Letras

Elizondo, a 10 años de su muerte

Un libro de diarios y una muestra con publicaciones, fotos, cuadernos y dibujos son parte del homenaje al escritor

Paulina Lavista es la impulsora de varias actividades para recordar al autor de Farabeuf, fallecido en 2006 (JENIFER NAVA. EL UNIVERSAL)
08/03/2016 |00:20Yanet Aguilar Sosa |
Yanet Aguilar Sosa
Reportera de la sección CulturaVer perfil

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

Dibujos a lápiz, obras en acuarela y en tinta china, sketches y caligrafías creadas por Salvador Elizondo en su faceta de dibujante y pintor; dos de los 83 diarios que escribió a lo largo de su vida el autor de Farabeuf; mecanuscritos, algunas ediciones de sus libros, varias de ellas con portadas realizadas por él mismo; su máquina de escribir y una obra inédita titulada La grafostática en oda a Eiffel, forman parte de la exposición Homenaje a Salvador Elizondo a 10 años de su fallecimiento, que hoy se inaugura en la Galería del Centro Cultural Bella Época del Fondo de Cultura Económica.

“Se trata de una exposición con dibujos de Salvador y fotografías mías. No es un crecimiento iconográfico en secuencia, simplemente son instantes de Salvador que puse allí de su relación con la escritura. Salvador escribiendo en la playa, Salvador escribiendo en su cuaderno y uno que otro retrato nada más, no quise hacer una exposición de retratos sino del Salvador grafógrafo”, afirma Paulina Lavista.

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La fotógrafa, quien fuera esposa durante 37 años del escritor mexicano que murió el 29 de marzo de 2006, dice que esta muestra (enmarcada en las actividades conmemorativas por la primera década del fallecimiento de Elizondo) está encaminada al escritor, al grafógrafo, “al que escribe que escribe, que escribe que estoy escribiendo”.

Este homenaje que incluye la presentación del libro Salvador Elizondo. Diarios 1945-1985, con la participación de Armando González Torres, Gerardo Villadelángel, José Carreño Carlón y la propia Paulina Lavista, muestra una “obra loquísima” e inédita denominada La grafostática en oda a Eiffel, que realizó Salvador con la artista Carmen Parra. Se trata de una obra de gran formato pero poquísimas páginas, que es una mirada juguetona a la Torre Eiffel y a la rueda de fortuna de París.

En la muestra que celebra al escritor y grafógrafo que fue Salvador Elizondo están dos de sus diarios, una de 1968 y uno más que es emblemático, pues está fechado en enero de 2006, tres meses antes de que Elizondo falleciera.

“Este es uno de los últimos cuadernos que escribe, de enero de 2006, tres meses antes de morir, su letra ha cambiado, está un poco descompuesta por la misma enfermedad, pero es bonito ver que hasta sus últimos días el maestro siguió con la pluma en la mano”, señala Paulina Lavista.

En la muestra se incluyen cerca de 17 imágenes de Elizondo capturadas por Paulina Lavista, así como dos más de Salvador niño; se va a exponer también su máquina de escribir Olivetti, “que es en la que escribió todos sus textos, le duró toda la vida, creo que la trajo de Alemania”, apunta Lavista.

Un artista de la escritura. Salvador Elizondo dejó 83 cuadernos de sus diarios, cinco noctuarios —diarios de noche—, cuatro o cinco cuadernos de tarde, y 17 libretas de escritura, sin contar los cuadernos de dibujos y pinturas, guiones y centenares de cartas. La fotografía de los 83 cuadernos con sus diarios son la imagen principal de la exposición que se exhibe en la Galería del Centro Cultural Bella Época.

“Si algo quiero decir en esta exposición es que además de sus cuadernos, Salvador es muy gráfico, por eso la letra era tan importante, y además es una letra que buscó en sí mismo; Salvador fue pintor, nunca dejó de pintar; hay algo en él de gráfico, por eso digo que hablamos aquí del grafógrafo, del grafista, no sé cómo decirlo porque él siempre estaba tratando de hacer algo con sus manos, con su estructura y su arte”, afirma la creadora.

Paulina Lavista también tuvo a su cargo la coordinación del libro Salvador Elizondo. Diarios 1945-1985, un bello volumen a dos tintas, ordenado cronológicamente en 12 capítulos, en el que se descubre, principalmente, a un gran lector, a un incipiente escritor, a un gran filósofo, a un “hombre de carne y hueso, que disfrutó la vida y los viajes, pero sobre todo de la literatura”.

El libro cuya edición y curaduría estuvieron a cargo de Gerardo Villadelángel, y que obtuvo el Premio al Arte Editorial 2015 que otorga la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), será presentado hoy por vez primera en la ciudad de México, aunque a finales del año pasado se presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Tanto la exposición como la presentación de los Diarios, al que se sumará un documental que la propia Lavista ha realizado, y otra muestra en El Colegio Nacional —donde organizarán mesas redondas y conferencias— son actividades que forman parte del homenaje conmemorativo a 10 años del fallecimiento del autor de Elsinore, Cámara lúcida y El grafógrafo.

La también documentalista y colaboradora de EL UNIVERSAL asegura que lo que le interesa es “revelar realmente a un personaje muy importante: Salvador, mi marido, que me dejó un legado que tuve a bien salvar porque estuvo en peligro y que una vez salvado yo también me siento salvada porque puedo trabajar de manera más profunda en él, como lo he hecho”.

Lavista asegura que para Salvador Elizondo la escritura fue fundamental, y que los diarios son extraordinarios por eso. Son más de 30 mil cuartillas; recuerda, por ejemplo, los diarios de muerte. “Yo creo que ningún escritor ha escrito sobre su propia muerte, son diarios de muchas páginas, habría que hacer una selección de ellos“.

En esta exposición también hay una muestra de un manuscrito de antes de su enfermedad, además de originales de escritos a máquina, algunos de sus libros como Cámara lúcida, El museo poético, Cuaderno de escritura y Narda o el verano, todos con portadas realizadas por Salvador. Y es que sus dibujos juegan un papel importante, allí está, por ejemplo Mi recuerdo de Silvestre Revueltas, caligrafías y acuarelas hechas con la libertad con la que afrontó el dibujo, al igual que la literatura.