donde se cultiva el maíz sobrevive el relato de ese “dios creador de la civilización”. “Hay relatos donde los campesinos cuentan el nacimiento del maíz, su lucha contra los seres del inframundo, su triunfo y su salida o renacimiento. Esos mitos están contados en toda la extensión de lo que fue Mesoamérica, en la Huasteca, Oaxaca, Chiapas, Yucatán, en Nicaragua , Costa Rica, Guatemala”.
Lo sorprendente de los relatos actuales en torno al maíz, dice, es que siguen las mismas secuencias o escenas que se contaban entre los antiguos mayas, olmecas, quichés. “Tenemos una secuencia continua de la memoria del dios del maíz, como el creador de la generación de los seres humanos, de la agricultura y la civilización”. La continuidad de esta deidad se puede ver con las ceremonias y ritos que algunos realizan durante el periodo de cultivo del grano, sostiene. “Quizá lo hacen de manera diferente o tiene otro nombre, pero si uno los analiza es exactamente lo mismo”.