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cultura@eluniversal.com.mx
Anna Alexandra Varsoviano Neumann murió el pasado 28 de octubre a los 88 años sin poder ver cumplidos dos proyectos en los que se embarcó al final de su vida para salvaguardar el legado de la pintora surrealista Remedios Varo y promover su estudio: la publicación del libro bajo su mecenazgo, El hilo invisible y la donación de la biblioteca y del archivo de la catalana con miras a una fundación.
El libro, escrito por Magnolia Rivera y su esposo José Antonio Gil, quienes documentan, desentrañan y analizan en él la simbología universal y conocimientos esotéricos, de alquimia y magia, en la obra de Varo, fue alentado y financiado en parte por Varsoviano, viuda de Walter Gruen, último esposo de Varo. Pero la biblioteca de la artista, cuadernos, archivo, fotos, colección de piezas prehispánicas —y quizás hasta “un expediente de falsificaciones” de pinturas de Varo que integró Gruen—, quedaron a la espera de destino.
Ante ello, los investigadores plantean la urgencia de crear una fundación —como la que también en octubre se formó respecto a la otra pintora surrealista y amiga de Varo, Leonora Carrington— que difunda la obra de la artista catalana, pero también para que pueda proteger, clasificar, catalogar y preservar su biblioteca, sus archivos personales y de foto, con el fin de promover el estudio de su arte.
Contactos cercanos. Varsoviano Neumann estuvo al final de su vida en contacto con el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim para donar el archivo de Varo, pero según los investigadores Magnolia Rivera y José Antonio Gil las pláticas no prosperaron, y se presentó la muerte. “Sabemos que no llegaron muy lejos, que no llegaron a firmar nada”, señala Rivera.
Magnolia y Gil, autores de El hilo invisible (coedición Siglo XXI y Universidad Autónoma de Nuevo León), estuvieron en contacto desde 2000 con Varsoniano (igual con Gruen hasta su muerte en 2008), y ella no sólo les financió en parte su investigación, sino que les dio acceso al archivo de Varo.
“Sabemos que estaba en diálogo con la Fundación Carlos Slim. Que había ido gente del Museo Soumaya a conversar con ella para ver esta cuestión de ceder los archivos. La señora Varsoviano estaba convencida de que tenía que entregar la biblioteca, fotos, etc, todo el acervo de la pintora precisamente para que los investigadores tuvieran acceso a él y se pudiera conocer más a Varo”, dice Rivera, autora también de Trampantojos (Siglo XXI, 2005), una investigación sobre la importancia del círculo en la obra de la surrealista.
“Ella primero quería dejarlo (el acervo) al Colmex, tuvo pláticas con el Colegio de México, pero no obtuvo una respuesta contundente, nunca le dijeron nada, ni una llamada del Colmex, y se perdió el tiempo ahí, pasó casi un año”, dice la investigadora, quien lleva casi dos décadas estudiando a Varo.
EL UNIVERSAL buscó en varias ocasiones a la Fundación Carlos Slim, al Colmex y al INBA para conocer sus versiones, pero hasta el cierre de esta edición no se dio respuesta. En el caso de la Fundación Carlos Slim, se habló con Manuel Ramos Medina, director del (CEHM), quien daría una respuesta sobre el tema en una próxima entrevista, pero después no tomó las llamadas.
En su boletín del 29 de octubre, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) lamenta el deceso de Varsoviano, “quien al lado de su esposo, Walter Gruen, fue pieza clave para la protección de la obra pictórica de Remedios Varo”, en referencia a 39 cuadros de la pintora “donados generosamente al país” en 2008, tras una disputa legal con la sobrina de la artista que llegó a México por primera vez en 1941.
También recuerda que “la pintora surrealista adquirió libros que descubren sus intereses por una extensa variedad de temas y estilos, entre ellos el ocultismo, la alquimia y la literatura fantástica, por lo que su biblioteca fue conservada por Varsoviano, quien prestó ejemplares para la exposición Remedios Varo. La dimensión del pensamiento, abierta en 2013 en el Museo de Arte Moderno (MAM) para conmemorar el 50 aniversario luctuoso (de Varo)”. Pero no habla del destino de esa biblioteca.
EL UNIVERSAL acudió al domicilio Varsoviano-Gruen para hablar con algún familiar a cargo del acervo de Varo, pero una mujer (al parecer, empleada doméstica) gritó que no se le molestara, que “la señora Varsoviano estaba de viaje”, cuando ha muerto.
Tejido invisible. El libro El hilo invisible, amén de una vastísima bibliografía e iconografía con la que los autores sustentan sus conclusiones sobre las claves herméticas y simbólicas en las pinturas de Remedios Varo, revela documentos incluidos en los cuadernos de la pintora surrealista, como una carta a Gerarld Brosseau Gardner, autor de Witchchaft today (Brujería hoy) y fundador del movimiento Wicca, o anotaciones de sus tiros de cartas del tarot con su amiga Leonora Carrington.
En su investigación de años para este volumen, Rivera y Gil tuvieron acceso y leyeron toda la biblioteca de Varo en manos de Varsoviano, unos 200 volúmenes, y detectaron que muchos de los libros fueron editados tras su muerte, el 8 de octubre de 1963. Señalan incluso que la exposición de 2013 en el MAM y que después ha ido a otras ciudades en el país, atribuyó y presentó libros que no eran de la pintora surrealista, aunque estaban en la biblioteca en poder de Varsoviano y que ella facilitó para esa muestra.
Fue una mala curaduría, no cotejaron las fechas ni comprobaron que efectivamente eran libros que pertenecieran a Varo, dicen Gil y Rivera, quienes ponen por ejemplo uno de George Gurdjieff, del 63.
“Por eso hace falta, es imprescindible hacer una fundación Remedios Varo, es fundamental, porque precisamente hace falta una catalogación estricta y seria de su biblioteca. Igual hace falta una catalogación de su archivo fotográfico, también muy importante, porque hay fotos de ella aquí en México que siguen siendo inéditas. Están, por ejemplo, sus fotos de Xilitla, hay un montón de ellas, porque Varo iba cada seis meses a Xilitla y se quedaba mucho tiempo. Hay fotos que también nos explicarían mejor que un montón de palabras qué es lo que hizo Varo y por qué lo hizo”, dice Rivera.
“Varsoviano nos facilitó la biblioteca, fotografías, cuadernos, muchos materiales. Incluso pudimos ver piezas arqueológicas de la colección de Varo; poca gente sabe que ella era una apasionada de la arqueología mexicana, que no sólo la pintó en símbolos, sino la coleccionó. Diego Rivera y Frida Kahlo tuvieron mucha fama por hacer colecciones de piezas arqueológicas, pero cuando se estudiaron éstas los investigadores se dieron cuenta de que la mayoría eran falsas, porque (Diego y Frida) no tenían un profundo conocimiento al respecto. Varo sí. Ella restauraba piezas y amaba la arqueología mexicana. Es un tema del que no se habla, habría que hacer un estudio”, añade Rivera.
Gil agrega que una pieza clave para el conocimiento profundo de la historia y la simbología de México que tuvo Varo fue su esposo, el poeta surrealista y arqueólogo francés Benjamin Peret, cuya obra es casi desconocida en nuestro país, a pesar de que fue uno de los primeros que realizó investigaciones en zonas arqueológicas y tradujo la epopeya maya Chilam Balam y el poema de Octavio Paz, “Piedra de sol”. De hecho, su Anthologie des Mythes, Légendes et Contes Populaires D'Amerique (Alban Michel 1959) y el Livre de Chilam Balam de Chumayel (Danoël, 1955) están en la biblioteca de Varo.