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El escritor, académico y traductor mexicano Raúl Ortiz y Ortiz, que alcanzó un importante reconocimiento hace más de 50 años como traductor al español de Bajo el volcán, “monumento literario” de Malcolm Lowry, como él mismo definía dicha obra, murió la madrugada de este miércoles.
En un comunicado, el Fondo de Cultura Económica, dio a conocer la muerte del escritor y lamentó su fallecimiento.
Raúl Ortíz y Ortíz, quien era originario de la Ciudad de México, es reconocido por la minuciosidad y precisión de su trabajo en la traducción de “Bajo el volcán”, incluso él dijo en su momento que traducir esa obra de Lowry “es lo único importante que he hecho en mi vida”.
Esa que narra el periplo existencial del cónsul Geoffrey Firmin en Cuernavaca, traducida por Ortíz y Ortíz es publicada todavía hoy por Ediciones Era, y se ha mantenido viva a lo largo de más de medio siglo y que en 1987 recibió el Premio Alfonso Décimo de Traducción Literaria.
El también profesor de literatura, publicó Archivo Lowry, una recopilación de cartas, manuscritos, fotografías y otros documentos del autor inglés, en donde se incluye un cuento, que puede considerarse el germen de Bajo el volcán.
Además de ser un reconocido políglota y de contar con más de 20 mil volúmenes en su selecta biblioteca, fonoteca y filmoteca, Ortiz y Ortiz fue un apasionado conocedor de la obra de Marcel Proust, Paul Céline, James Joyce, T. S. Elliot y Shakespeare.
La periodista Martha Anaya, dijo de él en una columna publicada en 2011 en el diario digital El Arsenal: “De Raúl Ortiz y Ortiz apenas sabía en ese entonces que era un hombre elegante –siempre ha usado corbata de moño y calzado zapatos de dos colores, como los negros de Nueva Orleans–, distinguido; con una pronunciación del francés y el inglés envidiable; que había sido el célebre traductor de Bajo el Volcán, de Malcolm Lowry; que era un hedonista y un apasionado de Proust, de Céline, de Joyce, de T.S.Elliot, de Shakespeare. Y es también especial admirador de Rosario Castellanos”.
Hace unas cuantas semanas presentó al Fondo un volumen que reúne la correspondencia que Raúl y Rosario cruzaron a lo largo de las décadas, testimonio de una estrecha amistad y de muy fecundas complicidades culturales.
Mientras su salud se lo permitió, siguió dando cursos de cine en el Club de Industriales, una vez por semana, y organizaba veladas literarias en su casa, donde además de leer teatro en voz alta, exhibía películas sobre tal o cual tema.
rqm