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ana.pinon@eluniversal.com.mx
Valeria Guzmán tiene debilidad visual desde los 14 años. Desde niña es lectora, pero ha tenido que depender de otros para que le lean en voz alta. Los audiolibros se convirtieron en una gran opción, pero también precisaba de una persona que le ayudara a identificar los títulos y cualquier libro de su interés tenía que ser, necesariamente, escaneado para ser sometido a un proceso que facilitara su lectura. Hace tres años encontró un oasis en Guadalajara, su ciudad natal: el stand de libros en braille de la Feria Internacional de Libros de Guadalajara que le dio algo que no conocía, libertad.
Sin embargo, en el último día de la fiesta literaria, todo desaparece. En Guadalajara es prácticamente imposible encontrar un libro en braille, comenta Valeria, gestora cultural, psicóloga y locutora de radio. De hecho, el estand reúne sólo 17 títulos y una enciclopedia de 30 títulos, la mayoría cuentos infantiles.
Ante el vacío, Valeria Guzmán trabajó en la Secretaría de Cultura de Jalisco a fin de incentivar la lectura en braille de autores locales.
“Hacía pequeñas muestras de los autores de libros infantiles y de poesía para regalarlos en instituciones para ciegos, pero cuando la feria trajo el stand, también los traje para regalarlos al público. Este año, por primera vez, estoy trabajando para la feria para brindar información”, cuenta.
Los métodos de lectura son, asegura Valeria, todo un universo desconocido para la sociedad. Pero la pregunta obligada es dónde aprender braille. Por eso, la gestora cultural se ha dedicado a crear sus propios abecederios para motivar su enseñanza. Marcial, uno de los chicos a cargo del stand, aprendió en dos días.
“Hay gente que me cuenta que un familiar está perdiendo la vista y desea conseguir libros para ellos, especialmente manuales y materiales didácticos para aprender braille; es lindo poder conversar con la gente y saber que muchos se maravillan con esta posibilidad de lectura. Por desgracia, en Jalisco no hay una sola editorial que imprima en braille, son pocas las oportunidades para acceder a ellos”, explica la gestora cultural.
Por eso, el stand se vuelve una oportunidad única. En total, 10 sellos editoriales tuvieron presencia en Guadalajara, como Tecolote (México), Erizo (Argentina) y la Comisión Nacional de Textos Gratuito (Conaliteg). Además, en su tercer año consecutivo, por primera vez, los libros no sólo fueron para exhibición, también para venta. Sin embargo, la cifra del más vendido fue de alrededor de 25 ejemplares, el resto oscilaba entre los seis y los ocho.
De entre estos sellos destaca Invipress, que ofrece libros para lectores videntes, débiles visuales y lectores invidentes, con la opción de leer de manera simultánea, tanto visualmente —gracias a la impresión en offset—, como a través del tacto —gracias a la impresión en Braille—. Elaboran libros bilingües impresos en tres modalidades (Offset + Braille, Offset Digital + Braille, y Braille).
También Contantine Editores, que cuenta con la colección “Yo puedo, tú puedes. Para entender a las personas con discapacidad”, que incluye títulos en braille dedicados especialmente a niños y jóvenes. La otra opción es Amaquemecan, una pequeña editorial mexicana especializada en libros para niños y jóvenes, entre sus publicaciones se encuentra la Colección Integración, un conjunto de obras escritas especialmente para niños ciegos y débiles visuales a través del sistema de impresión en braille y offset, publicada con interpunto.
“Los libros de Conaliteg son libros de texto y exhiben el material que hacen para primarias y secundaria”.
Hay sellos dedicados especialmente al braille, como Invipress, uno de sus libros más importantes es Los derechos de los niños; “ también está Constantine, con libros muy vistosos para la gente que ve, pero también con ejemplares muy lindos para los que no. La que me encanta es Amaquemecan, tiene pocos títulos pero están dedicados especialmente a los ciegos, es decir, la narrativa surge a partir de la descripción de otros sentidos, como los sabores, los sonidos, los olores, esto cambia totalmente el cómo lo leemos", dice.
Al final, el vacío. “Es fuerte lo que viene después, ahora está este pequeño grupo de editoriales, pero después se esfuman, muchas son mexicanas pero están en el DF, aquí no hay librerías que distribuyan ese material”, lamenta Valeria Guzmán.
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara es un termómetro para medir dónde está el interés del público. El libro de los colores (Ediciones de Tecolote), de Menena Cottin, que aborda la amistad de dos niños, uno de ellos ciego, cuenta cómo es capaz de oler, tocar, oír y saborear los colores. Se trata de una obra totalmente en negro para introducir al lector al mundo de los ciegos, incluye el texto impreso y en braille, así como sugerentes ilustraciones en relieve para ser leídas y tocadas.
Este libro, que ha sido distinguido con diversos premios como Bologna Ragazzi Award 2007, Caniem 2006 y que además fue seleccionado por la SEP para su programa Biblioteca de Aula 2006, fue el libro más vendido durante esta edición de la FIL, con alrededor de 25 ejemplares.
Los objetivos. De acuerdo con Ana Orozco, portavoz de las editoriales presentes, en la FIL se busca primordialmente darse a conocer. Después, en unos cinco años, tener la capacidad de reunirse en un estand mayúsculo con mayor disponibilidad de títulos y más opciones para el público.
“Fue muy interesante este año porque en los tres primeros días acudieron editores, diseñadores, ilustradores y profesionales para preguntar sobre los sellos. En tres años de FIL se ha crecido al doble, el estand, los materiales de venta y exhibición se han multiplicado; se espera que el crecimiento continúe como hasta ahora. Ojalá que entre todos se puedan crear sinergias que ayuden no sólo a elevar los números en términos cuantitativos, también cualitativos. El público viene por un ejemplar pero si el precio es elevado no se lo llevan, esto también es la meta de cambiar”, explica.
Otro de los temas que deberán atenderse es la edición de materiales para aprender braille. “En los nueve días de feria, 80% busca herramientas para aprender el sistema, de los que ya lo saben o tienen familiares invidentes, 70% busca títulos para niños; y el resto busca libros de literatura para adultos. Sólo un pequeño porcentaje (5%) está dispuesto a llevarse cualquier libro mientras esté en braille. Son datos que tendrán que analizarse para saber cuál será el rumbo de esas publicaciones”, dice.
La mayoría de los lecturas de Valeria son gracias al escaneo, que puede realizar en las bibliotecas públicas que ofrezcan el servicio. Los documentos, como capítulos de libros, exámenes, temarios y cuestionarios, se pasan a un formato de texto compatible con el Software Jaws, luego se hace una revisión ortográfica minuciosa y después se depura para que el invidente pueda consultar, leer y estudiar el texto.
Otra de las pequeñas joyas que este año estuvieron sólo en exhibición son los juguetes didácticos de la empresa colombiana DADO, diseño para todos. Tableros de ajedrez, cubos rubik, plano de cartesiano, dominós, calendarios, llaveros, juegos de geometría, parchís, todo hecho especialmente para invidentes. “Los amé, no podía creer que tenía un rubik, de niña tuve uno y me hizo muy feliz. Una chica, ciega como yo, pasó mucho tiempo en el estand tratando de armarlo”, cuenta.
Tener al alcance, aunque sólo por nueve días, la opción de elegir, le provoca a Valeria una reflexión: La población invidente y débil visual es una responsabilidad de toda la sociedad. “La discapacidad, en cualquier ámbito, es una situación de corresponsabilidad. La ceguera le puede pasar a cualquiera y si todos estuviéramos conscientes de eso, tendríamos una sociedad más sensible. Hay que arriesgarse a conocer, romper con los prejuicios. A pesar de todo, creo que hemos avanzando porque hace 20 años había muy poca gente ciega estudiando y teniendo trabajos dignos”, explica.