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A sus 67 años y con el último Nobel de Literatura como aval, la escritora bielorrusa Svetlana Alexievich lo tiene claro: "No me interesa la historia oficial narrada en todos los medios de comunicación y que exalta el heroísmo de las tropas soviéticas, me interesa el alma humana", según indicó.
Por eso, la autora de "Voces de Chernóbil" confesó en una entrevista concedida en Bogotá, donde participa en la Feria Internacional del Libro (Filbo), que ha buscado con su literatura acercarse "al hombre pequeño" que le explicara cómo "sufre y siente una persona enfrentándose a un tanque, afrontando la muerte en cada momento".
"Es decir, yo cedí la palabra a las personas cuya opinión nunca interesó a nadie, que tanto creían en las ideas por las que se sacrificaban. Nunca les preguntaron qué pensaban o por qué lo estaban haciendo", dijo la escritora en referencia a sus obras, en las que se acerca al papel de las personas que sufrieron la Segunda Guerra Mundial.
Esa es una de las esencias de su trabajo, que ha sido definido como una "novela coral" en la que recurre a los testimonios con supervivientes para poder narrar historias.
Los testimonios de sus libros suelen ser desgarradores y recogen algunos de los momentos más duros de la extinta Unión Soviética como la tragedia de Chernóbil o de las mujeres que combatieron en las filas del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial.
Para conocer su relato no recurre a "una entrevista estrictamente hablando", sino que trata de "hablar como con un amigo" con la persona a la que pregunta para obtener de ellos una narración diferente.
"Hasta finales del siglo XX lo que nos dominaba era la cultura de la guerra, por lo tanto decidí dar la palabra no a los vencedores sino al hombre pequeño, no a un derrotado, al hombre del común que participó en la guerra y fue privado de todos los méritos que trae la victoria", señaló.
Darle la voz a las mujeres es una tónica general de su obra, algo que hace porque "siempre en nuestra vida cotidiana seguimos el canon de vida masculino", según confesó.
"Lo que falta es la voz de una mujer. Siempre pienso que si los ministerios de Defensa fueran encabezados por mujeres nunca habría guerra", dijo con contundencia.
Por eso considera que "la voz de la mujer siempre es muy importante", especialmente porque los hombres "son rehenes de la cultura de la guerra".
"Estuve en (la guerra de) Afganistán y me di cuenta que a los hombres les gusta. En cambio, la mujer no es de la cultura de la guerra, en todos los países es así; tal vez la única excepción es Israel, donde vi unas muchachas de la estatura de las metralletas que portaban", agregó.
Con cinco títulos sobre la mesa además de "El fin del 'Homo sovieticus'", que presenta ahora en Bogotá, se ha visto sometida primero a la censura en su país, que gobierna Aleksandr Lukashenko, y posteriormente ha sido ignorada pese a su éxito.
Sin embargo, eso no parece importarle, puesto que considera que "simplemente estaba haciendo" lo que le "parecía correcto".
"Estaba haciendo lo que me llamaba la atención, estaba interesada en la vida del hombre pequeño, del hombre rojo como cronista, como historiadora. A pesar de que me echaron del trabajo en una ocasión por un condena antisoviética, no me importó para continuar con mi obra", destacó.
Alexievich también reflexionó sobre lo que implica ser víctima, algo que en su experiencia es particularmente complicado "después de los grandes acontecimientos de la historia de la Segunda Guerra Mundial.
En aquel momento, los verdugos y victimarios desaparecieron y las víctimas continuaron con sus vidas.
Fue entonces donde, en su opinión, se creó una "cultura de la víctima", lo que dificultó la posibilidad de superar sus problemas y traumas.
"¿Para qué sirve la lectura? Nuestra vida está llena de trivialidad, son triviales nuestros medios de comunicación, pero la lectura es la forma de pensar en el origen de la vida", concluyó.
rqm