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Francisco Hernández sabía que la primera frase de su nuevo poemario Odioso caballo (Almadía, 2016), debía ser certera, un tiro al blanco: “Hoy amanecí montado en Dios”. Así escribió en esta obra que es un alegato contra la barbarie y la violencia en México, realidad que por primera vez se cuela en su poesía. También por primera vez está el cuestionamiento directo a Dios. Ese dios que es un caballo. Que es salvaje y envidioso, una bestia de carga.
Este libro que comenzó con un recuerdo de infancia, cuando Francisco Hernández estudiaba la primaria y se imaginaba que San Andrés Tuxtla, Veracruz, era tan grande que ninguno de sus maestros se enteraría que el rancho y los caballos de los que escribía en sus tareas eran totalmente producto de su imaginación, se convirtió en una serie de textos que alegan con Dios, le espetan su maldad y su sordera.
A eso se sumó el juego. Por azares vio que la palabra Dios está en la palabra odioso y que la historia sobre la que escribía podía sumar otras visiones sobre escritores como Delacroix, Víctor Hugo, Jean Hendrix, Balzac, Hemingway, Picasso, Dora Maar, Simone de Beavoir, César Vallejo, William Carlos Williams, César Vallejo y Sebastián Salazar Bondy. Este alegato contra Dios y la violencia en México forma parte del homenaje que Francisco Hernández recibirá por sus 70 años, el próximo 21 de mayo, con la participación de Eduardo Lizalde y Vicente Quirarte, que incluye un video de videos-lecturas de poemas del autor, hechos por sus admiradores.
¿Por vez primera habla tanto con Dios y de la violencia en México?
Yo no recuerdo haberme metido en esos terrenos hasta ahora, y es que es tan fuerte lo que nos está pasando que no puedo quedarme afuera y lo puse. La violencia la vemos en todos lados, lo sentimos en todos lados, cada vez está más cerca de nosotros y no sabemos qué hacer. Quizás sólo nos queda echarle la culpa a un odioso caballo, por decirle de alguna manera, a esa bestia, ese animal de gran belleza, de gran fuerza que no podemos tomar y que nos tiene muy arrinconados con tanta violencia.
Desde la primera línea: “Hoy amanecí montado en Dios”, era estar transgrediendo una línea, estoy tratando de domar a ese ser todopoderoso que nos tiene abandonados y termino con un juego de palabras ¿O Dios o caballo?.
¿Una plegaria por estos tiempos difíciles?
Por eso la plegaria y el miedo de quedarse solo y a merced por ejemplo de una dentadura que nada menos es la dentadura de mi padre, de El Padre, es la dentadura de Dios la que se sale y va a morder. No deja de estar presente ese Dios al que no puedo aceptarle que sea tan malo.
¿En la vida sostiene con él una conversación?
Sí, lo hago, hablo con él cuando tiendo a enojarme mucho, a gritar mucho y a estar también muy en paz con él. A veces por cualquier cosa, por cosas prácticas, como anoche, la descompostura de un refrigerador puede llevarme a echarle la culpa. Otras veces son de agradecimiento, de estar en paz, de que tengo que hacerlo también por mi bien, por los que están conmigo y no se merecen que esté de mal humor o tan negativo siempre, necesito estar bien.
¿Pero usted no es tan pesimista, tiene una esperanza?
Es muy difícil en estos momentos pensar en esperanza y ser optimista con nuestro país, pero tiene que pasar, es decir, esto tiene que desembocar en algo que no es el derrumbe; en eso sí creo, esta tormenta tiene que pasar, no puede ser. Tiene que pasar. En eso creo.
¿Se reconoce en este libro?
Sí claro, sigo siendo yo, sigo escribiéndole a personajes. La última sección de “Cartas” me gusta mucho; o la sección de “Taller de Moris” ante la obra de un artista. Tal parece que yo no pudiera escribir sin los estímulos externos, o sea el mundo interior es muy limitado para mí, lo abstracto. Me doy cuenta de que no existe, de que si escribo que mi casa se cayó en un libro sobre caballos, es que mi casa se cayó pero del caballo para empezar. O sea se cayó de la voluntad de Dios, ¿por qué permitió que mi casa donde nací se viniera abajo totalmente? Además está la maldición de la casa: “Nunca volverás a vivir en una casa” y efectivamente, esa ha sido la única casa donde he vivido, todos los demás han sido departamentos.
A pesar de los cuestionamientos a ese Dios que no atiende ni escucha este es un libro muy bello
Es una maravilla el diseño de Alejandro Magallanes, este cambio en el tamaño del libro, el diseño es padrísimo, todos los caballos que creó. La pestaña donde puedes darte cuenta de por dónde va todo. No hay sorpresas. Estoy muy contento realmente. Que mayor fortuna para celebrar 70 años que así.
¿Son 70 años de vida bien vivida?
Son 70 años de vida bien vivida y de muchos años trabajando. En 1963 publiqué mi primer poema cuando iba en la preparatoria en Xalapa, pero el primer libro es de 1974, mejor dicho, los primeros cuatro o cinco libros que publiqué pagados por mí mismo. Creo que era un principio muy normal en aquel entonces, ¿quién me iba a publicar mis primeros libros?, entonces me pagué los primeros cuatro libros. Ya después empezaron a aparecer en otros lados.
Ahora todos pagan por publicarlo
Pues no todos, pero Memo Quijas me ha hecho el favor de publicarme en Almadía, creo que este es el quinto. Estoy muy contento por eso.
La vida le ha dado mucho. Ahora le organizan un homenaje especial y tendrá una presentación que será el principio de la celebración
Yo creo que sí. Eso sí es un poco incomodo. Porque si me voy para mi niñez me acuerdo de una piñata en el patio de mi casa cuando le dije a mi mamá: “Está es la última piñata que me haces eh, ya no quiero saber más de fiestecitas”. Ese pensamiento continúa, yo digo que todo eso estaría muy bien sin estas cositas. Pero en fin, si hay que cruzar por esos lugares para tener un libro como este, lo acepto. Lo acepté desde el principio y ahora me aguanto. No pensé que iba a llegar a 70 años. Todo ha salido bien a fin de cuentas.
¿Todo le ha salido bien?
Ha sido de una gran riqueza. Cuando menos vendrá un libro más. Un libro que tengo escrito sobre pintores que conozco y les hice unos textos. No están terminados todavía pero están esperanzado que pase todo este ramalazo y luego vamos a revisar las cosas.
¿Regresa a la infancia, regresa seguido a San Andrés Tuxtla?
No tan seguido como debiera, pero estuve en febrero. Iré nada más que pasen los calores y estaré allá una semana. Ahora ya me gusta más ir a Oaxaca que a mi pueblo. Allá sigue mi hermano y mis sobrinos, pero no hay ni una librería. Tengo que cargar mis libros como uno de los personaje de este libro que se lleva hasta el “Corominas”, que es un diccionario enorme.