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“La búsqueda por Internet suele estar hecha con un sentido práctico: uno busca un título y muchas veces Internet le indica dónde conseguirlo. Pero el paseo por las librerías depara sorpresas, cierto vértigo, es ir a ver qué aparece, qué libro lo llama a uno desde los anaqueles o desde las mesas de saldos”, afirma Lucio Aquilanti, librero anticuario argentino.
El comercio del libro antiguo ha encontrado lugar desde hace varios años en la web, allí hay plataformas especializadas como IberLibro y Abebooks, para el mercado español y norteamericano respectivamente; también otras plataformas multicomerciales han abierto su área de ventas de libros antiguos o de segunda mano como Google, Mercado Libre o eBay, que venden de todo.
Lucio Aquilanti reconoce que el lugar más seguro para comprar libros antiguos y viejos es IberLibro (o Abebooks, que es lo mismo pero en inglés). “Allí yo compro todo el tiempo sin riesgo alguno y, además, tengo a la venta en ese sitio, más de 20 mil títulos”.
El librero anticuario desde hace 27 años asegura que lo importante en este negocio es buscar lugares donde los vendedores sean libreros registrados, con librerías instaladas, y no particulares que venden sus libros como ocurre en Mercado Libre o eBay, ya que estos particulares por lo general no son expertos en este tipo de material, no saben catalogar los libros ni se responsabilizan cuando el libro llega incompleto o en mal estado a manos del comprador.
En México, por ejemplo, una de las editoriales que han entrado al negocio de la venta por Internet es Verdehalago, a través de la plataforma Kichink. Alfredo Herrera Patiño, fundador de esta casa, asegura: “Iniciamos en octubre de 2014 a vender de manera intensiva por medio de redes sociales. Twitter en un principio, y Facebook después. Los resultados nos asombraron”. Una numeralia rápida lo confirma: “El libro más caro que hemos vendido fue de Leopoldo María Panero. El más barato de Mijaíl Bulgakov. El título que más hemos vendido es Del vino y del hachís, de Charles Baudelaire. Casi llegamos a las dos mil órdenes. Nuestro mejor cliente nos ha comprado 203 libros (un promedio de 10 libros por orden). Al único estado que no hemos mandado libros es a Colima. Nuevo León, Yucatán, Jalisco y San Luis Potosí son donde radican nuestros mayores compradores de poesía. En la Ciudad de México la delegación a la que más vendemos es Azcapotzalco”, asegura Herrera Patiño.
Este editor y librero asegura que en México no hay un sitio que reúna a todos a la manera de Alibris, en Estado Unidos, o Iberlibro, en España. En México hay vendedores individuales que venden por Kichink, MercadoLibre o Facebook. Kichink o MercadoLibre te dan seguridad.
Lucio Aquilanti dice que la venta en línea no impacta a las librerías físicas, por el contrario: “La gente busca el libro por Internet (muchas veces yo mismo lo hago) y luego se dirige a la librería que el buscador de Internet le ha indicado, pero al llegar no sólo adquiere lo que estaba buscando, sino que in-situ, descubre otros títulos que lo seducen”.